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Trump y Putin se suman a un pacto de alto el fuego para el suroeste de Siria

Presionado por el mandatario de EE.UU. en una reunión de dos horas, el jefe del Kremlin negó la injerencia rusa en las elecciones a la Casa Blanca

Vladimir Putin y Donald Trump durante su primer encuentro REUTERS

ROSALÍA SÁNCHEZ

Trump y Putin están encantados de haberse conocido en Hamburgo . El primero un poco más que el segundo. A juzgar por lo poco que trascendió ayer de sus dos horas y cuarto de reunión y por el lenguaje gestual, que en tiempos de poca claridad diplomática cobra una relevancia inusitada, Trump buscó el halago: «Es un honor estar con usted» . Y según el diplomático del Kremlin Sergei A. Ryabkov, al tanto de los muchos desacuerdos en una relación bilateral inexistente, Moscú espera que el contacto personal facilite en el futuro la comunicación entre los dos gobiernos. «Hablar por teléfono no es suficiente», dijo Putin a Trump , confiando en que de la conversación surgiesen «cosas positivas». Pero esperará a ver los resultados antes de sacar conclusiones.

El Congreso estadounidense había encomendado a su presidente que preguntase a Putin en tono de reproche por las supuestas injerencias rusas en las últimas elecciones y Putin negó cualquier intromisión .

También hablaron sobre Siria y acordaron una tregua en el suroeste de ese país que empezará este domingo y en la que también participa Jordania, según confirmó el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson . Además, salió en la conversación Corea del Norte y el tono debió ser conciliador, ya que, pese a que el tema no formaba parte del orden del día, la anfitriona Angela Merkel se apresuró a anotar un primer éxito diplomático de la cumbre y salió a anunciar que el G-20 instaba al Consejo de Seguridad de la ONU a dar una respuesta «proporcionada» a la «muy amenazadora» actividad nuclear de Pyongyang. Washington, Seúl y Tokio subrayaron en una declaración conjunta que quieren ejercer la «máxima presión» sobre Corea del Norte mediante «sanciones adicionales», pero la firma de Putin no aparece en ella.

En una reunión en la que no estaban preestablecidos los asuntos a tratar, Putin mencionó los beneficios del libre comercio contra los postulados proteccionistas en materia económica. «Estamos en contra del proteccionismo que se expande en el mundo», avanzó a la puerta del encuentro, «las restricciones en materia de comercio y de finanzas tienen a menudo un trasfondo político y buscar neutralizar la competencia». Trump, sin embargo, mantiene la intención de renegociar las reglas del juego en materia de comercio, alegando que los acuerdos actuales perjudican a su país, y se niega a firmar un documento que incluya una postura clara a favor del libre comercio y en contra del proteccionismo.

Venezuela, en la agenda

Y si Moscú se erigió en gran defensor del libre comercio, no ha de extrañar que fuera China el país que puso el acento en la protección del clima y en la conveniencia de blindar el sistema capitalista ante posibles futuras crisis, llamando al G-20 a una coordinación de la política macroeconómica y a la prevención de riesgos en los mercados financieros. Los países latinoamericanos, por su parte, dejaban escuchar sus preocupaciones por lo que está sucediendo en Venezuela , con la esperanza de implicar al club de los más ricos en el conflicto. El presidente de Argentina, Mauricio Macri , destacó en su intervención que la situación política en ese país es una de las prioridades de su política exterior y debería serlo también del conjunto. En su exposición ante el pleno llamó a que el mundo «tome nota de la situación en Venezuela, en donde no se respetan los derechos humanos» y buscó el apoyo de la cumbre para pedir la celebración de elecciones libres, la libertad de presos políticos, entre los que mencionó a Leopoldo López, y el respeto al derecho a manifestarse de los opositores al régimen de Maduro. Sus palabras, sin embargo no parecieron tener demasiado eco.

A la vista de los múltiples discursos sin aparente respuesta, Merkel pedía a los países participantes en la cumbre «generosidad» y «concesiones» que permitiesen ir cerrando acuerdos , al tiempo que les recordaba que el reloj es implacable. Merkel reconoció que los debates llevados a cabo durante la primera jornada de la cumbre no habían servido exactamente para lograr más avances (que lo acordado sobre Siria) y esa misma falta de comunión entre los miembros del G-20 pudo apreciarse durante el almuerzo de trabajo, en un ambiente más distendido.

La canciller alemana estuvo sentada al lado de Vladimir Putin y ambos conversaron animadamente, aunque según testigos el presidente ruso gesticulaba levantando el dedo índice en el aire . Después, Putin pasó toda la comida trabajando en unos papeles que llevaba consigo y de los que no volvió a levantar los ojos. De hecho, apenas hubo contacto visual entre Putin y Trump, a pesar de que estaban todos sentados a la mesa, concretamente a tres sillas de distancia. Otro momento de confusión tuvo lugar cuando por fin todos los jefes de Estado y gobierno habían entrado en la sala y la anfitriona Merkel les pidió que se dieran la vuelta para una foto de grupo. Habló claramente en inglés y tenía a Trump a solo un par de metros, pero según fuentes de la Casa Blanca este no la escuchó y quedó rezagado hasta que la primera ministra británica, Theresa May, sentada a su izquierda, le ordenó girar.

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