Todo EE.UU. levanta ya restricciones, pese a que la epidemia crece en muchos estados
Empieza la reactivación con un desafío por delante: el equilibrio entre sortear la crisis sanitaria de la pandemia y recuperar una economía hundida por las restricciones
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Tiene que haber equilibrio y nada tiene riesgo cero». Lo aseguró ayer Ned Lamont , el gobernador de Connecticut, el último estado en EE.UU. en empezar a levantar restricciones para frenar la expansión de Covid-19 . Desde ayer, el confinamiento es ... cosa del pasado y tiendas, restaurantes y oficinas pueden abrir, con ciertas limitaciones.
Todos los estados del país ha iniciado ya –aunque en grados muy diferentes– la reactivación, con un desafío por delante: el equilibrio entre sortear la crisis sanitaria de la pandemia y recuperar una economía hundida por las restricciones. «Podemos proseguir de forma muy cuidadosa con aquellos sectores con menos riesgo y con más valor económico real para el estado», añadió Lamont en una entrevista con la cadena local ABC7.
La «reapertura» de la primera potencia mundial es un juego de fuerzas en direcciones diferentes. Donald Trump dejó en manos de los gobernadores cuándo y cómo se pueden levantar las restricciones, lo que supone una ventaja política. El presidente, que se juega la reelección en unos meses, ha defendido que se puede hacer, a la vez, de forma «rápida y segura», pero sin la responsabilidad de lograrlo. La rapidez la necesita para que la economía, su gran carta electoral hasta la pandemia, muestre signos de recuperación antes de noviembre. El desempleo, que ya está en el 15%, podría pasar el 20% según las estimaciones de los economistas. La seguridad la requiere para que no se engrose más la factura vital de la pandemia, que ha costado más de 90.000 muertos en el país, el más afectado en todo el mundo.
Hay quienes tienen dudas de que rapidez y seguridad puedan cumplirse en todos los casos. También dentro del Gobierno de EE.UU. Anthony Fauci , director del Instituto Nacional de Alegrias y Enfermedades Infecciosas y la voz más prestigiosa en el país sobre coronavirus, advirtió la semana de que hay «riesgos reales de provocar un brote que no se pueda controlar» si los territorios reabren «demasiado pronto», lo que podría dar lugar a «sufrimiento y muertes evitables».
¿Qué es «demasiado pronto»? La Casa Blanca y los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades , la autoridad médica de EE.UU., establecieron directivas que los estados deberían cumplir para ir adelante con el fin del confinamiento. Entre otras, que el número de casos mostrara una trayectoria a la baja en los últimos catorce días. En muchos casos, no se cumple. Según los datos de la Johns Hopkins University, al menos 17 estados del país han registrado una tendencia en alza –un crecimiento de al menos un 10%– en los últimos siete días. Otros 16 estados ha mostrado caídas del 10%, mientras que el resto se mantenían al mismo nivel.
Diferencias entre republicanos y demócratas
La realidad es que EE.UU. es un país muy diverso y descentralizado, con necesidades y circunstancias diferentes, y, con el visto bueno de Trump, cada estado ha tomado su propio rumbo. Sí se observan, sin embargo, tendencias generales: los estados del Noreste –donde están algunos de los más afectados, como Nueva York o New Jersey – y los de la costa Oeste –como Washington y California– están siendo más cautos a la hora de levantar las restricciones. También hay diferencias entre estados con gobernador demócrata o republicano: los primeros tienden más a mantener las restricciones. La «reapertura» es un proceso polémico, en el que se siente la brecha política que vive EE.UU., con protestas contra las restricciones en los estados gobernados por demócratas y mucha confusión sobre el mosaico de normas que hay que seguir: distancia física, ocupación de los negocios, uso de mascarilla, calendario para los diferentes sectores…
El proceso ha arrancado incluso en el estado más afectado, Nueva York, donde desde la semana pasada algunos de los condados menos afectados, en entornos rurales, ya comenzaron su reactivación. La del epicentro de la crisis, la ciudad de Nueva York, no se espera hasta el mes que viene.
Otros, como Alaska , la normalidad completa está a punto de regresar. Los restaurantes, bares y gimnasios están abiertos, con limitaciones de ocupación, desde hace semanas. Pero a partir de mañana, funcionarán a pleno rendimiento. «Todo estará abierto como antes del virus», aseguró ayer el gobernador Mike Dunleavy.
Las medidas más agresivas se han visto en estados como Georgia –el primero en levantar restricciones, incluso con la oposición de Trump– y Texas, un estado donde los casos han crecido desde que se empezó a mitigar el confinamiento. El pasado fin de semana, el estado batió su propio récord de nuevos contagios en un día, con 1.801 casos, en medio de una reapertura generalizada de negocios.
El aumento de casos es algo con lo que cuenta su gobernador, Greg Abbott, cuyos planes de «reapertura» siguen en marcha (mañana, la ocupación de los restaurantes pasará del 25% al 50%). Este mes, Abbott reconoció que el fin del confinamiento supondrá un incremento de casos. «Cuanta más gente haya fuera, mayor es la posibilidad de transmisión», dijo en una conferencia con legisladores filtrada a la prensa. «El objetivo nunca ha sido que la transmisión sea cero». La clave, y la preocupación para muchos estadounidenses, es cuál será el tamaño de ese rebrote si se produce en sus comunidades.