«Tuvimos que saltar por encima de cuerpos sin vida para escapar»
Nizeiyman, de 21 años, huyó a las afueras de Kitchanga en la provincia de Kivu Norte cuando su aldea fue atacada. Se unió a un grupo de leñadores en el campo de desplazados de Mungote.
El grupo de leñadores puso en común todos sus recursos ... para poder comprar el equipamiento más básico que necesitan para talar madera. Ahora, venden tablones de madera y ganan el dinero para comprar comida y completar las raciones distribuidas por las organizaciones de ayuda y sentirse de alguna forma independientes.
«Me llamo Nizeiyman. Soy de Butare. Mi padre murió durante la guerra. Tres de mis hermanos también fueron asesinados. Después, huí a refugiarme en el campo de Mungote. Vivo aquí desde hace dos años, fui uno de los primeros en asentarme en este campo. No pude traerme nada conmigo, aquí incluso tuvieron que darme una manta. Cuando vi que no habría suficiente comida vine y me uní a los leñadores.
Me acababa de casar cuando tuve que huir. Mi esposa se quedó embarazada y dio a luz aquí en el campo. La mayoría de días trabajo en las tierras de otras personas y también me dedico a talar madera. Vendemos tablones de madera para poder comprar comida. Si queda algo, compramos otro árbol para serrar. Vivo con mi madre. Es viuda y por tanto cuando trabajo tengo que alimentarla a ella también. Todo lo que gano, lo comparto con ella. Los únicos ingresos que tenemos proceden de la venta de tablones de madera.
Hemos vivido cosas terribles. Pero aquí en el campo hemos encontrado un poco de estabilidad. Algunos grupos de ayuda humanitaria nos dieron comida y utensilios de cocina. Tenemos algo que llevarnos a la boca pero sabemos que tenemos que complementarlo comprando más comida con lo que sacamos de la tala de madera. Y por eso seguimos trabajando.
Tengo miedo. Son muchos los disparos que he escuchado y la sangre que he visto. Tuvimos que saltar por encima de cuerpos sin vida para escapar. Vi cinco cadáveres con mis propios ojos, y entre ellos estaban los de mis tres hermanos. Algunos habían sido alcanzados por balas, otros asesinados a machetazos. Vi los cuerpos de mis hermanos y tuve miedo. Huimos para poner a salvo nuestra vida y vinimos aquí, a este campo.»
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