Putin agrieta la unidad alemana frente a la invasión

guerra en ucrania

El 60% de los ciudadanos apoya negociar con Rusia y crece el rechazo a la entrada de Ucrania en la UE mientras Moscú extiende su influencia en el este del país

La herencia cultural y política de 40 años de comunismo en la parte oriental hace mella en la población

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El presidente alemán se tiene que esconder en un refugio antiaéreo durante su visita a Kiev

El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, este martes en un búnker de Kiev AFP

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

El grupo parlamentario socialdemócrata (SPD) en el Bundestag pidió a la ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, que hiciera más para promover un final negociado a la guerra de Ucrania. «Al final, todo se reduce a un equilibrio entre el derecho de Ucrania ... a la autodefensa y la diplomacia», dijo su presidente, Rolf Mützenich. También el presidente regional de Sajonia, Michael Kretschmer, defendió que «Europa debe presionar más a favor de la celebración de conversaciones de paz». El conservador (CDU) propone un esfuerzo diplomático conjunto de la UE, EE.UU., China, India y Japón que está bastante más en la línea de lo que desea Putin que de lo que pide Zelenski. Ambos basan sus posiciones en las encuestas de opinión, que reflejan que más del 60% de los alemanes quieren que Europa se ponga de acuerdo con Putin. Kretschmer también expresó su escepticismo sobre el impacto de las sanciones: «Siempre son mejores que el uso de la armas, pero debemos ser claros sobre el impacto en la economía alemana: se está acumulando un tsunami».

Se suma así a las manifestaciones que desde el verano se repiten en ciudades alemanas, especialmente en el este, y que han llegado a reunir en Berlín a más de 10.000 personas, protestando contra las sanciones europeas a Rusia. Jessy Wellmer, periodista de la cadena pública de televisión ARD, se interesó por las causas de este particular estado de opinión, que no se da en otros países europeos, y ayer por la noche estrenó su documental titulado 'Rusia, Putin y nosotros, los alemanes orientales'.

Wellmer nació en 1979 en Güstrow, una ciudad de unos 28.000 habitantes de Mecklemburgo–Pomerania Occidental que hasta la reunificación formó parte de la RDA, la Alemania comunista. Desde el inicio de la invasión, en las visitas a sus padres, ha constatado reiteradamente la diferencia de percepción entre su generación, que ve mayoritariamente a Putin como un agresor, y la anterior, que también condena la guerra pero busca y encuentra justificaciones. y ha intentado buscar una explicación con más de cincuenta entrevistas. Una de las respuestas más esclarecedoras es la de Gregor Gysi, que en los sesenta defendió la Perestroika de Gorbachov desde el órgano de dirección de la comunista RADA y que hoy, a sus 74 años, es uno de los principales líderes del partido La Izquierda: «Si has mantenido una actitud fundamentalmente anti–OTAN y anti–Occidente, se trata de no renunciar a tu propia historia, no quieres haberte equivocado. Así que buscas explicaciones sobre qué cosas malas e incorrectas ha hecho Occidente que empujaron a Putin a la guerra».

Apoyo de la parte oriental

Muy pocos pueden escapar de su propio carácter biográfico. Los alemanes orientales mayores crecieron con la imagen de la OTAN como el gran enemigo y teniendo muy presente que los alemanes fueron los responsables de la muerte de 27 millones de soviéticos en la II Guerra Mundial. «Varias generaciones crecieron moldeadas por esa proximidad a Ruisa», apunta la profesora de Historia de la Universidad Martin-Luther de Halle-Wittenberg, Silke Satjukow, «desde el aprendizaje obligatorio del idioma hasta libros, películas, música y viajes... Es cierto que solo unas pocas personas desarrollaron verdadero fervor por la Unión Soviética. Por el contrario, la mayoría se sintió aliviada cuando 'los rusos', que eran soldados de 15 repúblicas soviéticas, finalmente se retiraron como ocupantes en 1994. El hecho de que los alemanes orientales de mayor edad en particular tiendan a defender a Rusia hoy en día también es producto del período posterior a la reunificación, cuando las cosas empeoraron abruptamente en el este, cuando prevalecieron el desempleo masivo, la emigración y la desindustrialización».

El escritor nacido en Sajonia Marko Martin lo expresa sucintamente: «Por un sentimiento de inferioridad y complejos, muchos alemanes orientales descubrieron a los rusos como aliados secretos en ese momento, el nuevo enemigo era el arrogante e ignorante Wessi y Putin se convirtió en la mejor pantalla de proyección para expresar el rechazo a Occidente».

Los largos tentáculos de Putin siembran en este caldo de cultivo su propaganda en el este de Alemania, que incluye la capital, Berlín. La más alta diplomacia rusa se esfuerza por hacer calar los lamentos de los «amigos rusos». «¿Qué os hemos hecho los amigos rusos a los alemanes para que nos tratéis así? Dimos millones de vidas de nuestros jóvenes para salvaros de Hitler, durante la Guerra Fría y a pesar de las tensiones seguimos siendo un suministrador fiable de energía para Alemania, nuestro gas barato propició vuestro milagro económico y hemos abierto las puertas a vuestras empresas, más de 6.000 activas en Rusia. ¿En qué hemos dañado vuestro intereses? Y ahora os echáis en brazos de quienes os están arruinando. No os engañéis: ni Francia ni Inglaterra permitirán nunca una Alemania rica y poderosa».

Esta pregunta ha sido formulada esta misma semana por un alto representante de Moscú en una conversación off the record a un grupo de veteranos periodistas que apenas eran capaces de contestar. Les resultaba difícil escapar de un sesgo al que la mismísima Merkel, que también creció en la RDA, mostró cierta inclinación. «Para muchos, la caída del Muro de Berlín fue la mayor alegría del mundo, pero muchos perdieron completamente la orientación y esa incertidumbre no debe subestimarse ni desestimarse», concluye Wellmer, «aunque no se esté de acuerdo con ellos, es necesario escucharlos y tenerlos en cuenta».

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