Viaje a la frontera en guerra que deja Trump
Nogales, la ciudad dividida por la valla, fue un próspero punto comercial de encuentro entre EE.UU. y México. La política migratoria y la pandemia la han dejado devastada
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Iniciar sesiónEs un escenario digno de una zona de guerra. Rollos y rollos de concertina sobre un muro de seis metros. Uniformados en coches blindados, dando vueltas, ojo avizor. Grandes rejas metálicas, altavoces, focos, cámaras. Una tensión palpable . Y el silencio, un silencio del ... que es imposible huir, que te sigue de forma insidiosa vayas donde vayas en estas calles desiertas, que hasta hace un año eran un mercado en ebullición constante, la negación de la frontera, el punto de encuentro permanente de la gente de dos países, Estados Unidos y México, y que hoy es un páramo yermo de vida.
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Hay más de 40 comercios en la avenida Morley, en la parte estadounidense de Nogales, un mercado que tradicionalmente ha sido una gran fuente de riqueza de este pueblo fronterizo fundado por los españoles en las postrimerías del siglo XVIII. De ellos, apenas cinco estaban abiertos una mañana reciente, y esos subsisten hoy a duras penas. Vacíos de clientes , los bazares venden ahora lo que pueden. En lugar de trajes, papel higiénico. Junto a los perfumes, máscaras para taparse boca y la nariz. Al lado de las cajas de zapatos, lejía y desinfectante.
La ruina de Nogales
En los que han tenido que cerrar, cuelgan carteles en los escaparates, vacíos y polvorientos: «se vende», «se alquila», «nos mudamos». Son muchos, la inmensa mayoría. New Fashion Link , cerrado. Flowers , cerrado. Melrose , cerrado. Sams Perfume , cerrado. Durante décadas estos bazares han vendido artículos baratos a clientes mexicanos, que cruzaban religiosamente desde México para comprar ropa, cosméticos, lo que fuera, aprovechando que los costes de importación y las tasas son mucho menores en esta parte de la frontera.
Es sábado y en un desangelado parquecito han tomado asiento dos jubilados, en una rutina de décadas, pero ahora por razones de fuerza mayor cada uno en una punta del banco. ¿Qué le ha pasado a Nogales? «A Nogales le han pasado dos cosas: Donald Trump y la pandemia», dice uno de ellos, de nombre Elías, ya cumplidos los 75, bastón en mano, que tiene a la mitad de la familia en la otra parte del muro, tan cerca y a la vez tan lejos, ya que no puede visitarlos.
Trump y pandemia, una receta letal para este pueblo fronterizo, que es aquel lugar famoso, casi mitológico, que según narraba el presidente saliente en sus primeros mítines era un coladero de delincuentes, de violadores, de narcotraficantes, aquellos «bad hombres» que venían a sembrar el caos y destruir América, cuchillo en boca , fusil en mano.
En un principio, los habitantes de la parte estadounidense no le dieron la mayor importancia a aquellas provocaciones de Trump. Ellos le habían oído al presidente que venía a construir un muro, y en realidad muro aquí ya había .
De hecho este mismo muro que hoy sigue en pie es el más viejo de toda la frontera. En agosto de 1918 , Félix Peñaloza, alcalde del Nogales mexicano, ordenó la construcción de una verja de seis alambres a lo largo del límite de su pueblo con Arizona para dirigir el flujo de personas que cruzaban la frontera a través de dos puertas de acceso, para facilitar que los soldados y agentes de aduanas supervisaran las entradas y salidas. Amablemente, Peñaloza le pidió a su homólogo estadounidense que considerara hacer lo mismo, para poner orden en el cruce.
Plataforma política
Aquella verja fue el primer experimento de un principio, el de dividir ambas naciones con muros, que hoy es toda una plataforma política, responsable en gran parte del ascenso de Donald John Trump a la presidencia, imitado en todo el planeta. México comparte con EE.UU. 3,145 kilómetros de frontera . Cuando Trump llegó a la Casa Blanca había unos 600 kilómetros de muro y vallas construidos sobre todo por George Bush hijo. Cuando Trump se vaya, en enero, habrá completado o comenzado a construir unos 960 kilómetros, habiendo reforzado una buena parte de ellos con cemento y con acero.
Como en Nogales ya había muro, el presidente tuvo que encontrar otra forma de dejar aquí las cosas claras. El momento idóneo llegó antes de las elecciones parciales de 2018, su primera gran derrota, cuando su partido perdió el control de la Cámara de Representantes del Capitolio. Por aquel entonces, un convoy de miles de centroamericanos que huían de la violencia en sus países recorría México, rumbo al norte, para pedir asilo. El presidente alertó que en aquel convoy habría «criminales, y terroristas de Oriente Próximo». Había dado permiso, dijo, a los 5.000 soldados que había desplegado en la frontera a que dispararan a matar si lo creían necesario. En estas calles, la incredulidad dio paso a la exasperación. ¿Soldados? ¿Disparos? ¿Matar? Quienes oían las noticias no daban crédito. Mirando a través de estas rejas, al otro lado, el Nogales mexicano parecía la misma zona en paz de toda la vida, no ese amenazante nido de criminalidad. Entonces llegó la concertina.
La noche del 6 de noviembre de 2018 , día de las elecciones de aquel año, los soldados colocaron el alambre sobre el muro, varios rollos, uno sobre otro, sin avisar. Evan Cory recuerda verlo y no creerlo. Era como una especie de set de película. Él regenta, a sus 34 años, un negocio, La Cinderella, que ha estado en manos de su familia durante casi ocho décadas. Esa frontera, con su muro, no había sido hasta entonces más que una puerta de entrada y salida por la que llegaba el grueso de sus clientes. Ahora parecía… una trinchera.
En estado de «shock»
«Al principio fue un "shock" para todo el mundo. Fue muy duro. No nos esperábamos algo así porque es un lugar donde se camina tranquilamente y siempre fue muy pacífico. Y entonces, cuando se puso el alambre fue muy fuerte. No lo esperábamos y fue algo muy agresivo para la comunidad», dice hoy Cory. Él y su negocio familiar pagaron un alto precio por las decisiones que Trump tomó sobre México. «Muy alto, porque se nota una diferencia de actitud en la frontera. La experiencia de cuando cruzas es muy, muy diferente. Antes era como "bienvenidos a Estados Unidos", ahora es más preguntas, más sospechas. Se hacen muchas preguntas para tratar de hacerlo más difícil, y se ha notado, y se nota con el tiempo más y más», dice. Es decir, los mexicanos, sus principales clientes, tenían ahora miedo de cruzar. Venían menos, y con menos frecuencia. Y entonces, en el peor de los momentos, cayó la pandemia.
La frontera se cerró el 20 de marzo . Sigue cerrada, y solo puede cruzarse en caso de fuerza mayor. Esta avenida, que es la columna vertebral de Ambos Nogales, como se conoce a esta zona metropolitana binacional, se convirtió en un callejón sin salida. A los empleados que dependen de estas tiendas los mandaron a casa. Los que vivían al otro lado del muro todavía no han podido volver.
Ana, que es dependienta en Twin Sports , se tuvo que ir a casa de marzo a agosto. Ahora la tienda, regentada por una mujer de origen chino que no habla inglés ni español, abre solo viernes y sábado de mediodía a cinco de la tarde. El bazar está vacío, como los del resto de la calle. Curiosamente, el negocio que más trasiego tiene se llama Nogales Tactical , y vende todo tipo de parafernalia militar, como chalecos de camuflaje y cinturones para portar armas. Los dependientes prefieren no hacer declaraciones.
La frontera sigue cerrada, sin una fecha clara de apertura. Ya había amenazado el presidente varias veces con sellarla totalmente, algo que había provocado el pánico entre los comerciantes. Finalmente, la pandemia le ha permitido hacer el experimento. Hoy el cruce sigue acordonado y desierto, mientras los aeropuertos internacionales están cada día más llenos. Las víctimas son estos comerciantes. Así lo cree Gustavo Valencia , de 35 años, cuya familia regenta el restaurante La Cabaña, totalmente vacío a la hora de la comida. «Quienes venían a comer eran de la otra parte de la frontera, y ahora no cruza nadie», dice. Los precios de los hoteles, antes llenos, se han desplomado. Dormir en un sitio decente en Nogales, Arizona, cuesta ahora menos de 45 dólares, unos 30 euros al cambio .
Ante este panorama, no es de extrañar que Nogales y el condado en el que se halla, el de Santa Cruz, sean bastiones demócratas . En las elecciones del 3 de noviembre , Joe Biden ganó aquí con un 67 por ciento de las papeletas, todo un triunfo.
Cuando la nueva administración haya tomado las riendas de la pandemia, y haya ya una vacuna, estos ciudadanos quieren que el nuevo presidente les ayude a devolverle a Nogales la vida y la alegría de siempre. Lo primero es replegar al ejército desplegado por Trump. Lo siguiente, retirar la concertina. Según el alcalde, el demócrata Arturo Garino, es necesario. «Ese alambre es algo muy malo, malo para los negocios, malo para la comunidad aquí en Nogales», dice. El ayuntamiento ya ha secundado esa moción, y ha pedido formalmente a las autoridades centrales que retiren el alambre, típico, dice «de una guerra, de una prisión, o de un entorno bélico». Y aquella guerra, con Trump fuera, debe acabar aquí.
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