El soberanismo se desinfla en Quebec

Las encuesta apuntan a que el PQ consolidaría un hundimiento electoral que viene desde principios de esta década. En las elecciones de 2008, el partido dirigido por Pauline Marois obtuvo el 35,1% de los votos. Cuatro años más tarde, en 2012, el porcentaje cayó al 31,9%. A pesar de ello, consiguió una victoria pírrica frente al PLQ que permitió a Marois gobernar la provincia, aunque con una fragilidad que solo le permitió quedare en el Gobierno año y medio. En la siguiente cita electoral, en 2014, solo obtuvo el 25,38% de los sufragios. Ahora, con el liderazgo de Jean-François Lisée , las perspectivas son todavía peores: las últimas encuestas le dan alrededor del 18% de los votos.

El PQ, el representante histórico del independentismo en Quebec, podría incluso perder su estatus de partido oficial, que se otorga a las formaciones con al menos doce escaños en la Asamblea de Quebec o al menos el 20% de los votos. Según las encuestas, el PQ podría quedarse con solo once diputados.

El descalabro del PQ es un síntoma del hastío en Quebec con los embates independentistas. La provincia ha celebrado dos reférendums -en 1980 y 1995- sobre cambios del estatus de la provincia -en el primero, para el establecimiento de una ‘asociación soberana’ con Canadá y en el segundo, para la independencia- que fueron rechazados por las urnas. A pesar de ello, el soberanismo ha sido un monstruo que ha devorado toda la atención política y ha dejado de lado cuestiones centrales que afectan a los ciudadanos: recortes del estado de bienestar, desarrollo económico o inmigración.

Un estudio de Vote Compass apunta a que el estatus político de Quebec y la defensa del francés se han desplomado en la lista de las grandes preocupaciones de los votantes. En las elecciones de 2012 y 2014 fueron la cuarta y tercera prioridad para el electorado: el 13% y el 12% respondieron que era el asunto que más les importaba. Este año, solo el 6% lo cita como su gran interés, y cae al sexto lugar, por detrás de la sanidad, educación, economía, medioambiente y políticas sociales.

Incluso el PQ se ha dado cuenta de este cambio de sensibilidad y ha asegurado que en ningún caso plantearía un nuevo referéndum hasta la campaña de 2022.

François Legault, el político de corte populista que lidera el CAQ, ha entendido la transformación del electorado para colocar a su partido como favorito. En la campaña, ha centrado su mensaje en la economía y en asuntos identitarios, como la reducción de un 20% en la cuota de inmigrantes que recibe la provincia al año y la exigencia de un test de francés y de «valores de Quebec» a los inmigrantes tres años después de su llegada. Los que no los aprueben, serán expulsados. Su gran mensaje, sin embargo, es echar del poder al PLQ, que lleva instalado en el poder los últimos quince años , con el breve hiato del PQ en 2012. Para contrarrestarlo, los liberales aseguran que Legault solo esconde sus ambiciones soberanistas por el momento.

El otro beneficiario de la caída del PQ es el partido izquierdista Quebec Solidario, que sí mantiene sus aspiraciones independentistas y que podría duplicar su porcentaje de votos hasta el 16%.