La sociedad egipcia, dividida un año después del comienzo de su gloriosa revolución
La reticencia del Ejército a abandonar el poder y el desgaste de los movimientos revolucionarios sumen en el desconcierto al país del Nilo
La sociedad egipcia, dividida un año después del comienzo de su gloriosa revolución
Un año después de que los egipcios consiguieran con una gloriosa revolución pacífica sacudirse de encima tres décadas de dictadura, el país del Nilo sigue sumido en la incertidumbre. El tesón de los manifestantes de la plaza Tahrir ha conseguido poner al que muchos ... consideran ya el último faraón de Egipto, Hosni Mubarak , ante el juez, y el país ha celebrado las primeras elecciones libres –aunque imperfectas- de su historia, protagonizadas por la victoria indiscutible de los islamistas .
Pero la reticencia que ha mostrado el Ejército a abandonar las riendas del poder , y el desgaste al que se han visto sometidos muchos de los movimientos revolucionarios, que buscan una ruptura radical con el régimen anterior, ha terminado por dividir a los egipcios.
Los militares desempeñaron un papel importante en la caída de Mubarak , y sirvieron de fuerza aglutinadora en aquellas primeras semanas del nuevo Egipto. Sin embargo, su fracaso a la hora de emprender reformas democratizadoras, y su intento de mantenerse entre las bambalinas del poder ha llevado a muchas voces críticas a considerar que en Egipto, como en la novela del Gatopardo, « todo ha cambiado para que nada cambie ».
Un año después, la prensa vuelve a sufrir censuras, se sigue torturando a detenidos en las comisarías -ahora también en dependencias militares-, las manifestaciones vuelven a ser reprimidas y se siguen agitando las viejas banderas del régimen que hablan de « conspiraciones extranjeras » que buscan desestabilizar el país.
Los militares, hasta las elecciones
Aquella alianza de movimientos islamistas y seculares que consiguió derrocar al régimen está hoy fracturada y mientras algunos grupos de izquierdas consideran que la revolución no se ha consumado, la mayoría de la sociedad, harta de la inestabilidad que ha llevado al país al borde de la bancarrota, ha aceptado el camino de las reformas, que lideran los comicios legislativos.
La victoria del brazo político de los Hermanos Musulmanes, Libertad y Justicia , seguida por el partido salafista Al Nur , de fundamentalistas religiosos, ha virado el parlamento egipcio hacia el islamismo. Pero su triunfo no le va a dar, al menos por ahora, posibilidad de gobernar. La junta militar seguirá dirigiendo el país hasta la celebración de elecciones presidenciales, que deben convocarse antes de julio, y el Gabinete interino nombrado por el mariscal Mohamed Hussein Tantaui seguirá al frente del Ejecutivo.
La fecha del 25 de enero estará ya para siempre ligada a la revolución, ahora también de forma oficial, porque las autoridades militares la han declarado fiesta nacional, y planean organizar desfiles y exhibiciones aéreas para conmemorarla y, según los más críticos, intentar evitar manifestaciones de protesta ese día. Pero las imágenes de los militares golpeando sin piedad a manifestantes el pasado diciembre están aún frescas en la memoria de muchos. Grupos como el 6 de Abril, uno de los instigadores de la revolución , han vuelto a convocar protestas en la fecha del aniversario para exigir a los militares que vuelvan a los cuarteles y entreguen el poder al nuevo Parlamento.
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