Violencia checa antigitana

El ataque a los cíngaros ha vuelto a tomar dimensiones alarmantes en otro país postcomunista, la República Checa, que presidirá la UE en 2009 con unos gobiernos antieuropeístas

La Policía checa presentó ayer cargos contra doce cabecillas de la revuelta antigitana del lunes, que va a pasar a los anales de Bohemia como una de las peores anticalés. Una turbamulta de cientos de radicales se enfrentó a la Policía, que protegía el acceso ... a un barrio gitano de la localidad de Litvinov. Dieciséis personas resultaron heridas. Ayer, al menos los cíngaros de Litvinov temían salir a la calle, por la desaforada violencia desatada anteanoche.

No estamos ante un hecho aislado. Por citar los más cercanos, caben señalar dos recientes marchas contra los cañís en la ciudad de Brno, aunque no tan impetuosas. Y también, para ver el asunto desde otra perspectiva, se puede destacar la esterilización de Iveta Cervenakova, una mujer de la etnia gitana, de 32 años. Cervenakova no recibirá indemnización alguna, según sentenció hace unos días el juzgado de Olomouc, por la esterilización a la que la sometieron hace once años en el hospital de Ostrava. Ha anunciado que recurrirá.

Cientos de miles de gitanos fueron asesinados durante el Holocausto. Su suerte fue también muy dura en la época comunista. En países como la entonces Checoslovaquia se practicó la esterilización forzada a las mujeres de esa raza.

El capítulo gitano es uno que la República Checa quiere poner muy alto en la agenda de la Unión Europea durante durante su presidencia, en el primer semestre de 2009. Así lo ha dicho Dzamila Stehlikova, la ministra checa para Derechos Humanos y Minorías Étnicas.

Ya en 2005, la UE lanzó la «Década de inclusión de los gitanos», un programa al que dotó generosamente. El problema es la puesta en práctica. La República Checa no parece la más aventajada al respecto.

Los gitanos son la mayor minoría en Europa, unos doce millones. En la República Checa, un país de diez millones de habitantes, se estima que viven unos 200.000. Los checos los asocian normalmente a guetos, desempleo, bajo nivel de educación, fenómenos sociales patológicos y crimen. Lo que corrobora que es justo en los países postcomunistas donde los cíngaros sufren más, donde campan la discriminación, la pobreza extrema y el racismo.

Jan Hus fue un reformador checo quemado en la hoguera por su heterodoxia en 1415. Es un auténtico héroe nacional. Václav Klaus, el actual presidente checo, es un euroescéptico, un provocador en la mejor línea de la tradición husita. Suele mirar a todos por encima del hombro y se lleva muy bien con los «tories». Para él, el Tratado de Lisboa amenaza la libertad y la democracia.

Los checos son, por naturaleza, escépticos. Quizá porque no obtuvieron, como los húngaros, autonomía de Austria en 1866, o porque fueron traicionados por las potencias occidentales y dejados a merced de Hitler en 1938, o porque el «gran hermano», la URSS, los invadió en 1968. En definitiva, la presidencia checa de la UE en 2009 promete ser divertida.

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