Los agricultores franceses amenazan a Macron: «Si conseguimos bloquear París, sus ciudadanos pasarán hambre»

Thierry Coué, secretario general adjunto de la Fédération nationale des syndicats d'exploitants agricoles (primer sindicato nacional) lanzó esta advertencia este domingo: «Nuestros amigos de París y su región deben estar preparados para una semana que será larga y dura. Vamos a bloquear la capital el tiempo que sea necesario».

El posible bloqueo de París tiene varias dimensiones –simbólica, política y táctica–, que Maxime Buizard, administrador de Jeunes agriculteurs (JA, segundo sindicato nacional), resume así: «Nuestra idea es que ningún camión pueda entrar en París con mercancías alimenticias. Los parisinos deben comprender que necesitan a los agricultores para poder comer y vivir».

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Karine Duc, copresidenta de la Coordination Rurale (tercer sindicato), insiste en otro punto estratégico: «En París, el objetivo es el mercado de abastos de Rungis. Si conseguimos bloquearlo, París y su región pasarán hambre. Y el Gobierno comenzará a interesarse por nuestros problemas».

Gérald Darmanin, ministro del Interior, comenzó este domingo el «despliegue defensivo» de las fuerzas de seguridad en todos los accesos del mercado de abastos de Rungis, al sur de París, el más importante de Francia, y uno de los más grandes de Europa. Unidades antidisturbios fueron desplegadas en los alrededores del mercado que abastece a la capital y su región. Hasta 15.000 gendarmes y antidisturbios serán movilizados para frenar la cólera de los agricultores, según ha anunciado Darmanin.

Tras esa primera medida, Darmanin celebró a primeras horas de la noche del domingo una primera reunión de trabajo con los responsables policiales para fijar las prioridades y programa de «acción defensiva» en una veintena de puntos sensibles en todas las carreteras y autopistas próximas a París.

La crisis en curso es interpretada como un reflejo fiel y dramático de la crisis global del modelo agrícola francés, que Nicolas Baverez, historiador y ensayista analiza de este modo: «La Comisión europea y el Gobierno de Macron están asesinando la agricultura francesa, víctima de un proceso de eutanasia», que define como «intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura».

Baverez retoma las denuncias de los sindicatos agrícolas, poniéndolas en perspectiva. Desde esa óptica, los campesinos más modestos son víctimas de unas intervenciones burocráticas, nacionales y europeas que están destruyendo el modelo agrícola tradicional.