¿Por qué atacar en Qatar es para Israel cruzar una línea roja?

Después de eso podría bombardear La Moncloa si Pedro Sánchez invitara a algún líder de Hamás

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Ataque israelí en Doha (Qatar)

Con el bombardeo del edificio en Doha donde se reunían líderes de Hamás, el Gobierno de Netanyahu ha querido no solo eliminar a la nueva jerarquía del grupo armado palestino sino lanzar una advertencia al mundo: nada ni nadie parará su sed de venganza, ... ni su determinación de aniquilar a los autores del ataque contra Israel del 7 de Octubre.

¿Cuántas soberanías nacionales han sido violadas desde entonces por albergar a los islamistas? La lista es amplia. Para empezar, la del Líbano, por la ayuda del movimiento radical chií Hizbolá a Hamás. En la nueva Siria, encabezada por un movimiento islamista suní tras la caída de Bachar al Assad, Israel ha llevado a cabo en un año un centenar de incursiones armadas, casi todas aéreas; el motivo: evitar que grupos yihadistas afines a Damasco y a Hamás se hicieran fuertes y «amenazaran la seguridad» del vecino israelí.

A ellas hay que sumar los sucesivos bombardeos de objetivos en Yemen, a raíz de los ataques de los rebeldes hutíes a embarcaciones en el Mar Rojo y los drones lanzados contra Israel. Y la 'joya de la corona', el último ataque aéreo israelí contra Teherán.

Qatar no es un enemigo declaradamente hostil del Estado sionista, aunque no tiene relaciones con Israel ni se esperan. Es un mini-Estado del Golfo Pérsico, de apenas tres millones de habitantes de los que solo 300.000 gozan de la ciudadanía, pero con una proyección incalculable en el mundo de los negocios, de la comunicación y de la diplomacia, tras décadas de inversiones de su fabulosa riqueza en gas y petróleo. Los anglosajones lo denominan 'soft power', un poder suave que es mejor no afrontar sin guardarse las espaldas.

Qatar rivaliza con Arabia Saudí por el protagonismo en el mundo árabe. Y cuenta no solo con inversiones en Occidente, sobre todo en el área de los espectáculos y los medios de comunicación. Es propietaria de Al Yasira, la cadena de noticias más influyente en el mundo árabe. En el terreno diplomático, juega con dos barajas. Qatar es la base del Comando Central de Estados Unidos en la región. Y al mismo tiempo mantiene excelentes relaciones con todos los enemigos islamistas de Occidente: Irán, los talibanes, Al Qaida, los Hermanos Musulmanes y Hamás. Doha justifica esa política presentándose como 'mediador' de conflictos.

El régimen catarí no tiene apenas ejército por lo que en ese terreno su protesta contra Israel no tendrá consecuencias militares. Pero con su acción, el Gobierno ultranacionalista de Netanyahu ha cruzado un rubicón, y tendrá que atenerse a las consecuencias. Si quería asustar a todos con su falta de mesura -como la que desde hace tiempo muestra en Gaza- el ataque contra Qatar y sus huéspedes ha sido un buen botón de muestra. Uno se pregunta si Netanyahu daría la orden de bombardear la Moncloa si Pedro Sánchez tuviese la originalidad de invitar a algún dirigente de Hamás en el exterior.

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