Uvalde llora sus muertos y lamenta: ¿podría haber hecho más la Policía?
El autor de la matanza estuvo casi una hora dentro de la clase en la que mató a 19 niños. Los padres no comprenden por qué se tardó tanto en abatirle
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Sentado en el porche de su casa en Uvalde (Texas), Gilberto Gallegos, de 82 años, apunta con sus dedos prendidos a un cigarrillo a la casa de su vecina de enfrente, Celia Martínez. Es la abuela de Salvador Ramos , el autor de la matanza en la escuela de primaria de esta pequeña localidad de Texas ... que ha sacudido a EE.UU. «Estaba ahí, en mitad de la entrada, cuando oí dos balazos», cuenta a este periódico. De la casa salió Ramos, con un rifle de asalto y una mochila, que tiró a la camioneta de su abuela. «La consiguió poner en marcha y salió a toda velocidad», recuerda, con las marcas del derrape todavía en el suelo de tierra. Después, salió Martínez con la cara chorreando sangre por los disparos de su nieto. La mujer de Gallegos, María, llamó de forma inmediata a emergencias y a la Policía.
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Apenas hay 600 metros entre la casa de la abuela de Ramos y el lugar de la matanza, pero la llamada rápida de los Gallegos permitió que la policía llegara a la escuela casi a la vez que el asesino que, además, estrelló la camioneta contra una zanja . A pesar de ello, Ramos consiguió entrar en la escuela, parapetarse en una de las clases y acabar con la vida de 19 alumnos de cuarto grado -entre 9 y 10 años- y sus dos profesoras.
La llamada desde el domicilio de los Gallegos fue hacia las once y media de la mañana y no se constató la muerte de Ramos hasta la una de la tarde. Las autoridades han reconocido que el autor estuvo entre 40 minutos y una hora dentro de la clase. Con multitud de agentes alrededor del centro educativo, pero sin conseguir reducirle.
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Enfado, dolor y conmoción
Con el luto en carne viva, el enfado entre padres y vecinos sobre cómo se pudo haber evitado la carnicería se mezclan con el dolor y la conmoción. Tras una vigilia multitudinaria del miércoles por la noche, algunos exigían el endurecimiento en el acceso a armas de alto calibre, como el rifle de asalto que utilizó Ramos. «Que no sea legal que un muchacho de 18 años pueda ir a comprar un arma. Y que revisen el historial criminal y, sobre todo, la salud mental. Este muchacho no debía haber tenido esta arma», pedía Verónica García, rodeada de sus tres hijos adolescentes.
Otros sin embargo, cuestionaban de forma directa la actuación de la policía. En primer lugar, el agente de seguridad del distrito de policía no estaba en el mismo centro escolar , sino en un coche en las inmediaciones. Este policía no intercambió disparos con Ramos cuando llegó a la escuela, como se dijo en un principio. Después, el autor disparó e hirió ya dentro del edificio a dos agentes que se personaron allí, y se atrincheró en la única clase donde se cobró víctimas mortales. Tras ese intercambio, hubo un espacio largo de tiempo en el que la policía no logró reducir a Ramos, ante la confusión y el enfado de vecinos y padres.
« Se pudo hacer más », dijo Javier Cazares, padre de una de las niñas fallecidas, a la agencia AP, en una postura que repiten otros en Uvalde. Cazares acudió a la escuela en cuanto supo del tiroteo y vio mucha policía alrededor del centro, pero sin ir a por el atacante. Quería entrar a la clase él mismo a sacar a su hija, Jacklyn, de nueve años. «Los policías no están haciendo lo que deben hacer», fue su pensamiento entonces. «No estaban preparados», añadió antes de detallar que otros agentes con escudos especiales tardaron otros veinte minutos en llegar.
En un vídeo en redes sociales, se ve cómo varios vecinos y padres se enfrentaban a la policía durante el suceso. «Simplemente no entiendo cómo no lo han tiroteado», decía uno. « No hacen nada, se han quedado fuera », protestaba otro. Como Cazares, varios padres exigieron que les dejaran pasar. El padre de una de las víctimas fue esposado cuando trataba de superar el cordón policial.
«Lo principal es que las fuerzas de seguridad estaban ahí », defendió Steve McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas. «Se enfrentaron con el atacante de forma inmediata y lo contuvieron en la clase».
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No se respetó el protocolo
Los protocolos de actuación policial en este tipo de tragedias, sin embargo, apuntan a un procedimiento distinto . Los agentes deben enfrentarse de manera inmediata al atacante e intentar abatirlo. Hasta la matanza del instituto de Columbine (Colorado) en 1999, el protocolo imponía establecer un perímetro de seguridad y esperar a que llegaran las unidades de intervención. Aquella matanza lo cambió todo y ahora se espera que el primer agente que llegue al escenario vaya a por el atacante.
La situación en Uvalde recuerda a la de la última gran matanza en un centro escolar , la del instituto Marjory Stoneman Douglas, en Parkland (Florida). El agente encargado del centro fue imputado por no ir a confrontar al atacante.
Hoy se conoció que el agente encargado de la escuela elemental de Uvalde iba a ser interrogado por su actuación.
La diferencia en esta última tragedia es que se cree que la matanza ocurrió en los primeros minutos de la presencia de Ramos en el colegio. Allí se centró en convertir esa clase en un paredón . Después se atrincheró, con disparos esporádicos que las autoridades atribuyen a una táctica para repeler la entrada de policía. La llegada, mucho después, de un equipo de asalto fue el final de la pesadilla y el comienzo del luto en Uvalde.