Quiénes son los aruhacos, el pueblo prehispánico que ha viajado a Grecia para luchar contra el cambio climático

Noticia Relacionada

Eduardo Matos Moctezuma: «Hay que conocer la Historia, pero mirar hacia el futuro»

Mónica Arrizabalaga

El arqueólogo mexicano, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2022, cree que México y España deben estrechar aún más sus relaciones

La delegación, presidida por los mamos Kuncha y Camilo, y formada por un total de cinco miembros del pueblo prehispánico aruhaco -entre los que se encuentra Ati Gunnawi, activista medioambiental considerada por Forbes como una de las 100 mujeres más relevantes de Colombia-, ha recorrido los principales centros religiosos de la antigua Grecia: la Acrópolis de Atenas, el Santuario de Apolo en Delfos y el Templo de Poseidón en Sunio. Junto con la delegación ha viajado el director de cine Daniel Ferguson, quien está preparando un documental para Netflix sobre la cosmogonía de los aruhacos y su cuidado del medio ambiente.

El sistema de pensamiento compartido por los arhuacos y sus pueblos vecinos fue incluido recientemente en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Mamo Kuncha solo habla en 'iku', lengua amerindia de la familia chibchana que se caracteriza por su complejidad y su elaborada retórica. Considerado como uno de los idiomas más difíciles de traducir, durante nuestro encuentro fue imprescindible la ayuda de Noel Torres, traductor oficial de la delegación.

Hasta la proclamación de la Constitución de 1991, los pueblos originarios de Colombia eran considerados salvajes y debían ser tutelados. Conscientes de la importancia que su apertura al mundo tiene en la conservación de sus territorios y su cultura, los aruhacos han empezado a enviar a sus hijos a la universidad, usan relojes, teléfonos móviles y visitan otras naciones para establecer convenios de cooperación. Como forma de mantener intacto su territorio y sus lugares sagrados, los arahucos están adquiriendo terrenos en las faldas de la Sierra Nevada, gracias a donaciones, herencias, y compra directa. El objetivo es ampliar su territorio con 195.000 hectáreas. Hasta el momento, han conseguido unas 60.000. El problema es que parte de la zona que quieren recuperar está repleta de explotaciones mineras y ubicada en uno de los corredores de narcotraficantes más importantes de Colombia.

En la visita a los centros espirituales de la Antigüedad los mamos no están interesados en saber quién construyó los templos o a qué dios estaban consagrados, para ellos lo importante es el mensaje que transmiten las piedras originarias. «Encontramos similitudes con lugares de nuestra Sierra. Los templos y sus historias son parecidos. Lo diferente son las obras que se construyeron sobre estos sitios», explica Salcedo, a quien los muros ciclópeos de la Acrópolis le recuerdan los de la Ciudad Perdida de Colombia.

Las leyes de los arahucos prohíben cualquier tipo de construcción o de cambios en los lugares sagrados, por ello, el Mamo Kuncha considera que la Roca Sagrada estaba bien hasta que el hombre construyó los templos sobre ella. «Las piedras originarias que están aquí tienen espíritu, pero las que fueron traídas hasta aquí, no lo tienen», afirma el mamo. En cambio el suelo, la roca sobre la que está construida los templos, sí. «El espíritu originario está aquí», sostiene mientras critica duramente la explotación comercial y turística del monumento Patrimonio de la Humanidad. «El uso que se le está dando ahora no es el que se le debía dar desde las órdenes espirituales originales. El mandato originario, su espíritu está aquí, el hombre visita el lugar no tanto por las piedras originarias, que tienen vida, sino por las piedras que fueron transformadas y que no tienen espíritu, están muertas», afirma.

Comentamos, también, la medida que permitirá visitas exclusivas a la Acrópolis, por las que un grupo de máximo de cinco personas, podrán acceder durante dos horas a la Acrópolis, previo pago de 5.000 euros, en horas en que el monumento está cerrado al público general. «Toda esa transformación y esas medidas que buscan un mayor beneficio no tienen sentido. La ambición les conducirá por el camino del acabose final», sentencia el mamo.

Nuestra conversación sobre el saqueo de los bienes de los pueblos originarios de Colombia nos lleva a Lord Elgin. Los mamos opinan que se trata de «una pelea en el mundo material, por algo que no tiene vida pero sí historia. Desde el punto de vista de la historia, Grecia ve necesario que le devuelvan sus bienes arqueológicos, algo totalmente normal en las sociedades humanas. Sin embargo, desde nuestra concepción, nos da igual que esas obras estén acá o allá porque son algo que no tiene vida», explica. También sale a colación el asunto de la propiedad del Galeón San José, protagonista de una disputa entre España y Colombia. «Ese oro es de los pueblos indígenas de Colombia y punto. Pero nosotros no lo estamos peleando. Sí llevamos en la memoria que nos robaron. Nos saquearon el oro pensando que ahí estaba el poder, pero resulta que el poder estaba en la montaña, en las piedras. Por nuestra parte pueden llevarse el oro pero que dejen intacta la Sierra Nevada», sentencian. «Nosotros no estamos peleando por él. Por él pelean los gobiernos que son iguales. Están peleando los que roban por algo que no les pertenece. Les debería dar más bien vergüenza», añade Torres.

«Esas piedras originarias piden que se mantenga la originalidad y que no se busque más transformación para llamar la atención y atraer a más gente, porque eso no es lo que se necesita. La tierra no nos necesita, nosotros sí necesitamos de la tierra. Pero en el espíritu mercantil, económico, lo transformamos para que la gente venga. Pero la gente no va a venir para ver las piedras originarias», apunta el Mamo Camilo. Casi como una premonición, un día después de la visita de los aruhacos a la Roca Sagrada, tuvo lugar un polémico evento organizado por la Cámara de Comercio Heleno-India que contó con actores disfrazados de dioses, amazonas, héroes y estatuas clásicas, una muestra más de nuestra desconexión con la tierra y el mensaje original.

Tras la visita a la Acrópolis, seguimos la calzada de Pikionis hasta la Cárcel de Sócrates, supuestamente el lugar donde el filósofo tomó la cicuta tras ser condenado a muerte por «corromper menores». Mamo Kuncha se acerca a la roca y me comenta que es un lugar lleno de dolor y manchado de sangre. «Ahora todos hablan de filosofía pero no es una filosofía natural, como fue la de los primeros pensadores griegos, ahora tenemos que estudiar la filosofía de ellos para decir que somos filósofos. Esa transformación es lo que causa problemas en la actualidad. Trajo el odio de otras personas, la avaricia de otros pueblos y se perdió la originalidad», reflexiona el mamo.