Alta tensión en el último debate antes de las elecciones que elegirán al próximo presidente de Brasil

Entrenadísimo, el expresidente Lula da Silva, resistió los ataques personales del presidente Bolsonaro con la máxima serenidad posible hasta que el adversario lo llamó al centro del ring. «No quiero estar cerca de ti», dejó escapar Lula, en uno de los pocos momentos en que perdió la línea.

Con una ventaja de seis puntos en casi todas las encuestas difundidas hasta el viernes, de 54% a 46%, Lula prefirió administrar la delantera, evitando caer en las trampas que Bolsonaro le ponía por el camino.

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A los 77 años, cumplidos esta semana, Lula redujo el ritmo de campaña y se entrenó con Olga Curado, una estratega en comunicación especialista en debates, que mezcla principios del aikido, arte marcial japonés, psicología de la Gestalt, budismo y meditación. Lula prefirió mirar a las cámaras para tratar de conquistar los pocos votos que restan de indecisos, entre los 156 millones de brasileños aptos a votar este domingo, evitando así cuadrarse al lado del excapitán del Ejército y huir de las provocaciones.

En su séquito, llevó a dos importantes aliadas del frente amplio que ha construido, la derechista Simone Tebet, tercera en la primera vuelta, y la ambientalista Marina Silva, exdisidente del Partido de los Trabajadores (PT), y su exministra de Medio Ambiente, responsable por los mejores años de su gestión en la Amazonia.

Bolsonaro imprimió su estilo de siempre, agresivo, entrenado por su hijo, Carlos Bolsonaro, conocido por dirigir una máquina de noticias falsas. Llamó al rival «mentiroso» en varias oportunidades y «descondenado», diciendo que Lula tendría que estar preso por corrupción y no en un debate a la presidencia.

«Lula, ¿dices que fuiste absuelto? Sólo si fue por Bonner», bromeó citando al mediador de la cadena Globo, William Bonner, que pidió la palabra. «Yo, de hecho, dije en la entrevista del Jornal Nacional que el candidato Lula no le debe nada a la Justicia. Pero, como periodista, no he dicho nada de mi propia cabeza, lo he dicho basándome en decisiones de la Corte Suprema», explicó el presentador.

Bolsonaro también acusó a Lula de andar con narcotraficantes, por haber hecho campaña en la favela Complejo do Alemão, una de las mayores y peligrosas de Río de Janeiro. El presidente se refería al periodista René Silva, que recibió a Lula en la favela, y que anunció el sábado que procesará judicialmente al mandatario. El debate siguió de muy bajo nivel por temas como el aborto, levantado por Lula, que leyó una antigua declaración de Bolsonaro en el Congreso, de 1992, en la que pidió la distribución de una «píldora de aborto» como salida para controlar la natalidad y reducir la pobreza.

Bolsonaro reaccionó llamando a Lula «abortista». Lula acusó a Bolsonaro de comprar viagra para el Ejército, y lo rindió cuando recordó que las víctimas de Covid habrían sido menos de la mitad si no se tardase tanto en comprar vacunas. Lula también llevó ventaja cuando respondió a Bolsonaro que compraría libros y no armas, en una discusión sobre seguridad pública.

Visiblemente nervioso, y llegando a desequilibrarse sobre el plató un par de veces, Bolsonaro reclamó que tenía «el sistema contra él», refiriéndose al Tribunal Superior Electoral (TSE), que prohibió algunas de sus campañas, por considerarlas ofensivas, y a la TV Globo, donde ocurría el debate.

A la salida del encuentro, Bolsonaro dio una entrevista llena de exabruptos contra periodistas y terminó golpeando la mesa, siendo retirado del local por uno de sus asesores.

En el último día antes de la votación la última carta de los candidatos fue en las calles. Lula da Silva camina en la Avenida Paulista, uno de los marcos de manifestaciones brasileñas, al lado de Fernando Haddad, su candidato a gobernador de São Paulo, en un estado, el mayor del país, donde aún necesita votos.

Bolsonaro eligió Belo Horizonte para finalizar su campaña, en el estado de Minas Gerais, donde también necesita conquistar votos.

La tradición política brasileña dice que quien gana en Minas Gerais, vence la elección, y ha sido así desde 1950. En la primera vuelta Lula ganó en ese estado con el 48,43% frente al 43,2% de Bolsonaro y sigue favorito para vencer el domingo. Del tamaño de Francia, el tercer estado más poblado y rico de Brasil, es también muy diverso en términos culturales, políticos y artísticos, y una cuna de presidentes, entre ellos, Juscelino Kubitschek, Tancredo Neves, Itamar Franco, y Dilma Rousseff.

Un estudio cualitativo del Instituto Atlas consideró a Lula da Silva el ganador del debate, que pese a terminar tarde tuvo una audiencia superior a las tradicionales telenovelas de Globo. Pero la verdad es que en esta elección de alta tensión nada está decidido y las encuestas dan resultados muy apretados. Será hoy cuando se conozca quién saldrá como ganador en un Brasil polarizado y sumido en una gran crisis por la pandemia.