Australia revierte su decisión de considerar a Jerusalén como capital de Israel

Australia, gobernada hace cuatro años por los conservadores, se sumó en aquel momento a la decisión de EE.UU., pero no llegó a consumar el traslado de sus dependencias a Jerusalén. El nuevo Gobierno australiano afirma ahora que la cuestión de la capitalidad de la Ciudad Santa de las tres religiones monoteístas debe abordarse en la fase final de las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, un proceso relanzado en 1993 con los Acuerdos de Oslo que, como se sabe, lleva años paralizado.

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Rosalía Sánchez

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El estatus de Jerusalén es una de las cuestiones más difíciles del proceso de paz de Oriente Próximo, porque en él se funden razones políticas, religiosas y emocionales de mucho calado, no solo para Israel y Palestina sino también para todo el Occidente cristiano.

Tras su conquista por parte de Israel en la guerra de 1967, la ocupación militar de Jerusalén no ha bastado para afirmar, por la vía de los hechos, la realidad de que la ciudad está partida en dos: una zona occidental hebrea, muy desarrollada e impoluta, y una zona oriental, habitada por los árabes palestinos -musulmanes y una minoría cristiana- insegura y depauperada en materia de servicios públicos.