La advertencia de Maquiavelo que Putin ha pasado por alto y ha puesto al dirigente ruso contra las cuerdas
Numerosos líderes han leído 'El Príncipe' para seguir sus consejos o conseguir inspiración para gobernar
Guerra Rusia-Ucrania, en directo
El filósofo político Nicolás Maquiavelo y el Presidente de Rusia, Vladímir Putin
Ya lo dijo Maquiavelo: «El príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo». Y esto es lo que le ha ocurrido a Putin con la milicia Wagner, el brazo armado de Rusia en la guerra de Ucrania.
Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527), escribió 'El Príncipe' en 1513 y, desde su publicación póstuma casi 20 años más tarde, han sido numerosos los dirigentes que lo han leído para seguir sus consejos o conseguir inspiración a la hora de gobernar. Por ello sorprende que Vladímir Putin haya pasado por alto sus advertencias.
En este libro, dedicado a Lorenzo de Médicis, Maquiavelo describe a los mercenarios como soldados «desunidos, ambiciosos y desleales», ya que no tienen «otro amor ni otro motivo que los lleve a la batalla que la paga del príncipe, la cual, por otra parte, no es suficiente para que deseen morir por él».
Wagner consiguió aumentar el número de sus soldados ofertando a criminales de cárceles rusas alistarse en sus filas para combatir en Ucrania a cambio de un sueldo de más de 3.000 euros, un indulto presidencial y la cobertura de los costos funerarios en caso de caer en combate. Según el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, estos supondrían el 80% de sus tropas. «Nadie volverá a estar entre rejas. Si servís durante seis meses, sois libres», se podía escuchar a Yevgueni Prigozhin, líder de la milicia, en un video difundido en 2022.
De esta forma, un ejército que en un principio se había cifrado en tan solo 5.000 mercenarios en 2014, cuando apoyó a las fuerzas separatistas prorrusas en el este de Ucrania tras la anexión de Crimea, ahora se estima que ha llegado a tener hasta 50.000, aunque al menos 20.000 habrían caído, según las palabras del propio Prigozhin. Otras estimaciones sitúan que esta fuerza contó con más de un millón de soldados, pero más de 200.000 murieron durante la guerra.
Aunque el ejército ruso se ha cifrado en unos 800.000 soldados activos y 250.000 en reserva, un número a priori mayor que la de Wagner, cuenta con combatientes sin medios, sin formación y cada día más desmoralizados por la sucesión de miles de muertes en el frente, por lo que la rebelión de Wagner supone un 'agujero' para el Kremlin.
La confianza puesta en los capitanes mercenarios
Prigozhin llevaba meses amenazando a Moscú con abandonar el frente por la falta de apoyo a sus mercenarios y por la escasez de munición y de suministros. Incluso se le relacionó con una posible negociación con los líderes militares ucranianos, a espaldas del Kremlin, y poniendo en manos del enemigo información sensible sobre las tropas rusas.
En este sentido, Maquiavelo subraya en 'El Príncipe' que no se puede confiar en los capitanes mercenarios, ya que «si son hombres de mérito aspirarán siempre a forjar su propia grandeza, ya tratando de someter al príncipe su señor, ya tratando de oprimir a otros al margen de los designios del príncipe».
Un informe de la ONU le atribuye a Wagner «torturas, ejecuciones sumarísimas, asesinatos indiscriminados de civiles desarmados, ocupación de escuelas y saqueos» hasta el punto de que podrían ser acusados de «crímenes de guerra». El Kremlin negó su vinculación con este grupo durante años, porque el Código Penal ruso no permite la partición de mercenarios en conflictos armados. Sin embargo, llegó un momento en el que no pudieron esconder que esta organización paramilitar fue creada con el dinero de un banquero amigo de Putin.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha expresado que Wagner es un «monstruo» creado por el presidente ruso, y ahora «el monstruo está actuando contra su creador», rebelión que «ha resquebrajado el poder ruso» y ha mostrado el gran error estratégico de Putin.
Los cartagineses, un ejemplo en la Historia
Maquiavelo indica en su reflexión teórica política, «que un principado o una república deben tener sus milicias propias» y no depender de otras. Y añade: «El príncipe debe dirigir las milicias en persona y hacer el oficio de capitán».
El filósofo político respalda este pensamiento plasmando la experiencia de otras ciudades a lo largo de la historia: «Es más difícil que un ciudadano someta a una república que está armada con armas propias que una armada con armas extranjeras». «Las armas mercenarias sólo acarrean daños», sostiene.
Y comparte los ejemplos de Roma y Esparta, así como de Suiza, «muy libre porque dispone de armas propias». En cambio, «de las armas mercenarias de la antigüedad son un ejemplo los cartagineses, los cuales estuvieron a punto de ser sometidos por sus tropas mercenarias, después de la primera guerra con los romanos».
Ver comentarios