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Opinión

Viene más hambre en Venezuela

El empeoramiento de las cosas en el país ya no ocurre a lo largo de meses o las semanas: el empobrecimiento ocurre hora tras hora

Una manifestante sostiene un letrero con la palabra «Hambre» en una protesta contra el Gobierno venezolano EFE

Por MIGUEL HENRIQUE OTERO

Viene más hambre porque el modelo económico que el régimen ha puesto en marcha no puede generar otro resultado. Viene más hambre, más enfermedad y muerte, aderezado todo ello con un incremento de la delincuencia, a causa del estallido de la hiperinflación, que es la única realidad palpable de la cadena de insensateces, que ha sido el sello de absolutamente todas las decisiones que han tomado en materia económica .

La semana pasada he escuchado, al igual que tantos otros ciudadanos, que 8% de nuestra población está alimentándose de desechos , es decir, de lo que estaba destinado a desaparecer entre la basura. Tal como están planteadas las cosas, no cabe esperar otra cosa que más hambre, más familias dedicadas a hurgar en los contenedores de basura, a ver qué consiguen.

Los relatos que escucho parten el corazón: empleados que roban alimentos en las oficinas o en los establecimientos en los que trabajan. Personal de servicio que se ofrece, no a cambio de un salario, sino de paquetes de pastas o harina pan, sus horas de trabajo. Gente que se organiza para realizar rondas de trueque que son expresión de una vida cada vez más miserable: cuatro huevos a cambio de dos kilos de harina de maíz. Venezuela ha alcanzado el estatuto de lo paupérrimo.

El empeoramiento de las cosas ya no ocurre a lo largo de meses o las semanas: el empobrecimiento ocurre hora tras hora. La inflación se convierte, no solo en el más pesaroso dato de la macroeconomía, sino en una forma en que el tiempo aplasta a la dignidad de cada persona: el dinero con que hoy podías adquirir un determinado bien, mañana es inservible. Papel basura. Porque eso es hoy el bolívar fuerte: papel basura .

En los últimos meses, uno de los lineamientos más patológicos de la política económica del régimen de Chávez y Maduro , les estalló en la cara: el control de precios. El desabastecimiento alcanzó niveles de hambre. Las empresas dejaron de producir, ya en el punto del colapso. ¿Y qué hizo el gobierno de los incompetentes y ladrones ? Permitió el ajuste de los precios, pero sin acompañar estas medidas de las garantías que hagan posible la inversión privada, la ayuda de los organismos multilaterales, el rescate de las empresas que la propia administración roja ha destruido.

Pero ante el escenario de la subida de precios, la ignorancia no se detiene: vuelven a aumentar el salario mínimo, vuelven a decretar un incremento de los bonos de alimentación. En una economía dolarizada , donde todo tiene que importarse porque no hay producción –entre otras razones porque el sector productivo ha sido azotado por el odio gubernamental-, esos bolívares basura puestos en la calle no hacen otra cosa que presionar al dólar, lo que equivale a la activación de los motores de la hiperinflación. Entre el momento en que escribo este artículo y el día en que será publicado, no es posible saber cuánto aumentará la cotización del dólar.

Pero la irresponsabilidad no termina aquí. Como no tiene capacidad ninguna para poner en marcha un plan para comenzar a salir de esta crisis, vuelven a la única cosa que saben hacer: prenderle velas a los precios del petróleo. Y esperan que la medida acordada por la OPEP , de reducir la producción, haga subir el precio por barril, y saque al gobierno del atolladero.

¿Puede ocurrir que el precio del petróleo salve al gobierno de Maduro? Los expertos dicen que no. Las estimaciones de aumento son bajas o muy bajas. El déficit de recursos financieros en Venezuela , mientras la producción petrolera disminuye a diario, es tan alto, que de muy poco servirá: no alcanzará ni siquiera para garantizar las bosas de comida que los CLAP reparten entre ellos mismos, entre los afectos del partido, y entre los funcionarios públicos que se comprometen a asistir a concentraciones políticas a cambio de una bolsa de comida al mes.

Que el gobierno haya detenido la rebelión popular con el salvamento del diálogo, no es duradero. Y no se trata solo de lo más evidente: que la mesa de diálogo estallará en cualquier momento. Es que el hambre es imparable. Hay que repetirlo: el hambre continuará creciendo, llevada a los extremos por la inflación creada por el gobierno. Crecerá el hambre. Volverá la rebelión.

MIGUEL HENRIQUE OTEROMIGUEL HENRIQUE OTEROPresidente Editor Diario El Nacional
En twitter: @miguelhotero

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