Un Biden desatado convierte el acto más solemne en un mitin electoral
El presidente responde a las críticas por su declive físico con una actuación enardecida que provoca un shock
Biden pronuncia un enérgico discurso sobre el Estado de la Unión con críticas a Trump y advertencias: «Putin va a por Europa»
Joe Biden entre Kamala Harris y el nuevo presidente de la Cámara, Mike Johnson
Enardecido. Desatado. Osado. Inesperado. Sin precedentes. Una desgracia. Un triunfo. Los medios estadounidenses a izquierda y derecha, los que tienen un peso desmedido en la campaña electoral ya en curso, coincidieron este viernes en que el último discurso del Estado de la Unión de este ... mandato, el tercero del presidente Joe Biden, fue algo excepcional. Fue un mitin. Una diatriba de una hora y siete minutos. Una incendiaria denuncia de Vladímir Putin y Donald Trump desde el púlpito más sagrado de la política constitucional americana.
A sus partidarios, Biden les dio garantías de que tiene energía para aguantar la campaña electoral, que va a ser muy larga, hasta el 5 de noviembre. A sus detractores, Biden los dejó en «shock» por su estilo exagerado, su impostura, la intensidad con la que defendió sus políticas y el desprecio que mostró a sus críticas.
El jueves, en este solemne discurso, quedó claro que aparte de su agenda política, el presidente tiene el cometido de despejar dudas sobre el declive físico y cognitivo que cabe esperar de su avanzada edad, 81 años.
Se equivocó, claro, como suele hacer. Biden es un político dado a improvisar y meter la pata. En un momento se saltó el guion escrito y quiso denunciar cómo las farmacéuticas inflan precios. «Voy a meterme en un lío por decir esto, pero podrían subirse al Air Force One conmigo y volar a Toronto, Berlín, Moscú -quiero decir, discúlpenme- bueno, incluso a Moscú, probablemente. Y lleven su receta con ustedes, y les prometo que allí pagarán un 40% menos de lo que pagan aquí. Misma compañía, mismo medicamento».
El último viaje de un presidente americano a Moscú fue en 2013. Fue un contratiempo menor en un discurso en que Biden respondió a los republicanos con su mismo método.
¿Le gritaban? Él gritaba de vuelta. ¿Le acusaron de gastar demasiado? Les dijo que si no querían el dinero para infraestructuras, que le pidieran a la Casa Blanca que lo dedicara a otras cosas. En un momento, hasta le gritaron: «¡Diga su nombre!». Era esta una referencia a Lanken Riley, una mujer asesinada por un inmigrante venezolano sin papeles. Para sorpresa de todos, demócratas y republicanos, Biden cogió de una mesilla lateral un pin que decía precisamente «diga su nombre», lo mostró y dijo: «Lanken Riley, una joven inocente que fue asesinada por un ilegal, así es».
Con eso, Biden enfadó a los otros, los de su partido. Hubo un torrente de demócratas que acudieron raudos a redes sociales y entrevistas en televisión a recriminarle que los demócratas no hablan de «ilegales», sino de «personas sin papeles».
Biden posa para un 'selfie' depués del discurso
Para satisfacción de su campaña, Biden empleó con gran pericia un discurso institucional para dar comienzo a la campaña y tratar de despejar dudas sobre su estado mental. Un reciente informe de un fiscal especial encargado de investigar si quebró la ley al sustraer ilegalmente documentos de la Casa Blanca cuando era vicepresidente lo exoneró, pero añadió que es «un hombre anciano con evidentes signos de pérdida de memoria».
El presidente pidió fondos para Ucrania, denunció que Putin quiere sumir a Europa en el caos, anunció la construcción de un muelle para introducir ayuda humanitaria en Gaza, prometió bajar el precio de los medicamentos, se comprometió a volver a legalizar el aborto, anunció limitaciones a la emisión de gases de efecto invernadero, apoyó restricciones a la tenencia de armas y propuso una política fronteriza más dura, con repatriaciones que se ejecuten en semanas, y no años, como ahora.
Los republicanos lo intentaron, pero no consiguieron detener aquel torrente de ideas trufado de anécdotas y chascarrillos. De hecho Biden comenzó admitiendo: «Si fuera inteligente, me marcharía ahora mismo a casa». Con una broma, desarmó a los contrincantes. Antes, se tomó unos interminables diez minutos chocando manos, dando abrazos, tomándose 'selfies'. Todo un pasillo a lo 'millenial' por parte de un presidente que si revalida el cargo, lo ocupará entre los 82 y los 86 años.
La CNN emitió entrevistas en que analistas políticos llegaban a la conclusión de que el presidente había cambiado las reglas del juego y la campaña es ahora otra, con él por delante. Fox News, a la derecha, entrevistó a asesores y escritores de discursos de anteriores presidentes como George W. Bush que calificaron su intervención de «deshonrosa», una ofensa «sin precedentes».
Biden no pronunció el nombre de Trump en ningún momento, pero sí denunció sus intentos de perpetuarse en el poder y anular los resultados de las elecciones de 2020. «Mi predecesor le falló al pueblo americano en sus funciones más básicas», dijo Biden. Esa fórmula, «mi predecesor», la repitió 13 veces. En las encuestas, los dos candidatos van más o menos empatados, con una ligera ventaja de Trump en algunos sondeos. Las elecciones, sin embargo, no las decide el voto directo, sino unos miles de votos en estados decisivos como Michigan, Pensilvania, Arizona o Georgia.
El discurso sobre el Estado de la Unión es una visita anual del presidente al legislativo para informar a este y al país sobre los planes que tiene para el futuro. Es una tradición que permite al presidente compartir sus planes sobre diferentes temas, como la economía, la política exterior y la seguridad. Además, el presidente aprovecha para pedir al Congreso que trabaje en ciertas leyes que considera importantes, en este caso las ayudas a Ucrania.
Como en cada discurso del Estado de la Unión, hubo un «superviviente designado», el ministro elegido para refugiarse en un búnker en caso de ataque catastrófico. Se trataba del secretario de Educación Miguel Cardona. Si algo hubiera sucedido en el Capitolio, hubiera afectado a toda la línea de sucesión: presidente, vicepresidente, presidente de la Cámara de Representantes, etcétera. Eso hubiera hecho e Cardona el primer presidente hispano.
Normalmente, la primera dama invita a ciudadanos y extranjeros destacados a ver el discurso con ella desde las gradas de la Cámara. Entre los invitados de este año había mujeres afectadas por la prohibición del aborto en sus estados, activistas a favor de un mayor control de la tenencia de armas, sindicalistas y el primero ministro Ulf Kristersson de Suecia, país que el mismo día se había unido a la OTAN para contener el avance ruso.
Tradicionalmente, el partido en la oposición responde al presidente tras su discurso. La réplica la suele dar una estrella emergente, en este caso la joven senadora republicana por Alabama, Katie Britt, quien dijo que al final de su mandato, Biden es un «presidente fallido». En 1983, Biden era el demócrata que respondió a Ronald Reagan tras su segundo discurso del Estado de la Unión. Tenía ya entonces 41 años. Antes de ser vicepresidente, en 2009, Biden fue senador por Delaware 36 años, así que este discurso era, en gran medida, una vuelta a casa para él.