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Trudeau inicia una complicada reelección entre división y escándalos

Los canadienses irán a las urnas el próximo 21 de octubre, en una cita electoral que será un plebiscito sobre los cuatro años del controvertido primer ministro

El primer ministro, Justin Trudeau, ayer durante una rueda de prensa Reuters
Javier Ansorena

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Este miércoles arrancó en Canadá la campaña de las elecciones generales, que decidirán la continuidad al frente del Gobierno de su actual primer ministro, Justin Trudeau. Los canadienses irán a las urnas el próximo 21 de octubre, en una cita electoral que será un plebiscito sobre los cuatro años de Trudeau en el poder y sobre los escándalos que han lastrado el final de su primer mandato.

Trudeau llegó al poder al frente del Partido Liberal convertido en una sensación política, un trasunto de Barack Obama en el vecino del Norte que ofrecía un mensaje positivo de optimismo, progresismo y regeneración política para Canadá.

Se aupó al poder empujado por el voto joven y cumplió con parte de las promesas que presentó en aquella campaña: la legalización del cannabis, los esfuerzos por impulsar la igualdad de género, la recepción de refugiados y una ambiciosa agenda medioambiental. En esta última, la medida más agresiva ha sido la imposición de un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono para aquellas provincias que no establecieran precios altos para el uso de combustibles contaminantes.

Este es uno de los principales huesos en los que morderá su gran rival en las elecciones, Andrew Scheer, líder del Partido Conservador , que apuesta a la economía y creación de puestos de empleo como principal arma para sacar a Trudeau de Ottawa.

Scheer, de 40 años, es todavía más joven que Trudeau cuando subió al poder y buscará convencer a los electores de que vivirán peor si el primer ministro se queda otros cuatro años y atacará a su contrincante con sus recientes escándalos políticos.

A principios de año, Trudeau tuvo que afrontar varias dimisiones en su Gabinete por el escándalo de SNC-Lavalin un gigante de la ingeniería al que el primer ministro podría haber tratado con favor. Varios miembros del Gobierno y el propio Trudeau presionaron a la entonces fiscal general para que no fuera a juicio contra SNC-Lavalin por saltarse sanciones a Libia, lo que podría acabar con la prohibición a la empresa, en la que trabajan decenas de miles de canadienses, a optar a contratos públicos en Canadá.

Al escándalo se ha unido la creciente división entre los canadienses sobre el impacto económico de sus políticas medioambientales o la laxitud de sus políticas migratorias.

Por el flanco de la izquierda, Trudeau recibirá ataques por su apoyo a la ampliación de un gran oleoducto y por el incumplimiento de su promesa de reformar la ley electoral.

Empate técnico

De momento, las encuestas muestran un empate técnico entre los dos principales partidos, con un 30% de los votos para cada uno. En asignación de escaños, la formación de Trudeau tiene todavía cierta ventaja. Los otros dos partidos, el de los Nuevos Demócratas y el Partido Verde, cuentan con cerca del 13% de los sufragios.

«Hemos conseguido mucho juntos en los últimos cuatro años, pero lo cierto es que solo estamos empezando. Por lo tanto, los canadienses tienen una elección importante. ¿Volveremos a las políticas fallidas del pasado o seguiremos hacia delante?», dijo Trudeau en el primer día de la campaña. El primer ministro es consciente de que su puesto está en peligro. Una muestra clara es que ha decidido no acudir al debate entre candidatos que se celebra este jueves, el gran pistoletazo de salida de las elecciones, donde iba a ser el objetivo de todos los ataques.

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