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«Si no encuentran un equilibrio, lo de Trump y Putin se va a convertir en una competición de machos alfa»

La expresidenta de Letonia ha analizado las consecuencias que la victoria del magnate puede tener en la OTAN y en la política exterior de Estados Unidos hacia Rusia

Vaira Vike-Freiberga, expresidenta de Letonia REUTERS
Silvia Nieto

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Europa no fue un continente tranquilo en el siglo XX, pero algunos países lo tuvieron más difícil que otros. Vaira Vike-Freiberga (Riga, 1937) , expresidenta de Letonia y actual presidenta del Club de Madrid, un foro creado para promocionar la democracia en el mundo, lo ha explicado durante su estancia en la capital. En su entrevista a ABC, Vike-Freiberga no solo ha recordado la peripecia de su familia, exiliada de la nación báltica tras el final de la Segunda Guerra Mundial , sino también las vicisitudes de una tierra sometida al acoso de la Unión Soviética y la Alemania nazi entre 1939 y 1945. Una charla en la que además ha analizado las consecuencias que puede tener la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos o el papel de la OTAN en su lucha por contener el expansionismo de Rusia.

Durante su presidencia, Letonia entró a la OTAN. ¿Considera que Donald Trump, futuro presidente de los Estados Unidos, puede debilitar la Alianza?

Creo que todo el mundo está de acuerdo en aceptar que los Estados Unidos invierten en su defensa sumas considerables desde hace mucho tiempo, que su apoyo ha sido crucial para las democracias occidentales durante las dos guerras mundiales y que la presencia militar en Alemania durante la Guerra Fría contribuyó a la seguridad de ese país. Cuando Trump afirma que los países de la OTAN deberían comprometerse a invertir en defensa, a mejorarla, todo el mundo está de acuerdo. Obama ha dicho lo mismo. La idea de que los europeos podemos descuidar nuestra propia defensa para que los americanos nos protejan por supuesto que no es correcta. Hace falta que todo el mundo participe de forma equiparable y comprometida. Países como el mío lo están: tras la crisis de 2008, que nos golpeó duramente, estamos en ello. Pero cuando Trump dice que si por desgracia un país de la OTAN es atacado hay que mirar primero la historia de sus inversiones en su propia defensa antes de intervenir, hay que recordar que eso no es lo que dice el Tratado de la OTAN. Su idea es que, en caso de agresión, hay que reaccionar colectivamente, y no replantearse los principios.

Creo que Trump, no habiendo sido antes político, necesita recibir informaciones fundamentales que visiblemente no posee todavía. Y opino que durante todas estas semanas, hasta el 20 de enero y después, tendrá mucha información que absorber, digerir y comprender.

¿Teme la nueva relación bilateral entre Estados Unidos y Rusia, una vez Donald Trump llegue a la Casa Blanca?

No. Porque la personalidad de estos dos señores, de Putin por haberme reunido con él varias veces y de Trump por verle en la televisión, no permite que cambien su postura, que para Trump es «Hacer América grande de nuevo» y para Putin «Hacer Rusia grande de nuevo». Hay que comprender que tendrán que encontrar un equilibrio. Y que si hay disposición amistosa, si quieren dialogar, es bueno, pero eso no cambia este hecho. Si no, se va a convertir en una competición entre dos machos alfa que se golpean el pecho diciendo «yo soy el más fuerte».

¿Cuál es la importancia de la OTAN para un país como Letonia?

Un pequeño país no es capaz de defenderse solo, y no puede ser neutral. Letonia lo fue, como Estonia y Lituania, después de la Primera Guerra Mundial. No queríamos tener nada que ver en el conflicto entre Alemania y la Unión Soviética, pero ignorábamos la existencia del pacto Ribbentrop-Mólotov, el acuerdo firmado entre Hitler y Stalin para dividirse la Europa del Este. Así que está claro que un acuerdo con la OTAN, que defiende los valores democráticos y la independencia de cada país, es para nosotros la solución ideal.

No tenemos ni tamaño ni fuerza, aunque sí voluntad. La independencia de Letonia, declarada el 18 de noviembre de 1920, llegó mientras era atacada por tropas alemanas y rusas bolcheviques. De dos lados. El Ejército tuvo que formarse con la participación de voluntarios sin uniformes y mal armados . El 11 de noviembre de 1919 liberaron Riga de las fuerzas alemanas y rusas que atacaban la ciudad. No fue hasta el año siguiente cuando pudimos reconquistar nuestro país. Las circunstancias de entonces lo permitieron, pero no es posible ante una Federación Rusa con armas nucleares.

La independencia de Letonia fue ganada frente a dos imperios.

Ganada con sangre y batallas, y con la voluntad del pueblo. Pero en ese momento fue posible por el hundimiento del Imperio ruso, del prusiano, del austrohúngaro y del otomano. Y luego fuimos capaces de recuperar la independencia cuando la Unión Soviética comenzó a romperse por todas partes , porque hubo levantamientos en Bakú, en Riga, en Vilna. Todos esos movimientos que hundieron el sistema soviético nos lo permitieron. Esperamos no tener que luchar de nuevo.

Usted era una niña cuando se firmó el pacto Ribbentrop-Mólotov entre la Alemania nazi y la Unión Soviética.

Uno de mis primeros recuerdos de infancia es junto a mi madre en la calle, muy pequeña, viendo a gente desfilar en la calle. Me impactaron varios grupos de personas con la bandera roja, seguidos de un pequeño grupo que elevaba el puño y gritaba muy fuerte. Luego había estudiantes con sombreros de terciopelo, y empleados de una fábrica. Había gente que estaba contenta, un pequeño número. Los que caminaban detrás lloraban. A mí me parecieron interesantes esas banderas rojas, y levanté también mi brazo. Y entonces mi madre se apoyó contra una farola y empezó a llorar. Y me dijo: 'Mi niña, por favor, no hagas ese gesto'. No comprendía nada.

Me parece que fue el día del referéndum, como en Crimea, cuando Letonia pidió convertirse, entre comillas, en miembro de la Unión Soviética. Mi madre dijo que no quería votar. Entonces la milicia local, armada con revólveres, le dijo: 'Ciudadana, vaya a votar'. Ese es mi recuerdo de la primera ocupación. Luego llegó la nazi. Mis padres, viendo el año de comunismo y el sistema de deportación y propaganda, no quisieron vivirlo. Y decidieron huir.

En 2004, los países bálticos y Polonia, que sufrieron la ocupación nazi y soviética después del pacto Ribbentrop-Mólotov, entraron en la Unión Europea. ¿Qué pueden enseñarle con esa experiencia histórica?

Hay que recordar a los jóvenes que la Segunda Guerra Mundial no solo tuvo lugar en el frente occidental. Hubo un frente oriental con una situación muy difícil: con los ocupantes rusos, que tomaron reclutas de esos países para meterlos en el Ejército Rojo, y luego con la ocupación alemana, cuando tomaron reclutas ilegalmente y contra el tratado de Ginebra para ir al frente, en la retaguardia, mientras el ejército alemán se retiraba. Sufrieron a los dos. Polonia es un ejemplo impactante, con la invasión el 1 de septiembre de las tropas nazis y el 17 de septiembre, desde el otro lado, de la Unión Soviética, y la masacre de 20.000 oficiales en Katyn.

Para nuestros hijos es necesario que recordemos de dónde venimos. Pero el resto de Europa, durante mucho tiempo, vivió junto al poder central de Moscú y sus satélites, y su sistema comunista autoritario, de manera bastante feliz. De vez en cuando, hay personas que dicen: 'Ah, durante la Guerra Fría todo era más tranquilo, y ahora no sabemos qué pasa, es imprevisible'. Pues bien, lo lamento, pero para nosotros el período de la Guerra Fría acabó bien y estamos contentos con el resultado, que nos gustaría mantener.

La historia europea es complicada, pero hay que comprenderla para saber de dónde venimos y qué es lo que queremos guardar. Eso es lo más importante. Esa Europa nueva, que Schuman y Monet vislumbraron como un sueño, que necesitó decenios para construirse, personalmente me parece una buena idea que tendría que continuar.

¿Qué memoria queda de la Guerra Fría en Letonia?

Para los jóvenes es Historia Antigua. Viven en el mundo actual y, por supuesto, no hay que vivir siempre en el pasado. Cada generación tiene sus propios intereses y su propia visión del mundo, aunque lleven a sus espaldas el fardo de las generaciones pasadas, y debe hacer una selección: qué guardo de mi herencia, qué tiene valor y qué olvido. Seguro que las que vienen van a reconsiderar todos los ideales que tenemos, y van a ver cómo cumplirlos en un mundo nuevo.

¿Y qué parte de su herencia quiere guardar usted?

El respeto por el individuo, su valor, y el prestigio de la mujer.

Su familia se exilió en 1945. ¿Cómo fue su vida como refugiada?

El problema era saber quién eras. La primera experiencia fue cuando me señalaron con el dedo y me dijeron: 'La sucia extranjera'. Volví a casa llorando: 'Mamá, me han llamado sucia extranjera'. Y me contestó: 'Bueno, en primer lugar no eres sucia. Y en segundo lugar, ser extranjera no es un crimen'. El primer desafío es desarrollar un sentido de la identidad, y encontrar cómo vivir y adaptarse a la sociedad. En mi caso eso quería decir aprender el idioma del país de inmediato, comunicarse y comprender la cultura, y al mismo tiempo recordar que venía de otro lugar, que tenía una herencia con unos elementos que las personas de allí no poseían.

¿Y en Canadá?

Canadá es un país donde un tercio de las personas vienen de fuera. Yo viví primero en el Canadá inglés, donde en esa época, a mediados de los años 50, la población local dominante era anglófona de origen escocés, irlandés o inglés. En Québec era distinto. La diferencia entre los recién llegados y los quebequenses era más tranquila. Los recién llegados se integraban en la sociedad anglófona. Otra particularidad de Québec es que el sistema de educación estaba dividido según las religiones , algo muy curioso. Para los católicos irlandeses eso quería decir que hacían sus estudios en francés, aunque su familia hablara inglés. Y para los protestantes, de cualquier origen, incluidos los judíos de fuera, que había que ir a la escuela en inglés. En mi familia lo resolvimos diciendo: los niños primero van al sistema protestante y en la escuela aprenden el inglés, y luego a colegios privados en francés que les permitan hacer estudios en Canadá o Europa, y su licenciatura en Francia.

Letonia también es un país donde conviven etnias, religiones...

Tenemos una población importante que es rusófona. Bueno, no es una forma correcta de decirlo. Tenemos población de origen ruso, porque rusófono era todo el mundo en el período soviético, cuando se aprendía ruso en el colegio. Pero de origen ruso, sí, como el 27% de la población. Llegaron sobre todo durante la era soviética, porque había un 9% de rusos en Letonia antes de la guerra. En Riga hay mitad y mitad, porque cuando venían de la Unión Soviética, el gobierno estaba en Riga, y allí era de donde habían salido más exiliados. Las personas que trabajaban como profesores, los funcionarios del Estado o los miembros del Ejército fueron los primeros enviados a Siberia por las deportaciones en masa, entre 1940 y 1949. La última fue el 24 de marzo de 1949, muy tarde. Así que los refugiados se marcharon al oeste, los deportados a Siberia, y un gran número de personas fueron asesinadas durante la guerra. El vacío fue cubierto por inmigrantes llegados de la Unión Soviética, que todavía están allí hoy en día.

¿Cómo se concede la ciudadanía letona a esa población rusa?

Con la vuelta a la independencia renovamos la Constitución de 1920, incluyendo secciones sobre los Derechos del Hombre. La ley de ciudadanía estableció que todo descendiente de un ciudadano letón nacido antes de la invasión de 1940 tenía derecho a obtenerla automáticamente. Los que llegaron después de la primera ocupación tienen que pasar un test de conocimiento mínimo de letón, por ser la lengua oficial, conocer el himno nacional y saber que es una república parlamentaria.

Tras la independencia de la Unión Soviética, ¿cuáles fueron los principales desafíos para Letonia?

Las privatizaciones. Teníamos un sistema socialista en vía de construcción del comunismo, pero la propiedad privada era muy limitada, la economía estaba centraliza y había un partido único. La transición no fue simple. Al principio de la independencia, había déficit: ibas al mercado a comprar carne y no había. Si querías comprar papel del baño, tampoco. Como durante la guerra. Imagine en las ciudadanes los inmuebles con apartamentos colectivos : en los apartamentos de seis piezas de la burguesía letona, había de cuatro a cinco familias que tenían la cocina y el baño común, y cada familia vivía en una habitación, como cuando nosotros éramos refugiados en Alemania. Así continuaron durante décadas después de la guerra.

El desafío más grande fue instalar una democracia al mismo tiempo que la economía estaba en crisis.

¿Qué supuso para Letonia la entrada en la Unión Europea en 2004?

La consagración de pertenecer a Europa. Somos parte de ella, y también de los sistemas democráticos, porque el país fue creada como una república parlamentaria democrática. Eso es lo que queremos preservar y guardar.

Y para el futuro de su país, ¿qué espera?

Continuar con nuestra independencia. Que Europa y Oriente Medio encuentren la paz y los ciudadanos la seguridad. Y que cada generación tenga la oportunidad de trabajar para afirmarse y vivir como individuos libres.

También contribuir al bien común, porque para mí eso siempre ha sido importante. Soy consciente de que no vivimos en una isla aislada, sino en una sociedad. Europa es un continente que comparte las mismas aspiraciones y valores, y hay que mantener eso y que cada generación la mejore, sin perder lo que han hecho otros. Si me preguntas en qué época de la historia europea me gustaría vivir, no te diría ni en época de César ni de María Antonienta, porque estoy muy contenta de pertenecer a mi generación, incluso a pesar de las dificultades que hemos pasado.

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