Biden defiende más su legado que la candidatura de Kamala: «América, te di lo mejor que tenía»

El presidente se centra más en sí mismo y en atacar a Trump que en impulsar a su sucesora en la candidatura demócrata

Las protestas buscan empañar la convención: «No nos responsabilizaremos si gana Trump»

Joe Biden durante su ovación en la convención de Chicago AFP

Javier Ansorena

Enviado especial a Chicago

Cuatro minutos duró la ovación electrizante que el Partido Demócrata le regaló a Joe Biden este lunes por la noche, ya en la madrugada del martes en España. 'We love Joe', 'Amamos a Joe', clamaban los miles de delegados, altos cargos, legisladores, autoridades ... estatales y locales reunidos en el United Palace de Chicago, el estadio de los Bulls de la NBA.

Allí se rompían las manos y le alababan más que nadie los mismos que hace un mes le rogaban, le pedían, le presionaban, le forzaban a que renunciara a su reelección como presidente de EE.UU.

Biden cedió, abandonó y señaló de inmediato a su vicepresidenta, Kamala Harris, como recambio. Los demócratas se adhirieron a ella con rapidez y alivio. La convención en Chicago pasó de ser el funeral por Biden -Donald Trump despegaba en las encuestas tras el debate desastroso del demócrata en junio- a la fiesta de Kamala.

En Chicago, el presidente se resistió a ser un simple invitado a la celebración de su segunda. El cierre de la primera jornada de la convención estaba diseñado para orquestar una entrega del relevo triunfal. Biden, sin embargo, prefirió centrarse en defender su legado y atacar a Trump. A Harris le dedicó menos minutos de los que duró esa ovación inicial.

No es que Biden no fuera elogioso con la candidata demócrata. «Fue mi primera decisión como nominado», dijo hacia el final de un discurso de más de cincuenta minutos. «Y fue la mejor decisión que he tomado en mi carrera», añadió, algo considerable si se tiene en cuenta que el presidente, de casi 82 años, ganó por primera vez un escaño al Senado con 29 años. Desde su palco, la vicepresidenta musitaba «gracias, Joe» y se lo agradecía con la mano en el pecho.

Biden también dijo de Harris que «es dura, tiene experiencia y una integridad enorme», que «su historia personal representa lo mejor de EE.UU.» -es hija de inmigrantes de Jamaica e India- y que «pondrá su sello en el futuro de EE.UU.»

Pero Biden habló, ante todo, de él. Y del que era su rival hasta hace un mes, Trump, a quien ya derrotó y al que ahora habrá que ver si consigue lo mismo Harris. «La democracia se impuso», dijo sobre las elecciones de 2020 y el posterior intento del multimillonario neoyorquino de dar la vuelta a los resultados. «Ahora hay que preservarla»; advirtió y pidió al partido -y a todo el país por la pequeña pantalla- el voto para Harris y para su candidato a la vicepresidencia, Tim Walz, actual gobernador de Minnesota.

Largo y tedioso repaso a sus logros

Biden se enmarañó en un repaso largo -y tedioso- de sus logros como presidente y en la amenaza que supone Trump. Habló de empleo, de renovables, de la reducción del crimen, de la mejora del número de entradas de inmigrantes indocumentados, de la protección de los derechos reproductivos, de la regulación del acceso a las armas, de sus nombramientos históricos -como la primera jueza negra del Tribunal Supremo-, de los precios de los medicamentos o de su apoyo a los sindicatos. «¡Gracias, Joe!», coreaban los demócratas en la retahíla de conquistas. «Gracias, Kamala», replicaba también él para incluir a la vicepresidenta.

«Trump dice que EE.UU. es un país en declive», afirmó en uno de sus ataques al expresidente. «Dice que estamos perdiendo. El que es un perdedor es él». También recordó que Trump llamó «bobos y perdedores» a soldados estadounidenses caídos en guerra. O que fue tibio con disturbios trágicos protagonizados por grupos neonazis y racistas en Charlottesville, la razón por la que siempre ha dicho que se presentó a la presidencia en 2020 (aunque lo había intentado ya en varias ocasiones.

«Tenemos que luchar por una América en la que la honestidad, la dignidad y la decencia importen y donde no haya lugar seguro para el odio», dijo. «Todos tenemos la obligación de defender la democracia. Lo hicimos en 2020 y hay que volver a hacerlo en 2024, la historia está en vuestras manos», insistió.

La diferencia es que ahora no se salvará a través de él, sino de Harris. Biden debía haberse subido a este escenario para ser aclamado por segunda vez como nominado del partido -esa fue la voluntad expresada en primarias por los estadounidenses- y ha quedado reducido a una comparsa venerable de su vicepresidenta.

«Le vi escarbar profundamente en su alma para tomar la decisión y no acudir a la reelección», había dicho unos minutos antes su mujer, Jill Biden, pieza central en la intención -ahora equivocada para muchos- de buscar la reelección como presidente octogenario. También compareció su hija, Ashley, que no suele tener mucha presencia en la luz pública. «Un corazón con coraje puede sanar una nación», dijo sobre su padre y su victoria en 2020. «Ahora necesitamos los corazones con coraje de todos nosotros».

Biden salió al escenario emocionado por la presencia de su familia y por aquel recibimiento triunfal. Pese a los aplausos y las loas, pocos de los asistentes pensaban que el cambio de candidatura pueda ser un error, con un Biden a quien el adiós a su candidatura no le ha hecho rejuvenecer. «Fue la decisión adecuada, con Kamala tenemos más oportunidades de ganar», sintetizaba Juan Vázquez, delegado de California, a este periódico cerca del escenario en el que habló Biden. «Hubiera preferido que el relevo fuera con primarias, pero entiendo la situación. Era demasiado tarde y, en realidad, los votos para Biden también eran para Kamala».

«Biden ha sido el presidente más efectivo que yo he visto y llevo cuarenta años en política», defendía Mark Gordon, alto cargo del partido en Arizona, un estado clave, sentado con el resto de su delegación. «Pero esa fue su decisión y creo que el entusiasmo que hay ahora sobre la candidatura también tiene que ver con él, porque él permitió que ocurriera».

Biden aseguró en el final de su discurso que le quedaban cinco meses en la Casa Blanca y muchas cosas por hacer como presidente. Pero era evidente que el discurso era el comienzo de su despedida para siempre: «América, te di lo mejor que tenía», proclmaó antes de que volviera a sonar otra ovación. Subió al escenario la primera dama y, después, Harris con su marido, Doug Emhoff. El excandidato y la candidata se fundieron en un abrazo. El relevo, aunque Biden se resista a celebrarlo, es un hecho.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios