Biden y Meloni dejan de lado la ideología y se centran en Ucrania y China

Cuando Meloni ascendió al poder en las elecciones de septiembre del año pasado como líder del partido Hermanos de Italia, considerado por muchos de extrema derecha, había dudas sobre cuál sería su sintonía con Biden.

La primera ministra no había escondido su admiración por Donald Trump, expresidente y favorito a volver a disputar la presidencia a Biden el año que viene, se había posicionado en las antípodas de la corriente cultural 'woke' que domina al partido demócrata en EE.UU. y había defendido un endurecimiento tajante de la política migratoria, incluido un bloqueo naval en el Mediterráneo, justo lo contrario de lo que hizo Biden nada más llegar al poder.

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Pero, al igual que el presidente de EE.UU. ha cambiado su política migratoria una vez en la Casa Blanca -tras récords de arrestos de inmigrantes en la frontera sur, ha endurecido el acceso a asilo-, Meloni ha suavizado su retórica, ha moderado su política migratoria y se ha mostrado como una líder confiable para EE.UU. en los grandes asuntos internacionales. Las relaciones entre ambos países deben permanecer fuertes «con independencia del color político» de quien esté en el poder, ha dicho Meloni a Biden en el Despacho Oval.

La Administración Biden ha pasado de citar a Italia como ejemplo del populismo de extrema derecha que avanza por el mundo y que tiene en Trump un modelo -«semifascismo», lo ha llegado a calificar el presidente de EE.UU.- a alabar la gestión de Meloni.

«En cuestión de política exterior, hay muchas similitudes y perspectivas mutuas con Italia», aseguró en la víspera del encuentro John Kirby, el portavoz de la Casa Blanca para seguridad nacional. «Italia es una aliado muy competente en la OTAN y ha sido un apoyo tremendo con Ucrania».

Es evidente que el Gobierno de Meloni y la Administración Biden están en esferas muy diferentes en asuntos como los derechos LGBTQ o la gestación subrogada. Pero también es indudable que Biden prefiere hablar de otros asuntos con la líder italiana. Sin duda, de Ucrania, donde Meloni ha mantenido una postura de apoyo inquebrantable a Kiev: pocos líderes occidentales han defendido la soberanía ucraniana y el fortalecimiento de la OTAN con la fiereza de Meloni, en un país que ha recibido ya a 170.000 ucranianos que han huido de la guerra.

Meloni tiene un atractivo adicional para Biden que tiene que ver con su principal rival global: China, que fue uno de los puntos centrales del encuentro entre los dos líderes. Italia se convirtió en 2019 en el único país del G-7 en unirse a la llamada Nueva Ruta de la Seda que impulsa China y que busca un corredor de nuevas infraestructuras para sus exportaciones hacia Europa y África.

En plenas tensiones entre Washington y Pekín, Meloni, que siempre se ha manifestado como una entusiasta de EE.UU., ha contemplado la posibilidad de que Italia salga de esa iniciativa. Italia, además, ostentará la presidencia de turno del G-7 el año que viene, en un momento clave para la guerra en Ucrania, para la relación con China y con la reelección en EE.UU. a la vuelta de la esquina.