Los sindicatos cantan victoria en su pulso contra Cristina Kirchner
La presidenta de Argentina, airada con las «amenazas» de los huelguistas. Buenos Aires y otras capitales, semidesérticas por el paro
carmen de carlos
El día después de la primera huelga general contra Cristina Fernández de Kirchner , los sindicatos lo celebraron como un triunfo. El pulso entre la rama rebelde de la CGT (Confederación General del Trabajo) y la CTA (Central Obrera Argentina) frente a ... la presidenta de Argentina parecen haberlo ganado, al menos de momento, los sindicalistas.
Aunque no hay cifras oficiales del seguimiento del paro, las imágenes semidesérticas de la capital argentina y de otras provincias hablaban por sí mismas. También la reacción de una presidenta que se mostró airada por los «aprietes y amenazas» para «impedir que otro vaya a trabajar» en un jornada que, para ella, no fue una «huelga en serio».
La negación de las evidencias suele ser un recurso habitual de la jefa del Estado. También, presentarse como una víctima. «Me voy a bancar (soportar) las que me tenga que bancar. A mi no me corre (me empuja, presiona) nadie y mucho menos con amenazas, patoteadas (boicot) o con matones», vociferó en un acto rodeada de militantes de La Cámpora, la organización juvenil que fundó su hijo Máximo Kirchner .
Los sindicalistas advirtieron de que seguirán con sus demandas para lograr un aumento del sueldo mínimo, reformas fiscales y «la caja» de veinte mil millones de pesos (unos 4.200 millones de dólares) para sus obras sociales que ahora retiene el Gobierno.
La huelga fue considerada «un éxito en todo el país, de una contundencia impresionante», afirmó Pablo Micheli , de CTA. Hugo Moyano , el líder camionero que resiste al frente de la facción de la CGT que el Gobierno no reconoce, consideró que el paro tuvo «una adhesión mucho mayor de la que esperábamos» y expresó «su disconformidad por la falta de respuesta del Gobierno».
La reclamación de «una mayoritaria clase media el 8-N se convirtió el martes en el reproche de importantes franjas de trabajadores. La presidenta está pagando el precio de su aislamiento», reflexionaba este miércoles en su habitual columna en «La Nación» Joaquín Morales Solá.
El 8-N es como quedó bautizado el último cacerolazo nacional contra el Gobierno que concentró en las calles a cerca de un millón de personas.
«Cristina -continúa el columnista- se rodeó solo de dirigentes y militantes de La Cámpora en medio de un país que acató con impatía o con silencio el paro general de los gremios opositores».
La observación sobre una mujer alejada de la realidad la comparte el escritor Alvaro Abós , quien ilustra el actual clima social: «…Se quejan por la inflación, por un impuesto a las ganancias que grava el trabajo humano, lo que es injusto, por la decadencia económica que baja el nivel de vida y por las consecuencias de este declive que mortifica la vida cotidiana».
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