Venezuela se balancea entre el «No es no» y el «¡Uh! ¡Ah! Chávez no se va»
Venezuela se balancea entre el «No es no» y el «¡Uh! ¡Ah! Chávez no se va»
«¡Uh! ¡Ah! Chávez no se va» insisten, machacones, los altavoces del metro de Caracas. Es la «salsa-rap por la reelección», cantinela que desde hace semanas han de soportar los usuarios del tren subterráneo de la capital venezolana. Si el Gobierno bolivariano nunca mostró ... recato en el uso de los medios públicos al servicio de sus fines, con ocasión del referéndum de mañana ha llegado no al abuso, sino casi hasta la náusea.
Las televisiones estatales, que ya son cinco, se han convertido en una maquinaria a favor del «Sí» a la reelección de cargos públicos (forma con que se ha disfrazado la presidencia a perpetuidad para Chávez). La oposición sólo aparece para ser vejada -«el vámpiro» (sic), «el matacuras», «el patapollo»... son algunos de los epítetos con que se califica a los adversarios del presidente- y ser tildada de «fascista», «pitiyanqui», «oligarca»...
Miles de camisetas y gorras rojas se pasean por las calles caraqueñas. Carteles en cada esquina y gigantescas lonas que cubren las fachadas de los edificios públicos animan a votar «Sí». Cadenas nacionales (conexiones obligatorias a la señal del Estado para todos los medios de comunicación) en las que Chávez, con cualquier excusa (sólo le falta inaugurar un pantano), reclama la movilización de sus huestes (la alta abstención entre el electorado chavista parece una de las claves de su derrota en la consulta de diciembre de 2007, cuando fue rechazada la reforma que ahora vuelve a presentar en forma de enmienda).
Una Asamblea Electoral en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y grupos afines, y la dudosa independencia de los otros poderes del Estado -Fiscalía, Tribunal Supremo, Consejo Nacional Electoral- hacen el resto. Y llega la gran traca final. El cierre de campaña en una céntrica avenida capitalina. Cientos de autobuses -muchos de ellos, con logos de estamentos oficiales- llegan con miles de acarreados desde todo el país. Ante la multitud «entregada», Chávez anima a los suyos para que apoyen «la libertad de elegir» cuantas veces quieran a un gobernante, y para «solidificar la revolución bolivariana».
Mientras, a la oposición, encarnada por el movimiento estudiantil, se le prohíbe realizar una manifestación en la capital. «Éstas son las elecciones más desiguales desde que Chávez llegó al poder. Por primera vez, la oposición ha sufrido el acoso policial y el de grupos paramilitares», según denunciaban ayer los bachilleres durante un encuentro con la prensa extranjera.
«No es no» fue el eslogan elegido por la oposición para rechazar la reelección ilimitada, que ya fue descartada dentro de las 69 reformas a la Constitución planteadas hace catorce meses. «El método de la consulta es democrático, pero el contenido es antidemocrático. Hay principios y valores que no se someten a consulta, como el de la alternancia en el poder», dicen los universitarios.
Los sondeos dan una ligerísima ventaja a los partidarios de la enmienda, pero nadie se atreve a realizar pronósticos. «Está muy igualado», reconocen, «sotto voce» desde las filas del PSUV. Los indecisos serán decisivos. Pero el hartazgo después de catorce visitas a las urnas en diez años -y sus correspondientes campañas electorales- puede pesar más que las ideas políticas.
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