Los astilleros de Portugal donde se fabrican las narcolanchas con destino a España
Los mejores clientes de estos talleres del Alto Miño son colombianos y gallegos que podrían llegar a pagar hasta 250.000 euros por cada embarcación. Aprovechando un vacío legal, navegan desde la costa lusa hasta determinados puntos del Atlántico para recibir la droga y transportarla hasta la Península Ibérica
Las jerarquías de la narcolancha
Alto Miño
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Iniciar sesiónEl mar está agitado en Moledo, una antigua freguesía portuguesa en la región del Alto Miño, que limita al norte y al este con Galicia. Los pescadores no se atreven a salir del puerto en un día de invierno en la última playa atlántica de ... Portugal. A partir de ese punto, el río Miño baña la tierra y es la frontera natural entre los dos países, desembocando en la localidad de Caminha. En sus orillas, l comercio transfronterizo es una forma de vida. Sin embargo, en algunas comunidades pesqueras la antigua práctica del contrabando ha dado paso al tráfico de drogas.
Narcolanchas 'made in' Cataluña para transportar hachís desde Marruecos
Elena BurésEs la primera vez que los Mossos y la Guardia Civil detectan en Gerona una organización dedicada a la logística para el traslado de la droga por vía marítima
Entre Monção, Melgaço y Valença, en la mencionada región, y a través de las antiguas rutas del tráfico de café, tabaco y bacalao, se ha instalado un nuevo negocio de contrabando: empresas náuticas y pequeños astilleros que producen «narcolanchas» para los clanes de narcotraficantes gallegos del norte de Portugal, entre otros.
A las puertas de una fábrica, a dos kilómetros del centro de Monção, nada parece indicar que el crimen organizado viva en el pueblo. Si bien –y como ha podido saber este diario– la Policía Judicial portuguesa, en colaboración con las autoridades españolas, están investigando la actividad que se lleva a cabo en una de las naves. A pocos metros del río Miño, se puede ver Salvaterra do Minho, al otro lado, ya España. En Monção vemos una casa grande como tantas otras, con las puertas y ventanas cerradas. El patio trasero, amurallado, está cubierto por un cobertizo de amianto y los árboles que lo rodean protegen de miradas indiscretas. Hay motivos para ocultar.
En esta pequeña fábrica se producen todo tipo de embarcaciones, también aquellas que alimentan el negocio del narcotráfico. Allí se mezclan con otras de recreo y pesca. Ningún cliente es bienvenido. «Trabajamos a puerta cerrada», dice un trabajador de 40 años a este diario. ABC intentó ponerse en contacto con el propietario sin éxito y, para no poner en peligro la investigación judicial, no revelará el nombre de la empresa cuyos mejores clientes son colombianos y gallegos que pueden llegar a pagar hasta unos 250.000 euros por cada barco.
Pontevedra
Astilleros en la frontera
de España y Portugal
ESPAÑA
Vigo
Melgaço
Monçao
Valença
Región del
Alto Miño
Océano
Atlántico
PORTUGAL
ABC
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No se trata de un caso único; al contrario, estas plataformas proliferan en la orilla portuguesa del Miño. En Cerveira, otra localidad entre Moledo y Monção, hay un almacén abandonado donde la Guardia Nacional Republicana incautó, hace un año, ocho narcolanchas e identificó a tres españoles. A este lado de la frontera, proliferan en comunidades pesqueras transfronterizas. Sobre el narcotráfico, impera la ley del silencio, nadie lo ha visto ni oído.
También en esta orilla del Miño, el mito de la narcocultura va tomando forma. Los jóvenes cuelgan fotos en las redes sociales conduciendo lanchas rápidas, más o menos equipadas; algunos sueñan con convertirse en lancheros. Artur Vaz, director de la Unidad de Lucha contra el Narcotráfico, habla de la proliferación de estos grupos no sólo en el sur de España, sino también en la orilla portuguesa del Miño. A este lado del río, hay pocos empleos, el pescado no da dinero y es fácil reclutar a los parados.
«Desde 2020 hay movimientos del crimen organizado en Portugal para producir, almacenar y lanzar al mar estas embarcaciones», explica Artur Vaz a ABC. Cuando las narcolanchas se detectan en Portugal «hay indicios de delito de tráfico», añade, reconociendo que la práctica se ha afianzado en las regiones de Riaia.
No son ilegales
Las embarcaciones de alta velocidad no son ilegales en Portugal, por lo que los traficantes utilizan las regiones fronterizas como factorías, almacenes y muelles de embarcaciones cuya fabricación, reparación, modificación, tenencia, comercio y uso es delito de contrabando en España desde 2018. Aunque estén fondeadas en tierra y no tengan carga ilícita, son «mercancía prohibida». Pero hay un vacío legal entre las dos orillas.
Así, para cerrar esta laguna en el lado portugués, que permite a las redes de narcotraficantes burlar la ley española sin consecuencias penales, el Ministerio de Justicia luso ha elaborado «una propuesta legislativa para reforzar el régimen jurídico relativo a estas embarcaciones», responde este ministerio a ABC.
El objetivo de la ley es prohibir la tenencia, navegación y fabricación de embarcaciones en Portugal, con la excepción de las que estén registradas en los servicios náuticos, algo similar a lo que ocurre con la tenencia ilícita de armas. Vaz afirmó que la ley está «en su versión final», tras un año de trabajo del grupo de trabajo informal liderado por el Ministerio de Justicia, con la Policía Judicial, la Autoridad Marítima Nacional, los Ministerios del Mar y de Economía, Administración Interna y Defensa. La legislación del Gobierno estaría en línea con «la experiencia de otros países europeos, en particular España». La premisa de la legislación es homogeneizar las políticas de lucha contra el narcotráfico en la Península Ibérica. «Consciente de la urgencia de este asunto, el Ministerio de Justicia dio especial prioridad al trabajo legislativo». Sin embargo, «el texto estaba siendo ultimado para su entrada en el circuito legislativo cuando se disolvió la Asamblea de la República», anunció una fuente oficial.
El Ministerio de Justicia luso ultima una ley para prohibir la tenencia, navegación y fabricación de embarcaciones en Portugal
Dicho esto, la dimisión del Primer Ministro portugués, António Costa, en noviembre, con la caída del Gobierno, ha frenado el avance de una legislación «fundamental» para combatir el tráfico internacional de drogas. Con la ley ya ultimada, el Ministerio de Justicia aplaza su aprobación al próximo ejecutivo, mientras que la Policía espera que haya sentido común para aprobar este expediente.
Hasta entonces, la fábrica sigue produciendo en Monção, sin que los implicados sean juzgados por ello. «Las autoridades portuguesas incautan los buques de forma preventiva», explica Vaz. Sin embargo, el trabajo de investigación para vincular a los compradores con los proveedores es prioritario y más eficaz que cualquier incautación, ya que en Portugal no se condena a nadie. Según Luís Sousa, comandante de la Autoridad Marítima Nacional, a veces los narcobuques detectados en el río Miño no son capturados, sino que permanecen en las rutas de tráfico bajo la atenta mirada de la policía marítima, que los espía y sólo los intercepta cuando están cargados de droga. «Las cantidades que entran en la Península Ibérica suelen tener como destino otros países europeos», subraya Vaz.
La ruta de la 'harina'
El Informe Mundial sobre Cocaína 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) señala esta región fronteriza, entre el Alto Miño y Galicia, como una de las puertas de entrada a Europa desde América Latina, a través de Cabo Verde o Guinea-Bissau. El documento explica que parte del tráfico de cocaína en Portugal está «gestionado por grupos asentados en España», en Galicia. La harina, como la llaman en esta región, se transporta por mar hasta el norte de Portugal, se descarga de noche en una playa y se lleva a la región española por carretera. Vaz añade que las mayores cantidades de cocaína se transportan en contenedores marítimos, aunque los traficantes no renuncian a las lanchas rápidas, que «navegan hasta determinados puntos del Atlántico para recibir la droga y transportarla hasta la costa».
Las lanchas cumplen dos funciones, explica Luís Sousa: «El transporte de material estupefaciente de hasta cuatro toneladas de carga» y «agua, combustible, comida y ropa», ya que los cargueros, debido a su alto consumo de gasóleo, «no tienen autonomía para viajes completos». También están «las liebres», dice Sousa, argot policial para las lanchas rápidas sin mercancía que se utilizan para despistar a las autoridades.
Según fuentes oficiales, desde 2020 se han incautado en Portugal unas 60 narcolanchas. Algunas de ellas son luego reutilizadas por infantes de marina para camuflarse y ser más eficaces en misiones de lucha contra el narcotráfico.
Los dos guardia civiles asesinados en Barbate han puesto en alerta a las autoridades portuguesas: «Hay una escalada de violencia por parte de los narcotraficantes», dice Sousa. En febrero de 2023, «una embarcación sospechosa embistió a una lancha de la Policía Marítima, hiriendo a dos agentes». Por suerte, añade, allí no hubo muertes.
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