Asalto al Cuartel Moncada: setenta años de revolución y de derechos humanos pisoteados en Cuba

El objetivo era tomar la segunda fortaleza militar del país y provocar un levantamiento nacional en contra de la dictadura de Fulgencio Batista para así recuperar la constitucionalidad quebrantada por este en marzo de 1952.

Los asaltantes eran unos 160, la mayoría residían en el occidente del país y se dirigieron a Santiago de Cuba sin conocer el objetivo. Fidel les comunicó los planes la noche anterior, algunos se opusieron y una docena desertaron.

En la madrugada del 26 de julio de 1953, vestidos con uniformes del ejército batistiano, los jóvenes se dirigieron a sus objetivos. El grupo principal atacaría el Moncada, otros tomarían edificios contiguos al cuartel desde donde apoyarían la acción, como el Hospital Civil Saturnino Lora y el Palacio de Justicia, en donde participó Raúl Castro, hermano de Fidel. Como apoyo, otro grupo tomaría simultáneamente el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, ciudad situada en el centro de la provincia de Oriente.

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La escaramuza principal en el Moncada duraría unos veinte minutos, parte de los cuales intentaron reorganizarse; los militares los superaban en hombres y armamentos. De inmediato, Fidel ordenó la retirada pero, al no haber comunicación entre los grupos, el resto no recibió la orden.

Varios errores estratégicos incidieron en el fracaso. Fidel huye, junto a varios compañeros, a lomas cercanas a la Gran Piedra, en Santiago de Cuba. El ejército batistiano sufrió 18 muertos y 28 heridos en Moncada. Los asaltantes tuvieron nueve bajas en combate, 11 heridos (4 por fuego amigo), y alrededor de 35 participantes en las acciones fueron apresados y luego ejecutados, sin juicio previo, por órdenes del coronel Chaviano, jefe militar del Cuartel Moncada y de la provincia de Oriente. Hubo además 9 civiles muertos en Santiago de Cuba. Una semana más tarde, Fidel se entregaba a las autoridades.

Contrario a las versiones que luego construyó la historiografía oficial, el historiador Antonio Rafael de la Cova asegura que, aunque un número considerable de asaltantes hechos prisioneros fueron masacrados horas después del ataque, no existe evidencia de que se produjeran actos de tortura contra ellos. Para De la Cova, «la tortura de los rebeldes capturados es uno de los mitos del Moncada».

En las semanas siguientes se desarrollaron los juicios. Fueron enjuiciados 57 asaltantes (19 resultaron absueltos y 6 acusados estaban prófugos). Fidel Castro fue condenado a 15 años de cárcel, su hermano Raúl a 13, y otros 30 recibieron condenas de entre 7 meses y 13 años. A todos los procesados se les respetaron sus derechos, no se cohibió a ningún testigo ni se impidió el testimonio de nadie. Fidel Castro incluso tuvo la posibilidad de hablar alrededor de dos horas durante su juicio.

Castro reconstruiría desde su celda su alegato de defensa conocido como 'La historia me absolverá', frase que nunca pronunció, según consta en las actas del juicio y en testimonios posteriores.

Los hermanos Castro, junto a otros 28 condenados a prisión, fueron recluidos en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos. Durante el encarcelamiento, permanecieron separados de los presos comunes, no se les obligó a usar el uniforme de reo ni a realizar trabajos forzados. Fidel incluso tenía acceso a los libros que solicitara y a la radio, a una pequeña cocina donde hacía café y algunos platos de su gusto, diariamente le llevaban comida que le preparaban en casa de una familia amiga fuera del penal, recibía cartas, envíos y visitas de sus familiares y amigos.

Tras veintidós meses de prisión, como un intento de mejorar la imagen de su Gobierno y ante los reclamos populares, Batista concedió la amnistía a todos los asaltantes encarcelados.

Aunque fue una derrota militar, el asalto al Moncada representó una victoria política que alumbraría el Movimiento 26 de Julio; Castro sería reconocido desde entonces en todo el país.

En el Cuartel de la Moncada, ayer el régimen cubano conmemoró la fecha en un acto al que asistieron el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y el General de Ejército, Raúl Castro.

«Otra vez Santiago vuelve a juntarnos en una de las celebraciones más grandes de la patria. (…) Hoy la historia pide hablar del tiempo de aquellos muchachos que cambiaron la historia», dijo Díaz-Canel.

El también primer secretario del Partido Comunista de Cuba recordó que, desde 1959, Cuba es «un pueblo que defiende la revolución y el socialismo». Y añadió que, «mientras el Gobierno de Estados Unidos persista en su intento de asfixiarnos con su genocida bloqueo, tendremos un Moncada que asaltar».

Tras la derrota de Batista en 1959, Fidel Castro pasó a ser el nuevo dictador y se mantuvo en el poder más de 40 años, lo sustituyó su hermano Raúl y luego Díaz-Canel, el títere de la familia Castro y la cúpula militar.

Castro incumplió todas sus promesas, como restituir la Constitución de 1940 y convocar a elecciones. Varios de sus compañeros luego lucharon en su contra, como Mario Chanes de Armas, a quien Castro encarcelara durante 30 años.

En la década de los cincuenta, pese a ser Cuba un país subdesarrollado y desigual, mostraba algunos indicadores que lo ubicaban entre los primeros puestos: era el principal productor de azúcar, la producción de alimentos era sufuciente para garantizar el 75% del consumo interno; había seis millones de cabezas de ganado, aproximadamente una cabeza de ganado por habitante. Según la ONU, el PIB total de Cuba, en 1958, era de 2.360 millones de dólares, mientras la renta per cápita era de 356 dólares, colocando a Cuba entre los primeros cinco puestos en América Latina.

Sin embargo, en setenta años el país se ha empobrecido. Según la edición de 2022 del Índice de Miseria, que elabora el economista estadounidense Steve Hanke, Cuba es el noveno país más pobre del mundo. Según la Heritage Foundation, es el segundo Estado con menos libertad económica actualmente.

A 70 años del asalto a Moncada, se han agravado también los problemas sociales y las violaciones de derechos humanos, con más de mil presos políticos, quienes ni siquiera dispararon armas ni mataron, como sí hicieron esos asaltantes del Moncada cuya gesta cada año el régimen rememora.