Biden defiende su legado ante el recambio por Kamala: «América, te di lo mejor que tenía»
El primer día de la Convención Nacional Demócrata buscó marcar una entrega de relevo triunfal plagada de ataques a Trump ante un público entusiasmado
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Iniciar sesiónJoe Biden no debía haberse subido al escenario de la convención demócrata en Chicago el lunes por la noche, en la madrugada de ayer en España. Hace un mes, su momento estaba fijado para el jueves, en el cierre triunfal del cónclave político, ... en el que hubiera aceptado la nominación del partido para su reelección como presidente.
La película ha cambiado de manera dramática. El 21 de julio renunció a su candidatura, señaló de inmediato a su vicepresidenta, Kamala Harris, como sucesora, y el partido se adhirió a ella con rapidez y alivio.
A Biden le quedó el papel de comparsa venerable de la nueva líder demócrata y su discurso cerró la jornada del lunes, la de menos tronío de la convención.
Cuatro minutos duró la ovación electrizante que le regaló el partido nada más aparecer en escena. 'We love Joe', 'Amamos a Joe', clamaban los miles de delegados, altos cargos, legisladores, autoridades estatales y locales reunidos en el United Palace, el estadio de los Bulls de la NBA.
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Allí se rompían las manos y le alababan más que nadie los mismos que hace un mes le rogaban, le pedían, le presionaban, le forzaban a que renunciara a su reelección como presidente de EE.UU. Entre otros, Nancy Pelosi, la influyente expresidenta de la Cámara de Representantes, una de las pocas que le exigió de forma pública que abandonara y a la que Biden tardará en perdonar.
Se le caían las lágrimas al anciano líder, quizá emocionado por la presentación de su hija, Ashley, o por el discurso de su mujer, Jill, pieza clave en que el presidente decidiera a finales de 2022 ir a por la reelección pese a haber cumplido los ochenta años: «Le vi escarbar profundamente en su alma para tomar la decisión y no acudir a la reelección», dijo la todavía primera dama sobre la renuncia de su marido. O quizá las lágrimas eran por la candidatura a la que se vio forzado a abandonar, después de haber ganado a Trump en 2020 y después de que el partido no se opusiera durante meses a su intento de reelección pese a las dudas sobre su edad y su deterioro físico y cognitivo.
Para muchos demócratas, la convención en Chicago pasó de ser el funeral por Biden -Donald Trump despegaba en las encuestas tras el debate desastroso del demócrata en junio- a la fiesta de Kamala.
Pero en Chicago el presidente se resistió a ser un simple invitado a la celebración de su segunda. El cierre de la primera jornada de la convención estaba diseñado para orquestar una entrega del relevo triunfal, con la presencia de la anterior candidata que no consiguió ser la primera presidenta de EE.UU. -Hillary Clinton- y del actual presidente.
Biden, sin embargo, prefirió centrarse en defender su legado y atacar a Trump. A Harris le dedicó menos minutos de los que duró esa ovación inicial.
No es que Biden no fuera elogioso con la candidata demócrata. «Fue mi primera decisión como nominado», dijo hacia el final de un discurso de más de cincuenta minutos. «Y fue la mejor decisión que he tomado en mi carrera», añadió, algo considerable si se tiene en cuenta que el presidente, de casi 82 años, ganó por primera vez un escaño al Senado con 29 años. Desde su palco, la vicepresidenta musitaba «gracias, Joe» y se lo agradecía con la mano en el pecho.
Biden pidió el voto a Harris para «preservar la democracia» frente a la amenaza de Trump y calificó a la candidata demócrata como «dura, experimentada y una integridad enorme».
Pero se dedicó, ante todo, a defender sus políticas, con las que Harris tiene que conseguir un equilibrio entre celebrarlas y ofrecer algo nuevo y más convincente a los votantes. Y también a atacar a Trump, en un anticipo del papel que le queda para el resto de campaña electoral. «Trump dice que EE.UU. es un país en declive», afirmó en uno de sus ataques al expresidente. «Dice que estamos perdiendo. El que es un perdedor es él».
Biden hizo un repaso tedioso de sus logros en la Casa Blanca y el público respondía con gritos de «¡gracias, Joe!», a lo que él, en ocasiones, apostilló con un «gracias, Kamala», para hacer partícipe a su vicepresidenta. En el final de su discurso advirtió de que le quedaban cinco meses en la Casa Blanca y muchas cosas por hacer como presidente. Pero era evidente que el discurso era el comienzo de su despedida para siempre: «América, te di lo mejor que tenía», proclamó antes de que volviera a sonar otra ovación. Se fundió en un abrazo con Harris en el escenario, en la materialización de un relevo que él nunca quiso, tampoco ahora.
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