Los sigilosos «drones» asesinos
Los sigilosos «drones» asesinos
Parece que con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca las protestas contra la guerra se hicieron invisibles. O que pasó a serlo la misma guerra: los combates más feroces se libran ahora mismo bajo el radar de la opinión pública. Estados Unidos ... cada vez manda menos tropas pero más aviones no tripulados, equipados con tecnología asesina para atacar blancos seleccionados desde otro continente. Es la guerra que nadie puede o quiere contar.
Como la sangre no se ve no hay pancartas ni manifestaciones en la calle. Sólo los entendidos están al tanto. El prestigioso semanario «The New Yorker» daba cuenta el mes pasado de los estériles esfuerzos de pedir cuentas a la CIA del programa «Predator». Lo ejerce con una confidencialidad que en la práctica equivale a impunidad.
Hasta ahora la agencia de inteligencia se ha negado a informar de operaciones como la que el pasado 5 de agosto se cobró la vida de Baitullah Mehsud, líder talibán en Pakistán. Un «drone», es decir, un avión no tripulado, equipado con tecnología espía y asesina, mandó a la central de la CIA en Langley un vídeo casi perfecto de Mehsud tomando el fresco en la azotea de la casa de su suegro. En Langley vieron el vídeo, apretaron un botón y de las tripas del avión brotaron dos misiles «Hellfire». El cuerpo de Mehsud quedó hecho pedazos. Además de él murieron su mujer, sus suegros, su lugarteniente y siete guardaespaldas.
Matanza terrible e inútil
No siempre estos atentados son tan «precisos». A veces en Langley han confundido un funeral con una asamblea de Al Qaida. Y han desencadenado una matanza tan terrible como inútil. Lo más curioso es la evolución política de estas armas, que podrían violar una orden ejecutiva de 1976 del presidente Gerald Ford, en la que prohibía a las agencias de inteligencia planear y ejecutar asesinatos. Oficialmente esta doctrina se mantuvo hasta el 11-S. Pero con la caída de las Torres Gemelas y del mito de la invulnerabilidad de América todo cambia. La Administración Bush decide que contra los terroristas todo vale.
En el marco de la intensa catarsis que lleva al relevo de George W. Bush por Obama todo son críticas. Se denuncia por ejemplo que la CIA haya llegado a confiar el ensamblaje y montaje de armas de «drones» a los mercenarios de Blackwater. A defectos en esta «fase» privatizada se atribuirán algunos errores de bulto, la destrucción de algunos blancos inocentes por error.
Pero llega Obama y el programa «Predator» no desaparece. Sólo se camufla mejor, también ante la opinión pública. No hace mucho «Los Angeles Times» les dedicaba un extenso artículo en el que incidía en su capacidad de vigilancia y no de ataque, y los calificaba de «Gran Hermano» de los terroristas. El periódico no hacía ninguna mención de las ejecuciones mecanizadas, pero ejecuciones al fin, que se siguen cometiendo con la bendición de Obama.
Juan Zárate, asesor del presidente Bush, afirma que Obama mantiene en sus puestos a todo el personal clave de este programa. Las dos primeras acciones de los «drones» en la era Obama ocurrieron sólo al tercer día de llegar éste a la Casa Blanca. Y no han dejado de aumentar desde entonces.
Mayor que Guantánamo
Pero ¿quién se fija? ¿Quién lo controla? La CIA niega todas las peticiones de información, así vengan avaladas por Naciones Unidas. Un antiguo «reportador» de la ONU para ejecuciones extrajudiciales, el australiano Philip Alston, pronostica que el día en que todo esto salga a la luz, el escándalo puede ser mayor que el de Guantánamo.
¿Por qué tan pocos quieren saber más? ¿Por qué se le permite a Obama lo que tanto se criticó a Bush? Bruce Riedel, ex oficial de la CIA que ha asesorado al gobierno Obama sobre Afganistán y Pakistán, lo tiene claro: el Ejecutivo no sabe qué hacer para parar a Al Qaida. Y la gente tampoco para no ir a la guerra.
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