La ONU admite al fin «indicios de genocidio» en las masacres por Ruanda en el Congo
«el uso extensivo de armas blancas y la apariencia sistemática de las masacres podría indicar que las numerosas muertes de hutus no son imputables a la guerra», afirma Naciones Unidas
EDUARDO S. MOLANO
Enmarcado en la espiral de violencia que sufre la región de los Grandes Lagos, Naciones Unidas denunciaba este viernes en un informe que «los ataques sistemáticos y generalizados cometidos por el Ejército ruandés contra los hutus al este del Congo podrían constituir un delito de ... genocidio».
El texto -configurado por cerca de 1.300 testimonios que narran las centenares de atrocidades cometidas en la región de los Kivus en el periodo entre 1993 y 2003- asegura, además, que «el uso extensivo de armas blancas y la apariencia sistemática de las masacres podría indicar que las numerosas muertes de hutus no son imputables a la guerra».
Sin embargo, y aunque para Navi Pillay -alta comisionada para los Derechos Humanos- «no hay un informe que describa mejor los horrores que sufrió la población civil en esta región», lo cierto, es que estas acusaciones no deben pillar por sorpresa a nadie.
Más de cinco millones de muertos
Con el apoyo explícito del presidente ruandés, Paul Kagame, la guerrilla tutsi del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) -formada por 8.000 hombres- asuela desde 1998 la región congoleña del lago Kivu en su afán de evitar (curiosamente) «el genocidio que los hutus están practicando contra los tutsis al este del Congo».
Entre sus principales acciones se encuentran la matanza de más de 160 civiles en 2002 en la región de Kisangani, o el reclutamiento de más de 2.500 niños soldado. Un conflicto que en poco más de una década se ha cobrado la vida de más de cinco millones de personas.
Pero la relación entre Kagame y el CNDP, pese a ser conocida por la opinión pública desde hace años, no fue denunciada por la ONU hasta diciembre de 2008. En un informe realizado por cinco observadores independientes, se detallaba cómo el Gobierno de Kigali participó en «el reclutamiento de soldados, incluidos niños», así como facilitó la provisión de «equipamientos militares a los hombres de su antiguo líder, Laurent Nkunda».
Casi dos años después, se repite la misma historia.
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