El último «tiranosaurio»

Cuesta creer que en algún momento Cuba fuera una democracia. Los recuerdos más antiguos sólo tienen un referente, la dictadura de Castro, y si encontrásemos a alguien aún más viejo, nos remitiría a la

Cuesta creer que en algún momento Cuba fuera una democracia. Los recuerdos más antiguos sólo tienen un referente, la dictadura de Castro, y si encontrásemos a alguien aún más viejo, nos remitiría a la anterior, la de Batista. Así que se puede decir que ni ... siquiera alguien que haya sobrevivido al supremo comandante conoce una vida distinta, libre de la tiranía del estado de ánimo de un militar, de un rebelde que arrastró tras de sí un país.

Fidel Alejandro Castro Ruz nació el 13 de agosto de 1926, en la hacienda familiar de Birán, en la costa nordeste de la provincia de Oriente. Su padre era un rudo campesino gallego, que hizo fortuna con las serrerías de madera y explotando las 860 hectáreas de caña de azúcar de su plantación.

Rodeado de sus cinco hermanos, las paredes de la casa siempre estuvieron repletas de crucifijos y efigies de la Virgen. Esas firmes creencias religiosas de la familia Castro llevaron al entonces niño Fidel a estudiar en una escuela católica de Santiago de Cuba. Continuó después como pensionista en el colegio La Salle, y, en 1942, en el de Belén, dirigido por los jesuitas.

En esta última etapa, Fidel destaca en la banda del colegio como el mejor trompetista, y en los estudios se entusiasma con Historia, Geografía y Literatura, pero no soporta el Dibujo ni las Matemáticas. En los deportes, brilla especialmente en el baloncesto, el béisbol, y las carreras de velocidad.

Acabados los estudios secundarios, Castro decide estudiar Derecho, y en la universidad estalla la rebeldía que lleva dentro. Se une al cuerpo expedicionario de 1.100 hombres que pretenden invadir la República Dominicana para derrocar al «lobo de las Antillas», el dictador Rafael Trujillo. El fracaso es rotundo. Más tarde participaría, en 1948, en el denominado «bogotazo» en Colombia, pero los revolucionarios tampoco tuvieron éxito en esa ocasión.

El 12 de octubre de 1948, Fidel Castro se casa con una estudiante de Filosofía y Letras, Mirtha Díez, y un año después nacería un niño, Fidelito.

Consigue licenciarse en 1950. En la puerta de su despacho coloca una placa en la que puede leerse: «Fidel Castro Ruz. Consultorio Jurídico». Aunque la realidad es que ejerce gratuitamente en defensa de quienes no pueden pagar.

Durante todo un año Fidel, su hermano Raúl y un grupo más de estudiantes se dedican a reclutar gente y armas. Son apenas 150. La idea es tomar el cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, para que la isla se levante inmediatamente contra Batista y éste huya.

El primer asalto

En la madrugada del 26 de julio de 1953, los hombres de Castro preparan los últimos detalles para el asalto al cuartel en una granja cercana. Cuba celebra los carnavales y los soldados -piensan los revolucionarios-, hartos de ron y fiestas, deben estar dormidos. Consiguen entrar a la plaza fortificada con algunos de sus vehículos, pero inmediatamente son rodeados y el tiroteo se hace ensordecedor.

Algunos son ajusticiados,pero Fidel consigue salvar su vida gracias a la mediación del cardenal Pérez Serantes, que intercede para que sea juzgado. Como abogado, se defiende a sí mismo durante cinco horas. «¡Condenadme! -dice-. No me importa. La Historia me absolverá». No es ejecutado, pero sí condenado a quince años de prisión.

Trasladado a la isla de los Pinos, allí se entera que su esposa ha pedido el divorcio y su suegro ha sido nombrado ministro de Batista.

Fidel parte hacia México, donde le esperan su hermano Raúl y un idealista argentino, Ernesto «Che» Guevara, médico de profesión, muy débil de salud, pero con una gran fortaleza mental: «El primer arma del hombre es su cerebro», sentencia.

Juntos reclutan hombres y buscan dinero. Se está fraguando el Movimiento Revolucionario 26 de julio. «Edificaremos una patria nueva e igualitaria», se proponen como fin. El ex presidente cubano Prío Socarrás les facilita armas, mientras un antiguo coronel español del ejército republicano, Alberto Bayo, les instruye en la lucha de guerrillas en un pueblo llamado Chalco.

Por su perfil, su larga cabellera negra y su poderoso tórax, a Fidel le empiezan a llamar «El Caballo». Castro consigue de los cubanos exiliados en Estados Unidos cerca de 50.000 dólares para su causa. Con parte de ese dinero compra un viejo yate, el «Granma», y embarca con 80 hombres rumbo a Cuba. El plan previsto era que el 30 de noviembre coincidiera el desembarco de Castro con un levantamiento de la población en Santiago, pero el «Granma» no llegó y el levantamiento fue sofocado por el Ejército.

El 2 de diciembre Castro llegaba con sus hombres a la costa. El Ejército cubano les esperaba. Una escuadrilla de aviones atacó al pequeño grupo de revolucionarios, y sólo una docena de ellos pudo salvar la vida. Entre ellos, Fidel Castro, Raúl, el «Che», que fue herido, y Camilo Cienfuegos. Huyen hacia Sierra Maestra en busca de un refugio seguro.

Barbudos en Sierra Maestra

Agazapados en la inexpugnable montaña, consiguen aumentar el número de revolucionarios. Batista les da por muertos. Pero lo cierto es que desde Costa Rica, el presidente José Figueres les envía un cargamento de armas; también les llegan desde Venezuela, y las donaciones económicas tampoco faltan. Fidel asegura: «No nos afeitaremos hasta que hayamos triunfado».

Castro consigue traer a un periodista del «New York Times» hasta su cuartel general, y días después aparecen varios artículos de apoyo a los revolucionarios. Además, Fidel consigue instalar una emisora, «Radio Rebelde», que llega a toda la isla. Las noticias corren de boca en boca y los barbudos comienzan a ser famosos entre la población.

Se instaura una especie de Estado insurrecto que, el 14 de junio de 1957, lanza una proclama con unos objetivos muy definidos. Fidel asegura que sólo pretende restaurar la democracia mediante unas elecciones libres, obligando a Batista a presentar la dimisión. Pero no existe la menor alusión al marxismo. «Mi ideal -aseguraba Fidel Castro- es la democracia. No estoy de acuerdo con los comunistas...No hay comunistas en nuestro movimiento, a no ser que Adán y Eva fuesen comunistas... Mi hermano Raúl no es comunista... El Movimiento 26 de julio nunca ha hablado de nacionalizar las industrias. Es absurdo acusarnos de ello...», añadía. Sin embargo, Raúl Castro pertenecía al Partido Comunista desde 1953, y el propio «Che» Guevara se situaba «a la izquierda de la izquierda».

El triunfo de la revolución

En los últimos días de 1958, las tropas guerrilleras de Sierra Maestra habían puesto en marcha la gran ofensiva contra el régimen del presidente Fulgencio Batista. Fidel Castro, al frente de sus hombres, se dirigió a Santiago, mientras Che Guevara se encaminó hacia La Habana. Por su parte, Estados Unidos había comunicado a Batista que le retiraba todo su apoyo y le aconsejaba marcharse del país. El 31 de diciembre de 1958, Batista y varios generales abandonaban Cuba. El 2 de enero de 1959 Che Guevara entraba en La Habana, y seis días después lo hacía Fidel Castro, aclamado por la multitud.

Lo primero que hizo Castro fue elegir un presidente de la República, Manuel Urrutia, un antibatista catalogado como demócrata moderado, cuya única misión era firmar leyes, pues el auténtico poder lo tenía el Ejército rebelde encabezado por Fidel. Pero esta situación duró poco, Castro convenció a Urrutia para que el primer ministro, José Miró Carmona, le dejara el cargo. Y así, desde el 16 de febrero Fidel presidía las reuniones del Consejo de Ministros de un Gobierno de transición.

En marzo de 1960, Eisenhower autorizó el adiestramiento de una fuerza de exiliados cubanos, y cuatro meses después suspendió la venta de azúcar cubana, que suponía el 50 por ciento del consumo total.

La respuesta de Castro fue radical: nacionalizó las fábricas americanas de La Habana y confiscó la inversiones. El 3 de enero de 1961, el presidente Eisenhower rompía las relaciones diplomáticas con Cuba. Ése fue el momento en que Fidel Castro dio el paso definitivo para ampliar las relaciones diplomáticas y comerciales con el bloque comunista, que se habían iniciado un año antes con la visita del viceprimer ministro soviético Anastas Mikoyan.

Bahía de Cochinos

Pero Estados Unidos no acababa de digerir la encubierta presencia del enemigo soviético a tan sólo 145 kilómetros de las costas de Florida, y alentó una sublevación contra Castro. La Administración Kennedy decidió apoyar la invasión de la isla mediante el desembarco en Bahía de Cochinos de un grupo de anticastristas. El 15 de abril de 1961, varias instalaciones militares eran bombardeadas por aviones de la CIA. El Gobierno cubano decretó la movilización nacional, y tras 72 horas de combate, el Ejército castrista derrotó a los invasores, de los que un centenar murieron y 1.113 fueron hechos prisioneros.

Tres meses después, y con motivo de la celebración del VIII aniversario del Movimiento 26 de julio, Fidel Castro convocó en la plaza Cívica de La Habana al pueblo para que aprobara por aclamación la fusión de todas las organizaciones y entidades políticas del país en una sola: el Partido Unido de la Revolución Socialista. A raíz de esto, el Gobierno proclamó el Estado socialista. Y, en diciembre, Fidel Castro se definió como un marxista-leninista.

La preocupación del Gobierno castrista por sufrir una nueva invasión, pero esta vez de grandes proporciones, llevó a Raúl Castro hasta Moscú para pactar con los soviéticos la instalación de armas nucleares en la isla con el fin de disuadir a Estados Unidos. El 14 de octubre, los aviones espías norteamericanos U-2 consiguen fotografiar, en el área de San Cristóbal, al oeste de La Habana, el emplazamiento de misiles balísticos con capacidad nuclear. Días después, eran descubiertas también otras plataformas de lanzamiento. Las fotografías revelaban que ya estaban instalados 32 misiles capaces de poner en peligro la vida de 80 millones de personas.

El 16 de octubre, el presidente norteamericano, John F. Kennedy nombra el llamado Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, que estuvo permanentemente reunido los trece días siguientes. El presidente Kennedy comunicaba el 22 de octubre que se había tomado la decisión de imponer una «cuarentena» (bloqueo) naval en torno a Cuba para impedir el paso de buques soviéticos con material bélico.

Primeras «elecciones»

La primera respuesta de Kruschev llegaría el 27 de octubre. El líder soviético retiraría los misiles si Estados Unidos hacía lo mismo con los instalados en Turquía y Grecia. Kennedy mantuvo el bloqueo. En las siguientes horas, un avión U-2 norteamericano era derribado y el presidente americano pidió calma a los militares. Un día después, Kruschev comunicaba que los misiles serían retirados en treinta días bajo la supervisión de la ONU. El desencadenamiento de una tercera guerra mundial quedaba enterrado.

En 1965, el Partido Unido de la Revolución Socialista cambia su nombre por el de Partido Comunista, y en la persona de Fidel se encuentran los cargos de primer secretario del partido, primer ministro de la nación y presidente del Instituto Nacional de la Reforma Agraria.

El Comité Central del Partido Comunista aprobaba, en 1975, una nueva Constitución, y en el mes de octubre del siguiente año se celebraban las primeras elecciones para elegir a los 481 miembros de la Asamblea Nacional Popular. Así se consolidaba institucionalmente la Revolución iniciada en 1959.

En 1980 Fidel emprende una reforma profunda en su Gabinete, y él asume varias carteras: Interior, Defensa, Sanidad y Cultura. Se produce, además, una grave crisis económica a causa del descenso en la recolección de la caña de azúcar y a una plaga en las plantaciones de tabaco. Como consecuencia, miles de cubanos se refugian en las embajadas de Perú y Venezuela solicitando asilo en el extranjero. Finalmente, el Gobierno cubano accedió a que aquellos que lo desearan podían abandonar el país. Y la mayoría se traslada a Estados Unidos, donde entraron 125.000 cubanos, que partieron del puerto de Mariel.

Poco a poco, Fidel se fue quedando solo. Su más fuerte aliado político, la URSS, no tardaría en darle la espalda. Gorbachov, presionado por Estados Unidos, decidió dar carpetazo a la unión política, militar y económica con Cuba el 11 de septiembre de 1991.

La vida de los isleños cambió radicalmente ante el nuevo panorama mundial desde principios de los noventa, debido tanto a las transacciones con los soviéticos a precio de mercado como la reducción en el suministro del petróleo. Esta sitación estranguló la economía nacional y obligó a decretar el 29 de agosto de 1990 la implantación del «Período Especial en tiempos de paz», por la que se impusieron 14 medidas de restricción en el consumo de gasolina y electricidad.

Crisis de los balseros

Entre entre julio y agosto de 1994 se produjo la crisis de los balseros, cuando Castro permitió la salida a todo aquel que lo deseara, a raíz de la muerte de 40 cubanos en el hundimiento de un remolcador con el que pretendían abandonar el país, y que aprovecharon más de 30.000 personas.

Castro decretó festivo el Día de Navidad de 1997, un gesto previo a la histórica visita de enero de 1998 del papa Juan Pablo II a la isla en la que desautorizó el embargo y demandó apertura al régimen.

Frente al bloqueo norteamericano y la difícil relación con la UE, restableció relaciones diplomáticas con gran número de países latinoamericanos, destacando los casos de la Venezuela de Hugo Chávez, que sustituye en el papel de benefactor a la antigua URSS, puesto que pasa a suministrar petróleo en condiciones favorables de pago desde el 2000, o el Brasil de Lula da Silva.

Castro, que no había faltado a ninguna de las diez primeras Cumbres Iberoamericanas celebradas desde 1991, dejó de participar en las últimas ediciones: Lima 2001, por la devastación de su país por el huracán Mitchell, la dominicana de Playa Bávaro 2002, y la boliviana de Santa Cruz de la Sierra 2003. En estas citas le ha sustituido el vicepresidente Carlos Lage.

Desde 1996, su Gobierno ha ido tolerando las actividades de la disidencia interna, a la que permitió la publicación del texto «La Patria es de todos» (1996) y consentido las peticiones de democracia de la Plataforma Común (1999) y el «Proyecto Varela» (2001), cuyas demandas fueron incluso presentadas ante la Asamblea nacional en mayo de 2002, Además, permitió a representantes de esta oposición no reconocida mantener entrevistas con políticos extranjeros como José María Aznar (1999), el presidente mexicano Vicente Fox (2002) o el ex presidente norteamericano James Carter (2002). Pero la persecución de los opositores no ha cesado: valga como muestra la detención en marzo de 2003 de alrededor de ochenta disidentes, que al mes siguientes fueron condenados a importantes penas de prisión.

Mientras, las relaciones de Castro con España se han movido entre lo entrañable -por sus orígenes familiares- y lo diplomático, sin olvidar los momentos de crisis coincidiendo con el Gobierno de Aznar.

Hasta 2006 ha estado en cuatro ocasiones en España. La primera, en febrero de 1984, aprovechando una escala técnica en su regreso a Cuba desde Moscú; la segunda, en julio de 1992 para participar en la II Cumbre Iberoamericana. El 15 de junio de 1996 hizo una escala técnica en el aeropuerto de Santa Cruz de Tenerife, ocasión que aprovechó para visitar el Parque Nacional del Teide, y la última, el 20 de octubre de 1998, cuando viajó a Mérida después de participar en la Cumbre Iberoamericana de Oporto.

Poseedor de una buena salud, en junio de 2001 sufrió un desvanecimiento durante una de sus habituales y prolongadas alocuciones . Para los maledicentes, cinco días después ratificó a su hermano Raúl como su único sucesor. El 20 de octubre de 2004 sufrió una caída al término de su intervención en un acto multitudinario en Santa Clara, fracturándose la rodilla izquierda y fisura en el húmero del brazo derecho.

El 31 de julio se produjo la sorpresa, cuando se anunció que el presidente cubano había sufrido una intervención quirúrgica en el abdomen a causa de una hemorragía. Fue la primera señal hacia su fin.

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