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Sin champán en el Este

Fue el pasado jueves en la sede de la OTAN en Bruselas. En una de sus salas una orquesta amenizaba la tarde y funcionarios y militares de Europa del Este brindaban con champán y vodka con sus colegas estadounidenses, españoles o alemanes entre otros. «Diez años en la OTAN» para unos -República Checa, Hungría y Polonia- y cinco años para el resto de socios del anterior bloque comunista. Era otro acto de celebración en un 2009 que se presumía como año de fiesta para Europa del Este, máxime cuando el 9 noviembre se celebrará el vigésimo aniversario del principio del fin del comunismo, la caída del Muro de Berlín... «Good bye» Marx y «tovarich» Lenin.

Sin embargo, veinte años después, otro fantasma recorre Europa del Este: la inestabilidad política que provocada por la crisis económica amenaza con derribar uno tras otro, cual efecto dominó, a los gobiernos de un emergente club cuya economía comenzaba a alcanzar velocidad de crucero antes del «crash» financiero.

En apenas un mes tres gobiernos de Europa del Este han caído: Letonia, Hungría y la República Checa, país que ostenta la presidencia de turno de la UE. Estos tres ejecutivos tenían el denominador común de estar cimentados sobre un frágil apoyo parlamentario. En el caso húngaro, los socialistas estaban en minoría, en los casos letón y checo (ambos de centro-derecha) los gabinetes estaban formados por una heterogénea coalición de partidos que finalmente se hizo insostenible.

La inestabilidad económica y política es especialmente aguda en las economías bálticas, que durante los pasados años experimentaron los mayores crecimientos del PIB al rebufo de las inversiones escandinavas. Lejos están las perspectivas de crecimiento que el mismo Fondo Monetario Internacional auguraba para 2007: Estonia (9,9%), Letonia (10,5%) y Lituania (7%). En 2009 liderarán las contracciones.

A las magnitudes macroeconómicas -la losa de la inflación es preocupante-, se une una inestabilidad social en forma de disturbios y desánimo euroescéptico: Lituania, Bulgaria (habrá elecciones en junio), Polonia, Ucrania... países cuyos gobiernos frágiles pueden tomar precipitadamente el rumbo de sus colegas letones, húngaros y checos si la crisis se alarga en el tiempo y comienza a afectar al empleo y a las clases medias.

Sobre este riesgo advierte Ivan Krastev, del «think tank» Centre for Liberal Strategies de Sofía: «Si el sistema se colapsa los ciudadanos pueden volver a sentirse traicionados por Europa». Y es que veinte años después el champán fluirá menos de lo previsto al este (y al oeste) del Muro de Berlín. La fiesta se chafó.

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