«Nos dijeron que nos iban a fusilar. Estaba esperando un tiro y puse la cabeza»
Dos de los policías colombianos liberados el lunes por las FARC tras doce años de cautiverio cuentan cómo deambularon un mes por la selva tras conseguir escapar hasta que la guerrilla los capturó de nuevo
ALEJANDRA DE VENGOECHEA
Cuando una persona sobrevive a 10, 13, 14 años de secuestro en una selva, es inevitable no mirarla con respeto. Pálidos, color verde cetrino, con ojeras, incrédulos. Así aparecieron ante la prensa los diez uniformados liberados por las FARC . La mayor parte de ... ellos fueron secuestrados en 1998. Sus historias son inverosímiles, pero todas tienen un punto en común: la fuerza para aguantar la sacaban de su amor por de la familia y de los mensajes que los suyos les enviaban por radio. No los olvidaban, eran fieles. Tenían que aguantar. Seguramente muchos escribirán sus libros: literatura de secuestro es el nuevo género en las librerías.
Aunque aún quedan más de 400 personas secuestradas en Colombia, estos uniformados son los últimos secuestrados «canjeables», término con el que las FARC llamaban a los rehenes que querían intercambiar por sus presos. Necesitarán mucho tiempo para superar el trauma, pero ayer algunos ya se atrevieron a hablar.
«Estuvimos encadenados ocho largos años en parejas, las 24 horas del día; en ocasiones estuvimos encadenados de los pies y en ocasiones de las manos», empezó el sargento Luis Alfredo Moreno. Las FARC les habían advertido que si intentaban rescatarlos morirían: «El lema era que vivos no se los llevan». El sargento José Libardo Forero relató su intento de fuga. «Tenía miedo de decirle (a su compañero de cadenas y cautiverio Jorge Trujillo Solarte) que nos fugáramos, pero lo hicimos aprovechando que había una salida que no tenía guardia (...) Logramos hacer una brújula con una aguja y más adelante una luciérnaga nos sirvió de luz, de guía», contó. Se alimentaron de galletas viejas, carne podrida, animales que hallaron en el camino. Pero se encontraron con los rebeldes: «Nos cogieron, nos quitaron la ropa, creímos que nos iban a fusilar», contó Forero. «El día en que me fugué con Forero, ese día renunciamos a la vida , había que salir, vivir o morir, y salimos», lo interrumpió Solarte. «Cuando nos cogieron estuve esperando un tiro, ahí puse la cabeza para que me mataran: eso nunca pasó, y gracias».
Aunque cada uno de los liberados recordó los instantes más duros del cautiverio, la mayoría coincidió en que los momentos más difíciles fueron los bombardeos del Ejército.El intendente Duarte señaló que siempre fue paradójico e insólito «sentir el asedio de la tropa cuando uno pertenece a las instituciones (...)», concluyó. Todos coincidieron asimismo en afirmar que otro de los momentos más duros fue el 25 de noviembre de 2010, cuando se enteraron del asesinato de cuatro compañeros.«Ese día encendí la radio y me enteré de esa fatídica noticia. Fue muy duro al saber que llevaban 12 y 13 años esperando la tan anhelada libertad (...) y todo se vio frustrado», dijo el sargento Arcia.
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