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CLAVES DE LATINOAMÉRICA

La «ventana democrática» se cierra sin que América Latina la haya aprovechado

La reciente «década de oro» económica de la región llevó a un aumento del poder presidencial en lugar de fortalecer las instituciones

Un hombre pasa frente a un mural chavista en un barrio de Caracas EFE

Emili J. Blasco

La democracia está en retroceso en el mundo, también en Latinoamérica . Si en la década de 1990 toda la región, salvo Cuba, había establecido marcos democráticos plenos, hoy son diversos los países americanos que muestran serias deficiencias democráticas. Y lo peor es que esos sistemas que podrían calificarse de «iliberales» pueden muy bien no ser una excepción temporal : si algunos países latinoamericanos se anticiparon en la senda populista, la extensión del populismo a otras partes del mundo hace que ya no exista una situación democrática «normal» a la que regresar.

La «ventana democrática» se está cerrando sin que la mayor parte de los países latinoamericanos haya aprovechado en serio esa gran oportunidad para generar sólidas instituciones y establecer un verdadero Estado de derecho . La «década de oro» económica de la región (2003-2013 aproximadamente) supuso un aumento de los ingresos de los gobiernos que, si bien ayudaron parcialmente a combatir el nivel de pobreza, reducir el coeficiente de desigualdad y generar un espacio de clase media, al mismo tiempo fueron desaprovechados para ahondar en la consolidación democrática.

Apuntarlarse en el poder

Esos fáciles ingresos, derivados en gran medida del «boom» de las materias primas , fueron usados por muchos gobernantes para apuntalarse en el poder, derramando beneficios entre quienes participaron en la cooptación de las instituciones –órganos electorales, legislativos y judiciales– para asegurar su permanencia en el poder, mediante reformas constitucionales, discutibles sentencias de cortes supremas y un ventajismo electoral que, cuando menos, alimentó las sospechas de fraude. La desmesura del caso Odebrecht muestra a qué llevó mucha de aquella bonanza.

Esto pudo verse como un descamino que podría corregirse con nueva ola de recuperación democrática cuando ciertos líderes dejaran el poder. Sin embargo, las alternancias que se han producido en algunos países (el desmoronamiento de los partidos tradicionales, aunque puede tener sus elementos positivos, sobre todo está dejando a ciertos electorados sin estándares de referencia) y el clima internacional no ayudan a Latinoamérica a reconducir la situación.

Apagada la «primavera latinoamericana»

Esta visión poco optimista es compartida por diversos observadores. Diálogo Interamericano –uno de los principales «think tanks» sobre la región, con sede en Washington– ha publicado recientemente un informe titulado «Promesas incumplidas», en cuya introducción la expresidenta costarricense Laura Chinchilla reconoce que los problemas de la región no son únicos, pero considera que en pocos otros lugares se puede decir que haya «una sensación tan fuerte de oportunidad perdida» . «Latinoamérica es hoy una región particularmente identificada con promesas incumplidas , potencial sin explotar y negocios inconclusos», advierte. Y constata que cada vez que ha habido momentos de progreso económico en diversos países, después «una nueva recesión económica, un nuevo fracaso político, un nuevo trastorno social ha socavado sus logros y los ha atrasado varios años, cuando no décadas».

En ese mismo informe, en el capítulo dedicado a revisar la fortaleza institucional de los países latinoamericanos, la investigadora Catalina Botero escribe que a pesar de las ganancias económicas y sociales de la primera década de este siglo, hoy « la excitación por la primavera latinoamericana se ha apagado, y también el optimismo sobre las no tan nuevas democracias».

El gran engaño

Debido a los éxitos geopolíticos de Rusia y China (en este último caso también económicos) y la menor preocupación de la Administración Trump por promover sistemas democráticos en el mundo, la democracia misma ha sido destronada como sistema al que todo país se veía obligado a tender. Eso «ha conducido a una desconcertante falta de interés –por decir lo menos– por el retroceso democrático en América Latina», indica Botero.

En su último libro, «The Great Delusion. Liberal Dreams and International Realities», el teórico de las relaciones internacionales John Mearsheimer comenta que los años que siguieron a la caída del Muro de Berlín llevaron a pensar en un triunfo sin retorno de la democracia como sistema político (ese era el sentido del «fin de la historia» entonces proclamado por otro teórico, Francis Fukuyama), pero eso fue un engaño o delirio («delusion»). Sin modelos internacionales que arrastren en esa dirección , Latinoamérica ya no se ve presionada para la consolidación de instituciones que contrapesen los diferentes poderes del Estado, de manera que algunas tendencias históricas, como el caudillismo, vuelven a cobrar fuerza.

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