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El sutil terrorismo de los apagones

La característica más notable de esta represión es la de que es imprevisible

Ramón Pérez-Maura

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Llega un momento que ya no es creíble el que los apagones en una gran potencia energética como Venezuela se deban solo a la mala gestión -que seguro que influye, porque la incompetencia de algunos comunistas es infinita. Pero tiene que haber algo más.

El disidente cubano Cristian Crespo ha ofrecido una explicación muy evidente a lo que está ocurriendo en Venezuela salida de su propia experiencia en la isla. Una explicación de cómo los bienes de consumo más básicos sirven para someter a una tortura constante a la población. Los venezolanos han podido derrochar energía durante décadas porque el petróleo era un bien natural que les sobraba. Por lo tanto, tener ahora dependencia energética crea terror a la ciudadanía que nunca sabe cuándo va a poder emplear la electricidad para todas las necesidades básicas asociadas a ella. Que son muchas más que tener luz. Muchos cocinan con electricidad, la emplean para las bombas que hacen subir el agua a los pisos o para los ascensores, lo que hace que personas que viven en un piso alto tengan que subir andando por las escaleras incluso cuando hay suministro ante el temor de que se produzca un corte de fluido y les deje atrapados. Porque la característica más notable de esta represión es la de que, como todo terrorismo, es imprevisible. Y tras días de apagón, la reacción natural es el júbilo popular. Un júbilo por haber recuperado algo a lo que se tiene derecho.

La falta de ese suministro básico tiene también la utilidad de tener a la gente ocupada en inventar medios de subsistencia. Como cuenta Crespo que sucedía en Cuba, «en los apagones nos alumbrábamos con tubos de pasta de dientes cortados por la mitad, se les introducía un cordón (mecha) y se metía dentro de un frasco de vidrio con queroseno, para hacer una lámpara artesanal, no había velas. Así nos mantenían ocupados, de invento en invento...» Y está también la tortura generada por la limitación de suministro a unas pocas horas de madrugada, lo que te puede obligar a levantarte a las dos o tres de la madrugada, para lavar, cocinar y tantas otras cosas para las que es imprescindible la electricidad. Con todo ello, lo que se consigue es que la ciudadanía amolde su mentalidad a la prevención para cuando llegue el apagón. Porque todo el mundo sabe que va a llegar. Pero nadie sabe cuándo. Y así, el Gobierno de Maduro cambia la mentalidad de la gente en muy pocos días. Como muy bien concluye Cristian Crespo en su cuenta de Twitter: «Una vez que empiezan los apagones como los de Venezuela y Cuba, aunque se tenga luz, el sentimiento de que la luz se pueda ir de nuevo en cualquier momento, y que jamás va a volver, nunca más desaparece. Así se juega con los miedos de la población. Terrorismo en forma muy sutil.»

Y en estos últimos apagones que han afectado a casi toda la República Bolivariana, los satélites mostraban perfectamente la oscuridad venezolana en contraste con la luz que alumbraba la isla de Cuba, la gran beneficiada del petróleo venezolano desde la llegada de Chávez al poder.

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