La batalla de Los Ángeles se alarga y abre otra guerra política en EE.UU.
Trump amenaza con arrestar al gobernador de California, que demanda al presidente por su despliegue «ilegal» del ejército
Trump amenaza con detener al gobernador de California

La policía de Los Ángeles levantaba barricadas este lunes en las inmediaciones del ayuntamiento de la segunda ciudad de EE.UU., en anticipación de una nueva jornada de tensión y violencia alrededor de las redadas ejecutadas por el Gobierno de Donald Trump para detener ... inmigrantes indocumentados y tras la decisiones del presidente de EE.UU. de desplegar -contra la voluntad de las autoridades locales- la Guardia Nacional.
Después de una noche de disturbios en el centro, las protestas volvieron a registrarse por cuarto día consecutivo en Los Ángeles. Las de la víspera sumieron al centro de la ciudad californiana en el caos: enfrentamientos de manifestantes y agitadores con la policía, respuesta con gas lacrimógeno y material antidisturbios por parte de los agentes, vandalismo, saqueo de negocios…
Las protestas comenzaron el viernes, después de que la policía de Inmigración y Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés, conocida como 'la migra' en la comunidad inmigrante) llevara a cabo redadas en centros donde algunos inmigrantes trabajan o buscan trabajo, como un establecimiento de Home Depot, una cadena de tiendas de ferretería, hogar y material de construcción.
Este lunes se celebró una nueva protesta en las inmediaciones del ayuntamiento para condenar la mano dura de Trump en política migratoria y, de forma específica, la detención de David Huerta, un líder sindical, presidente del Sindicato Internacional de los Empleados de Servicio en California. Huerta, que es estadounidense, fue arrestado y resultó herido el pasado viernes mientras documentaba una redada migratoria en un centro de trabajo. Se enfrenta a cargos por obstrucción de la acción de la policía y estaba detenido en el Centro de Detención Metropolitana, donde comenzaron los disturbios del domingo, antes de que se desparramaran por el centro de Los Ángeles.
También se celebró una concentración en uno de los lugares donde ocurrieron las redadas, en la que participaron algunos familiares de los detenidos. «Mi familia y yo no hemos podido hablar con mi padre», dijo Yurien Contreras, una estudiante menor de edad.
En la mañana del lunes quedaban restos de los disturbios de la noche anterior: montañas de ceniza de la media docena de coches calcinados, todos ellos taxis sin conductor de la empresa Waymo (anunció este lunes que sus vehículos dejarán de circular por ahora en el centro); tiendas parapetadas con tablones a la espera de nuevos incidentes y multitud de graffiti en las paredes de los edificios oficiales, dominados con los lemas: 'Que le jodan a ICE', 'que le jodan a Trump', 'que le jodan a la policía de Los Ángeles'.
Doble batalla
La batalla es doble: en las calles de Los Ángeles y en la arena política, donde Trump busca utilizar los disturbios como la mejor prueba de la necesidad de su mano dura. Y todo dominado por un despliegue contundente de agentes de la policía de Los Ángeles y de otros cuerpos de seguridad de otras localidades de California, que acudieron para apoyar en la contención de las protestas.
Las redadas y los disturbios han provocado una confrontación agria entre el presidente de EE.UU. y las autoridades locales de Los Ángeles y de California -una ciudad y un estado dominados por los demócratas- que acusan a Trump de provocar y exaltar los incidentes con su decisión de desplegar la Guardia Nacional en las calles de la ciudad.
El multimillonario neoyorquino ordenó a través de un decreto el despliegue de «al menos» dos mil miembros de la Guardia Nacional de California, un cuerpo militar estatal. Lo hizo contra la opinión del gobernador del estado, Gavin Newsom, quien tiene la competencia en el uso de estas fuerzas, y lo basó en poderes extraordinarios del presidente para contener una invasión o una rebelión.
Durante el lunes, Trump calificó a los protestantes como «insurrectos», lo que podría ser un anticipo de la invocación de la Ley de Insurrección de 1807.
Por el momento, Newsom anunció una demanda contra la Administración Trump por el despliegue de la Guardia Nacional, efectuado a través de las órdenes del Pentágono. Esto fue confirmado por el fiscal general de California, Rob Bonta, que detalló que la demanda defenderá que la Administración «abusó de la autoridad del Gobierno federal» y que no tomó «los pasos estratégicos que se deberían haber dado para parar los disturbios y prevenir la escalada». Según Bonta, el Gobierno puso a la Guardia Nacional en manos federales de manera «ilegal».
La alcaldesa de la ciudad, Karen Bass, como otros líderes demócratas locales, defendió que Trump actuó de forma «deliberada» para provocar disturbios y caos y ganar un tanto político.
Pero el jefe de la policía de Los Ángeles, Jim McDonnell, no tenía tan claro que no hiciera falta la presencia de los militares ante la deriva violenta que han tomado las protestas. «¿Que si los necesitamos?», dijo sobre los miembros de la Guardia Nacional. «Viendo lo que ha pasado esta noche, esto estaba fuera de control», dijo, aunque sin confirmar que su presencia fuera necesaria.
«Si no lo hubiéramos hecho, Los Ángeles hubiera quedado completamente destrozada», escribió Trump en su red social este lunes, en su estilo hiperbólico, sobre el despliegue del ejército. Después, echó más leña al fuego amenazando con detener a Newsom, un político con quien ha encadenado peleas y paces y que siempre está en las quinielas de los presidenciables demócratas.
«Yo lo haría», dijo a los reporteros en la Casa Blanca sobre la advertencia de su llamado 'zar fronterizo', Tom Holman, de detener a las autoridades locales, incluyendo a Newsom y a Bass, que obstaculicen la labor de ICE.
Era ante todo una declaración provocadora. Tanto el propio Holman como la Casa Blanca aseguraron que no había planes para detener a ningún político californiano, aunque sí advirtieron que serían imputados si obstruyen la labor de las autoridades federales.
Cuando le preguntaron si los disturbios en Los Ángeles eran provocados por personas que ICE intenta deportar o por agitadores profesionales, Trump no dudó: «Los que están causando problemas son agitadores profesionales, son insurrectos. Gente mala. Deberían estar en la cárcel».
Algunos políticos demócratas, como el concejal Mark González, también fueron muy críticos con las protestas: «Estos no son manifestantes, son agitadores», defendió. «Sus actos son temerarios, peligrosos y provocan justo lo que Trump desea».
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