Sarkozy, emperador
París toma la iniciativa diplomática ante la pasividad de EE.UU. y levanta ampollas en Alemania, Italia, la OTAN y Japón
La falta de pegada y de interés del presidente Obama en política internacional está siendo aprovechada por el presidente Sarkozy para otorgar protagonismo a Francia en la escena mundial, pero según muchos analistas los últimos movimientos del Elíseo han pecado de «unilaterales» —irónicamente, ... la misma crítica vertida en su día por París contra George W. Bush— y están generando celos y molestias en otras capitales.
El último conflicto tuvo como caja de resonancia la cumbre de países de la OTAN en Berlín para tratar de la operación aliada en Libia . Los gobiernos de París y de Londres no lograron su objetivo de arrancar de Washington un compromiso de firmeza bélica en la intervención aliada contra las fuerzas de Gadafi, dada la resistencia de Estados Unidos a entrar de lleno en lo que entiende como una guerra civil que deben solventar —también en el terreno diplomático— los propios libios.
París no espera grandes beneficios económicos de una victoria militar del frente rebelde. Libia no supone ni por población (apenas 6 millones de habitantes) ni por reservas petroleras (poco más del 2 por ciento de las mundiales) un botín formidable. Pero Francia fue la primera en tomar partido del lado rebelde, y considera que una victoria final de Gadafi supondría un golpe «intolerable» al prestigio de la diplomacia francesa. De ahí su malestar con Estados Unidos y en general con la OTAN.
El gobierno francés ha abierto otro contencioso con Italia en el seno de la Unión Europea, a raíz de la decisión de Roma de otorgar permisos de residencia temporales a los 22.000 tunecinos y libios que han huido a Italia sin papeles como consecuencia de las revueltas árabes. Francia acusa a Italia de estar dando, de hecho, un salvoconducto a esos emigrantes para que acaben instalándose en su territorio, y amenaza al gobierno de Berlusconi de hacer saltar los acuerdos de Schengen. Los contactos entre las dos capitales han desbordado en ocasiones las buenas maneras diplomáticas.
Nuclear, sí
El drama nuclear del Japón ha levantado también algunas chispas debido a los fuertes intereses internacionales de la industria atómica francesa, la más importante del mundo. Tokio no oculta sus molestias hacia el enfoque hipercrítico de los medios galos respecto a la seguridad de sus centrales nucleares, condicionada según algunos por la vieja decisión de Japón de privilegiar la inversión de la tecnología norteamericana en lugar de la francesa.
Como consecuencia de la alerta nuclear en Japón, el gobierno alemán de Angela Merkel decidió recientemente dar marcha atrás en su decisión de prolongar la vida de sus centrales nucleares. Una decisión legítima, marcada también por intereses políticos internos, pero que Francia ha recibido con irritación. El comité nuclear del Senado francés —controlado por el partido de Sarkozy— ha criticado a Berlín por tomar esa decisión «sin consultar a París», y sin atender a las consecuencias que el fin de la energía nuclear en Alemania puede arrastrar para la industria francesa.
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