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La trama rusa, en vía muerta

El Capitolio sigue llamando a testificar a sospechosos de colaborar con en Kremlin, sin resultados

Foto de archivo del exjefe de campaña electoral del presidente de EE.UU., Donald Trump, Paul Manafort EFE
David Alandete

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El Partido Demócrata sigue empeñado en explotar la trama rusa como una de las principales flaquezas de Donald Trump en las elecciones presidenciales que se celebrarán en poco más de un año, con resultados más bien pobres. Esta semana la comisión de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes, controlada por la oposición, interrogó sobre sus conexiones con Rusia a uno de los directores de la campaña de Trump, Corey Lewandoswki, quien convirtió su interrogatorio en una burla de los demócratas y en una defensa de que esta trama no es más que una caza de brujas de índole política.

El testimonio de Lewandowski fue la demostración de que, tres años después, la trama rusa ya ha dado todo lo que podía dar de sí como arma arrojadiza en la política norteamericana. Este estratega y asesor político defendió enardecidamente a Trump, ridiculizó sin piedad a quienes le investigan y utilizó su comparecencia, emitida por las principales televisiones, para promocionarse como posible candidato a un escaño del senado por el estado de New Hampshire, algo para lo que, por supuesto, cuenta con la bendición de Trump.

En marzo, el fiscal especial Robert Mueller concluyó su investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de EE.UU., y detalló sus conclusiones en un pormenorizado informe y en una comparecencia en el Capitolio en julio. Según Mueller, el Kremlin aprobó dos campañas digitales para manipular las presidenciales a favor de Trump, pero este ni las conocía ni participó de ellas. Queda otra duda no resuelta sobre la que Mueller no se pronunció, que es si Trump trató de entorpecer la investigación. La respuesta de la Casa Blanca es sencilla: ¿cómo iba Trump a maniobrar para tapar un delito que no cometió?

El papel de Lewandowski en esa supuesta trama es crucial, ya que en 2017 Trump le encargó que le pidiera al entonces fiscal general Jeff Sessions que abortara toda la investigación. Lewandowski no transmitió el mensaje, y los demócratas le llamaron al Capitolio para que explicara por qué. Dio la implausible respuesta de que se fue de vacaciones y se olvidó de la petición del presidente. Sessions, por su parte, permitió que la investigación siguiera su curso, y Trump, después de criticarle sin piedad, le despidió sin honores el año pasado.

El caso es que, concluidas las pesquisas de Mueller, poco hilo más tienen del que tirar los demócratas. Pueden seguir arrastrando por el Capitolio a empleados y ex empleados de Trump, pero estos son cada vez más diestros en el arte de negar la mayor y victimizar a su jefe, algo que a este no le viene nada mal cuando se dispone a entrar en un año de elecciones.

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