Quién es Alice Weidel, la extremista que promete sacar a Alemania del euro
Se mueve como pez en el agua en los círculos financieros, admira a Thatcher y fue miembro del Partido Liberal, pero cuando se fundó AfD no lo dudó un instante. Su antieuropeísmo la conquistó y hoy es su líder. Casada con otra mujer, hace poco se mudaron a Suiza, pues a uno de sus dos hijos le llamaban en el colegio «nazi de mierda»
Alternativa para Alemania baraja plantear un 'Dexit' para salir de la UE si llega al Gobierno

La Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido conservador mayoritario en Alemania, está llamando a todas las fuerzas políticas a una gran alianza contra la extrema derecha, cuya cabeza más visible es el partido Alternativa para Alemania (AfD). Este fin de semana se repiten por todo ... el país las manifestaciones en las que cientos de miles de alemanes se manifiestan contra AfD, un rebote social contra el populismo de derecha como no se veía en este país desde antes de la II Guerra Mundial. Alice Weidel, sin embargo, no se amilana ante este escenario de hostilidad manifiesta. Su reacción ha sido elevar la apuesta y formular abiertamente una promesa electoral que hace temblar a toda Europa pero que excita sobremanera a sus seguidores: sacar a Alemania de la UE. Convencida, como todo su partido, de que los medios de comunicación alemanes están manipulados, ha anunciado su propósito en una entrevista con 'Financial Times'.
En Reino Unido la idea del Dexit también resulta excitante y Weidel sabe que juega allí en casa. En realidad no se trata de una exclusiva porque la medida aparece recogida en el programa electoral que AfD dejó cerrado el pasado verano y con el que concurre a las europeas de junio y a las regionales en el este de Alemania, que tendrán lugar en otoño. De hecho, sacar a Alemania de la UE es objetivo de este partido desde su fundación, en 2013, cuando un conjunto de académicos y técnicos del Bundesbank alemán creyeron necesario sacar al país de la república de la deuda en la que la UE se había convertido. Luego se fueron sumando las consignas antiextranjeros, pero en sus orígenes se trata de un partido genuinamente antieuropeo.
En su actual programa electoral consta que «creemos que la UE no puede reformarse y la consideramos un proyecto fallido... Por lo tanto, luchamos por una 'Federación de Naciones Europeas', una comunidad económica y de intereses europea de nueva fundación en la que se salvaguarde la soberanía de los estados miembros». En cuanto a un referéndum en el que los alemanes puedan votar la permanencia o salida de la UE, el programa del partido dice que «es el derecho obvio de todos los pueblos de la Unión Europea votar sobre la permanencia en la UE, la unión monetaria y otros proyectos supranacionales». Este derecho, acusa AfD, «nos lo niegan en Alemania los partidos que han estado en el poder durante décadas».
AfD obtiene ingresos anuales de unos 25 millones de euros: el 44% proviene de fondos estatales que el gobierno busca cómo eliminar y el 26% son donaciones
Weidel, considerada como líder del ala más moderada y liberal del partido, actualiza esta posición describiendo el Brexit como un «modelo a seguir para Alemania» y adelantando lo que hará su partido en caso de llegar al gobierno en Berlín. Teniendo en cuenta que casi uno de cada tres votantes optará por AfD en las próximas europeas y que las encuestas lo sitúan como el segundo partido más votado a escala federal y el primero en los Bundesländer orientales, incluso después de las multitudinarias protestas, esto es más que un coqueteo con el Dexit. AfD intentaría en primer lugar impulsar una reforma estructural de la UE que resolviese su «déficit democrático». Para ello sería necesario eliminar buena parte de las competencias de la Comisión Europea, a la que Weidel denomina un «gobierno no elegido democráticamente». En caso de no lograrlo, convocará un referéndum sobre la permanencia de Alemania en la UE y hará campaña por el no. Y Weidel sabe que esto es posible.
Un CV imponente
La que está hablando no solamente se graduó en Derecho y se doctoró en Economía en la Universidad de Bayreuth, becada por cierto por la Fundación Konrad Adenauer, sino que después ha desarrollado su carrerea en Goldman Sachs y Allianz Global Investors. Ha vivido seis años en China y ha hecho consultoría para varias punteras empresas del DAX. Cree en «la necesaria eliminación del euro» y le repugna la política migraotria alemana, muy especialmente desde el 'Wir schafen das' de Merkel en 2015. Admira a Margaret Thatcher y fue miembro del Partido Liberal (FDP), pero cuando se fundó AfD no lo dudó un instante. Su antieuropeísmo la conquistó desde el principio. Asegura que AfD es «el único partido cristiano que todavía existe en Alemania», afirmación con la que tanto la Conferencia Episcopal católica como el Consejo Evangélico, que desaconsejan el voto a AfD, están en completo desacuerdo. Cabe aclarar que las iglesias alemanas han criticado a Weidel por su política contra los extranjeros, no por ser abiertamente lesbiana.
A pesar de que su partido promueve un modelo tradicional de la familia, Weidel vive en una unión civil con la cineasta de Sri Lanka Sarah Bossard, con la que tiene dos hijos. Han fijado su residencia en Einsiedeln, Suiza, porque uno de los niños estaba siendo víctima de acoso y quisieron poner tierra de por medio. Weidel contó en 2019 que algunos compañeros de colegio le gritaban «nazi de mierda», mientras otros se reían de él «por tener dos madres». No echa de menos su Gütersloh natal, en Renania del Norte-Westfalia, y las condiciones fiscales de su nueva residencia son más amigables. Residir en el extranjero no le ha impedido ascender en el partido ultranacionalista.
Fue elegida miembro de la junta ejecutiva federal en 2015 y en 2017 se presentó como principal candidata a las elecciones federales junto con Alexander Gauland. Desde ese año es miembro del Bundestag y ha demostrado codearse con igual facilidad entre las muchas familias que componen AfD y que se han ido sucediendo en su liderazgo. Los moderados la consideran uno de los suyos, pero comparte la presidencia del partido en completa armonía desde 2022 con Tino Chrupalla, un protegido de Steve Bannon y perteneciente al ala dura que lidera desde el este Björn Höcke. En comparación con ellos, el discurso de Weidel es templado y comedido, mucho más apto para la gobernabilidad, para las coaliciones y para la moqueta de Bruselas.

Además es mujer, un bien escaso en Alternativa para Alemania, y tiene el don de moverse con facilidad entre sus compañeros masculinos. Alaga sus egos con sibilina estrategia. En junio llegó a hablar de Höcke como candidato a la Cancillería federal, a pesar de que todos en la sede de Berlín, situada en Eichhorster Weg, tan al norte de Witenau que es casi Brandemburgo, saben que eso no sucederá. Pero a Höcke le encantó el comentario y a sus votantes de Turingia más. En otoño arrasará en este estado de la antigua RDA, donde los olvidados votantes agradecen enormemente que se hable de ellos en la capital alemana, aunque solamente sea para escandalizarse por los desatinos fascistas de su líder.
El secreto del éxito
Pero donde Weidel despliega con mayor efectividad sus encantos es en la tarea de conseguir fondos para el partido. Se mueve como pez en el agua en los círculos financieros. Su trayectoria profesional le ha dado acceso a fuentes millonarias, que algo tendrán que ver en el éxito de AfD. A la espera de la actualización de los datos, AfD obtiene anualmente unos ingresos de alrededor de 25 millones de euros: el 44% proviene de fondos estatales que el gobierno busca ahora cómo eliminar y alrededor del 26% procede de donaciones. El resto corresponde a las cuotas de sus 40.000 miembros (120 euros anuales mínimo), de los representantes electos y de actividades corporativas.
Entre las donaciones privadas, destacan las del constructor de Hesse Hartmut Issmer, más de un cuarto de millón de euros, y la de un ingeniero de Bückeburg que nombró a AfD en su testamento heredero universal de una fortuna millonaria. Weidel ha sido receptora directa de sorprendentes cantidades y multada por recibirlas en pagos fraccionados para burlar la ley y poder ocultar la identidad de los donantes, como una de 396.000 euros en total transferida por dos empresas suizas. Sus declaraciones políticas favorables a Putin y al régimen chino llevan a sospechar sobre el origen de algunos fondos, pero a las autoridades alemanas les resulta difícil seguir el rastro, sobre todo teniendo en cuenta que Weidel reside en Suiza.
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