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Soldados ucranianos en un centro de entrenamiento EFE
Milton Merlo

Milton Merlo

Río de Janeiro

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Joe Biden ha llegado este domingo a Río de Janeiro para la cumbre del G20 con una novedad de alta densidad en lo referente a la guerra en Ucrania: el Gobierno de Kiev podrá atacar a tropas del Kremlin en suelo ruso con misiles de largo alcance de fabricación estadounidense. Así lo revelaron fuentes de su administración a los periódicos 'The New York Times' y 'Washington Post'.

La determinación de permitir a los ucranianos utilizar estas armas, conocidas como ATACMS, llega después de que Vladímir Putin optase por incorporar en sus filas a militares de Corea del Norte y, además, de un fuerte ataque contra Ucrania que tuvo lugar la noche del sábado.

Este giro agrega tensión al foro del G20, donde se buscaba emitir una declaración en tono neutro sobre la guerra en Europa y evitar que ese conflicto opaque acuerdos referidos al cambio climático y la lucha contra la pobreza.

De hecho, la guerra en Europa ha quedado como uno de los últimos temas para tratar entre las diferentes delegaciones porque, se entiende, es donde surgirían mayores divergencias. Estas conversaciones las conduce Celso Amorin, el principal asesor de Lula Da Silva en política exterior.

Meses atrás el presidente de Brasil impulsaba que la cumbre, que comienza este lunes, sirviera para alcanzar acuerdos sobre cómo detener la guerra, pero ahora Biden, con una postura más agresiva hacia Moscú, anula las posiciones tendentes al diálogo.

El presidente sudamericano conversó en septiembre con Putin e impulsó una propuesta elaborada en conjunto con su homólogo chino, Xi Jinping – la figura central de esta cumbre -, para reducir la escalada del conflicto y reforzar la ayuda humanitaria. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, rechaza ese plan porque entiende que esconde la intención de que su país ceda territorio invadido por Rusia.

La decisión de Biden refuerza la posición de Zelenski y eleva la agresividad contra Putin a dos meses de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca.

El presidente de Estados Unidos busca, así, contrarrestar la imagen de que su Administración ya está liquidada, después de la derrota de hace dos semanas de Kamala Harris frente a Trump.

Si bien algunos funcionarios estadounidenses han expresado su escepticismo de que permitir ataques de largo alcance cambie el destino de la guerra, la decisión podría ayudar a Ucrania en un momento en que las fuerzas del Kremlin están ganando terreno y situar a Kiev en una mejor posición de negociación en unas hipotéticas conversaciones de alto el fuego.

En la práctica, el Ejército ucraniano podía emplear hasta ahora misiles estadounidenses con un rango de unos 80 kilómetros, mientras que a partir de ahora podrá alcanzar los 300.

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