Trump destituye a Tillerson y nombra a Mike Pompeo como nuevo secretario de Estado de EE.UU.

El hecho es que Mike Pompeo ya es el nuevo secretario de Estado, en un salto desde la dirección de la CIA al Departamento de Estado con muy pocos precedentes. Que un destacado miembro de la inteligencia estadounidense vaya a desempeñar la jefatura de la diplomacia parece toda una declaración de intenciones, en un momento de desafío con Corea del Norte, con el objetivo de detener la escalada nuclear del dictador Kim Jong-un, con quien tiene prevista, en principio, una entrevista en el mes de mayo. Aunque la gran incógnita, como la de todo el mandado, pero ahora más acentuada, es si la llegada de un director de la CIA supondrá un endurecimiento de la relación con Rusia, que hasta ahora el propio presidente Trump ha evitado, pese a ser el centro de una investigación precisamente por supuesta connivencia con Putin en la campaña electoral.

El otro gran frente internacional que ocupa a la Casa Blanca apunta a Oriente Próximo y a la intención de Trump de forzar un plan de paz entre israelíes y palestinos. La reciente decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, considerado el primer paso pese a la indignación de todo el mundo árabe, estaba diseñada a tal efecto. Dado que se trata de un asunto pilotado hasta ahora por Jared Kushner , el yerno del presidente, como enviado personal de Trump, con Tillerson casi como mero espectador, habrá que ver ahora cuál es el papel del nuevo secretario de Estado.

La salida de Mike Pompeo supondrá que por primera vez en su historia una mujer, Gina Haspel , dirigirá la CIA, algo de lo que presumió ayer el propio Trump. Hasta ahora adjunta a la dirección, Haspel ha acumulado una dilatada experiencia dentro de la Agencia Central de Inteligencia, desde que entrara a trabajar en 1985.