El exilio de la memoria: el recuerdo de Tiananmen se desvanece en Hong Kong

El fin de los derechos y libertades del territorio impide por tercer año consecutivo la conmemoración de la matanza perpetrada por el Partido Comunista Chino

«En Tiananmen, China rozó la libertad por un instante»

Varios ciclistas se alejan de un tanque incendiado en la Plaza de Tiananmen, el 4 de junio de 1989 AFP

Quien controla el presente controla el pasado, y quien controla el pasado controla el futuro . Los mandatarios del Partido Comunista han estudiado a fondo la enseñanza de George Orwell, la cual aplican ahora en Hong Kong como en el resto de China. ... El fin de los derechos y libertades de la excolonia británica comienza a erradicar todo recuerdo de la matanza de Tiananmen . Hubieran hecho bien en atender, no obstante, al Josep Carner que rescata Arcadi Espada: la verdad existe y es una , aunque esté rota en mil pedazos. También por eso resulta imposible destruirlos todos.

La memoria de Tiananmen contiene una cadena alegórica que se remonta a su origen, la fecha que marca la historia reciente de China. En la madrugada del 4 de junio de 1989 , hace hoy 33 años , el régimen recurrió al ejército para sofocar unas protestas de gran calado social que reclamaban reformas políticas; acabando con la vida de cientos, quizá miles –la cifra exacta sigue siendo un misterio– de manifestantes movilizados en la plaza que ocupa el corazón de Pekín. Lo sucedido permanece desde entonces oculto bajo la más hermética de las censuras. Hong Kong suponía la única excepción.

Allí, este episodio representa la lucha por la libertad en China. Como tal era conmemorado cada 4 de junio por medio de una vigilia multitudinaria, hasta que en 2020 el Ejecutivo local prohibió el evento con el pretexto de la pandemia. Miles de ciudadanos reaccionaron desafiando la orden.

Para 2021, el mandato llegó secundado por la actual Ley de Seguridad Nacional, que castiga hasta con cadena perpetua cualquier acto considerado «subversivo». Ante el avance del autoritarismo que ha encarcelado a oposición prodemocracia y cerrado medios de comunicación , el recuerdo de Tiananmen ha pasado a representar también la lucha por la libertad que el propio Hong Kong ha perdido de modo irremediable.

Un anhelo que ya tiene icono . Lo encontró en diciembre, cuando las autoridades retiraron –de noche, pues la censura encuentra su hábitat natural en la oscuridad– varios monumentos que devolvían la matanza al espacio público . Entre ellos, el Pilar de la Vergüenza, un bloque de hormigón de ocho metros de altura compuesto de cuerpos desgarrados. «Un símbolo es indestructible» , afirma su creador, Jens Galschiot. «Ese es el poder del arte» . El escultor danés se remite a los hechos: mientras la pieza original yace escondida e inaccesible dentro de un contenedor en Hong Kong, sus réplicas se multiplican por el mundo.

En diciembre, las autoridades retiraron el Pilar de la Vergüenza, un bloque de hormigón de ocho metros de altura ABC

El poder de un símbolo

Una de ellas se levanta desde la semana pasada en el campus de la Universidad de Oslo , iniciativa impulsada por la ONG Comité de Hong Kong en Noruega. Su responsable, Jessica Chiu, explica cómo la campaña por erradicar el recuerdo de Tiananmen lo ha vuelto indeleble. «Yo misma estudié en la Universidad de Hong Kong y todas las semanas pasaba por delante del Pilar de la Vergüenza sin reparar en él; lo dábamos por sentado, pero desde que desapareció nos acompaña para siempre». « Con esta instalación, le decimos a los ciudadanos de Hong Kong que no están solos ».

En Copenhague también han levantado un Pilar de la Vergüenza para mostrar el apoyo a los ciudadanos de Hong Kong ABC

No es la única. Galschiot atiende a ABC por teléfono desde un coche camino a Praga, donde hoy inaugurará una nueva réplica. Miembros de la asociación Nueva Escuela para la Democracia harán lo propio en Taipei. Budapest también tiene la suya. En Washington, un colectivo trata de colocar otra frente a la embajada del gigante asiático. Así, la comunidad internacional conserva la memoria hurtada a Hong Kong como antes a China.

Hay miles de répicas del Pilar de la Vergüenza repartidos por el globo

« Miles ». Cuestionado por el número total de pilares repartidos por el globo , Galschiot es incapaz de dar una cifra exacta. La tecnología lo ha hecho posible, después de que el artista danés renunciara a los derechos comerciales de su obra más famosa. «Pertenece al mundo, no a mí». ONG como Lady Liberty Hong Kong han colgado en internet planos de acceso abierto, elaborados a partir de más de 900 fotografías de la estatua, de modo que cualquiera puede construir una copia tridimensional. «También han desarrollado una aplicación de realidad aumentada que permite colocar un Pilar de la Vergüenza virtual en cualquier lugar del mundo, por ejemplo en la plaza de Tiananmen», apunta Galschiot.

Entretanto, su creación original aguarda troceada en Hong Kong . «Trato de traerla desde hace meses, pero de momento resulta imposible. Mis abogados han contactado a varias empresas de transportes. En un primer momento todas aceptan, pero en cuanto descubren qué hay dentro del contenedor se excusan de inmediato. No hay una prohibición explícita del Gobierno, es el ambiente, cualquier cosa puede constituir un delito y la gente tiene miedo». El Pilar de la Vergüenza se ha convertido en materialización física de un recuerdo , otrora universal, que hoy nadie osa tocar.

Sacar la estatua es problemático, como fue meterla . Esta llegó a Hong Kong en junio de 1997, con la devolución de soberanía apenas a un mes vista. «Sabía que la única manera de colocar la obra en suelo chino era haciéndolo antes de esa fecha. Aun así, el Gobierno trató de bloquearlo, pero al final lo conseguimos». El gigante asiático acabó por recuperar el territorio con el Pilar de la Vergüenza en su interior. Allí se mantuvo durante veinticinco años, los mismos que duró el principio de ‘Un país dos sistemas’ , blindaje de los derechos y libertades de la excolonia que China se comprometió a respetar durante medio siglo en los acuerdos firmados con el Reino Unido e instituciones internacionales.

Silencio en Hong Kong

El patio de la Universidad de Hong Kong donde antes se ubicaba el Pilar de la Vergüenza se ha transformado en una zona de descanso con jardineras y sillas de plástico. Nada más lejos de su función original. «Lo viejo no puede matar a lo joven para siempre» , rezaba una inscripción en la base de la estatua. Otra de sus caras ofrecía una «Breve historia del movimiento prodemocracia de 1989 en Pekín». Muchos estudiantes procedentes de China continental descubrían ante aquella placa el destino que corrieron jóvenes como ellos en la plaza de Tiananmen a manos de su Gobierno.

Más de un millón de trabajadores chinos llenaron las calles de Pekín el 18 de mayo de 1989 para apoyar el movimiento estudiantil a favor de la democracia y su huelga de hambre que comenzó hace seis días durante el movimiento Primavera de Pekín AFP

« Era muy traumático para ellos . En la mayoría de los casos su interacción con las autoridades siempre había sido normal, pero de pronto destapaban su brutalidad y sus mentiras. También era una experiencia muy solitaria, pues es peligroso hablar al respecto», describe Maya Wang, investigadora de Human Rights Watch.

«Para los hongkoneses es totalmente distinto. Saben lo que pasó, a diferencia de sus compatriotas chinos; conocen la naturaleza del régimen y lo que sucederá con ellos. Por eso hubo una oleada de emigración entre 1989 y 1997, y muchos de los que se quedaron lo han combatido durante todos estos años».

El recuerdo público, sin embargo, se ha extinguido. Este año no habrá conmemoración alguna . Ni siquiera las iglesias católicas se atreven a dar misa por los desaparecidos. La asociación que organizaba la vigilia, la Alianza de Hong Kong en Apoyo de Movimientos Patrióticos y Democráticos de China, fue disuelta el año pasado y sus más destacados r epresentantes están en la cárcel . Las tarjetas de contacto cosechadas durante años resultan inútiles: los teléfonos no dan señal, los correos nunca llegan.

«Este es el tercer año que no han autorizado un acto en Hong Kong para conmemorar la matanza de Tiananmen. Antes de 2020, Hong Kong era el único lugar en suelo chino donde se podía hacerlo . Su vigila era una gran noticia en todo el mundo y servía para que la gente siguiera siendo consciente de la brutalidad del régimen chino. Ahora mismo es difícil organizar algo así en Hong Kong de nuevo. Pero también vemos que habrá muchos mítines en todo el mundo, como en Londres y otras ciudades del Reino Unido y Estados Unidos, para que nosotros, especialmente quienes hemos dejado Hong Kong, podamos recordar este hecho y las brutales atrocidades cometidas por el Partido Comunista Chino », sentencia Nathan Law, uno de los rostros más reconocidos de la oposición prodemocracia, exiliado desde 2020 en el Reino Unido.

Un vehículo blindado de transporte de personal fue incendiado por los alborotadores que luchaban cuando el ejército abrió fuego contra los civiles el 4 de junio de 1989 cerca de la Plaza de Tiananmen, en Pekín AFP

« Los derechos humanos están desapareciendo en Hong Kong . El Gobierno tratará de modificar la memoria de Tiananmen como hizo en China. A corto plazo soy pesimista, pero depende de la perspectiva temporal», concluye Wang. Y se pregunta: «¿Acaso es posible borrar la historia por completo?». La verdad, en efecto, está rota en mil pedazos . Algunos tienen la forma de bloques de hormigón de ocho metros de altura y están repartidos por todo el mundo.

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