Los «tories» se pelean por el gato que impidió una deportación

Los jueces y el ministro de Justicia critican a la ministra de Interior por afirmar que un inmigrante boliviano se salvó de ser deportado por compartir un gato con su novia

Los «tories» se pelean por el gato que impidió una deportación AFP

BORJA BERGARECHE

«¿Quién puede estar a favor de la energía nuclear?», exclamaba esta mañana un militante ecologista a las puertas del centro de congreso de Manchester, donde se celebra estos días la convención del partido conservador británico. «¡Yooo!», le respondían a coro la mayor parte de ... los «tories» que hacían cola en ese momento para entrar al recinto.

Los conservadores británicos lo son según el manual más añejo de esta familia política europea : les gusta la ley y el orden más que la inmigración, la libre empresa más que la lucha contra el cambio climático, la eficacia más que los derechos humanos. Y, valga la generalización, están tan convencidos de ello que dejaron de pertenecer al Partido Popular Europeo en Bruselas para aliarse con formaciones ultraconservadoras y radicales en el Parlamento Europeo. Una derecha sin complejos, observada estos días por representantes del Partido Popular y de FAES , el «think-tank» presidido por José María Aznar.

La jornada ha comenzado con el vibrante y divertido discurso del alcalde de Londres, Boris Jonson , un «outsider» dentro del partido y peculiar político que arrasa por su simpatía entre muchos londinenses, y entre las mujeres conservadoras, que llenaban a rebosar el auditorio. Perdonándole -o atraídas, quien sabe- por los delitos de faldas que se le atribuyen al pintoresco personaje, tan reconocible por su melena rubia… y lo mal que le quedan los trajes, según los expertos.

Pero la involuntaria estrella del día ha terminado por ser Theresa May , la siempre formal ministra del Interior, que ha ofrecido un discurso sin complejos. «Los conservadores conocemos de forma instintiva la importancia de la ley y el orden», ha dicho. Y ha cargado contra «el desastre migratorio que nos han dejado los laboristas», y criticado a la oposición por «convertir a la policía en una organización burocrática en vez de en una fuerza operativa», ha dicho entre los fuertes aplausos de los asistentes.

Derechos humanos

Los «tories» vieron ganar a Tony Blair tres elecciones antes de recuperar el poder en mayo del año pasado. Y atribuyen a la gestión laborista la mayoría de los males del país. Pero, en su defensa de una política migratoria más restrictiva, May ha cometido el que probablemente sea el patinazo de la conferencia. «¡La Ley de Derechos Humanos debe terminarse!» , ha exclamado, con la sala jaleándole.

En vigor desde el 2000, esta ley adapta la Convención Europea de Derechos Humanos a la legislación británica, y pone en manos de los jueces británicos los litigios sobre vulneraciones de los derechos recogidos por el texto del Consejo de Europa. Para muchos conservadores, esta ley ha llenado de «corrección política» la legislación británica y ha dejado demasiado poder en manos de los jueces.

En concreto, sus críticos se fijan sobre todo en aquellos casos en los que los jueces han aplicado la Ley de Derechos Humanos para rechazar la deportación de delincuentes extranjeros o inmigrantes ilegales «Ya sabéis», ha dicho May, «el ladrón que no puede ser expulsado porque tiene una novia aquí, el inmigrante ilegal que no puede ser deportado porque tiene –y no me lo invento- un gato al que cuidar…»

Según la asociación de jueces, y su colega el ministro de Justicia, sí se lo ha inventado. Apenas unos minutos después de terminar su discurso, los jueves enviaban un comunicado en el que negaban la mayor a la ministra. El affaire del gato fue un juicio de extradición a un inmigrante boliviano en 2008 , quien entre los múltiples argumentos para demostrar que tenía una vida en común con una mujer británica en Reino Unido, citó entre muchos argumentos que compartían un gato.

«Pero el gato no tuvo nada que ver con la decisión», ha explicado un portavoz de la Oficina Judicial. El propio ministro de Justicia, Ken Clarke, ha confirmado que su colega de Interior no tiene razón. Y ha recordado, en un evento paralelo organizado por «The Daily Telegraph», que la Convención Europea de Derechos Humanos fue promovida por el Reino Unido para garantizar los valores británicos en los países post-fascistas: «no somos como Bielorrusia», ha afirmado, en defensa de la existencia de la Ley de Derechos Humanos. Dos conservadores diferentes en un mismo gabinete, apenas castigado por ahora por la crisis. Dos visiones en las que, sin duda, la de Theresa May es la más apreciada por la militancia conservadora.

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