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El «eje del mal», según George W. Bush

Esta semana, la guerra sin cuartel contra el terrorismo declarada por la Casa Blanca desde el 11-S ha dado un ambicioso salto con la firme advertencia formulada por el Gobierno de EE.UU. contra el «eje del mal» formado por Irak, Irán y Corea del Norte. Una progresión de la llamada «doctrina Bush», que no deja de inquietar tanto a siniestros enemigos como fieles aliados del gigante americano.

George W. Bush mencionó a los países integrantes del «eje del mal» -Irán, Irak y Corea del Norte- durante su discurso sobre el estado de la Unión Ap

¿Retórica grandilocuente o el comienzo de tiempos peligrosos con guerras más calientes que frías? En su primer discurso sobre el estado de la Unión, el presidente George W. Bush ha propuesto una progresión astronómica en su ofensiva contra el terror al anunciar públicamente su intolerancia hacia un nuevo «eje del mal» para el siglo XXI integrado por Irak, Irán y Corea. Esta etiqueta ha provocado inevitables comparaciones históricas con la amenaza planteada en su momento por la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperialista.

PUNTUALIZAR AL PRESIDENTE

Durante toda esta semana, el Gobierno de Estados Unidos ha tenido que explicar -a veces improvisar- el significado exacto de la declaración presidencial que ha invertido los términos del gran consejo de Theodore Roosevelt: «Hablar suave pero blandiendo un gran palo». Pero con su tono fuerte y un palo sin definir, la Administración Bush ha ofrecido una serie de señales conflictivas. Mientras el portavoz de Prensa de la Casa Blanca y el Departamento de Estado aminoraban la relevancia de lo dicho esta semana ante el Congreso, el Departamento de Defensa recalcaba la importancia trascendental de las advertencias de Bush.

Donald Rumsfeld ha amplificado el aviso presidencial, indicando que «si decidimos iniciar cosas, iniciaremos cosas en forma, tiempo y con las opciones que nos convengan. Si el mundo decide imponernos opciones, entonces tomaremos decisiones». Beligerancia que se verá respaldada este lunes con la presentación del nuevo presupuesto federal, que incluye una solicitud para el Pentágono de 379.300 millones de dólares, un 13,5 por ciento de subida con respecto al último ejercicio además del compromiso de llegar para 2007 a los 451.400 millones de dólares para defensa.

DEMASIADOS FRENTES

Estas declaraciones, acompañadas con estos esfuerzos de rearme, han logrado inquietar claramente tanto a amigos como enemigos de Estados Unidos. Los aliados norteamericanos -desde Corea del Sur hasta la incondicional Gran Bretaña pasando por Rusia- ven en esta estrategia una peligrosa dosis de unilateralismo y la apertura de demasiados frentes al mismo tiempo. George Robertson, el secretario general de la OTAN, ha dejado caer desde el foro económico de Davos mudado a Nueva York que no se ha documentado todavía una sola vinculación de Bagdad, Teherán o Pyongyang con la brutal ofensiva terrorista del 11-S. Y según Robertson, sólo los atentados de hace cinco meses justificaron la invocación de la cláusula de mutua defensa por primera vez en los 52 años de historia de la Alianza.

«HA COMETIDO UN GRAN FALLO»

En el terreno doméstico, la vieja guardia de la Administración Clinton -no carente tras el 11-S de críticas por haber hecho demasiado la vista gorda y haber evitado cómodamente ciertos berenjenales internacionales- también se ha sumado a este carrusel de desconfianza hacia la creciente doctrina Bush. Para el ex asesor de seguridad nacional, Sandy Berger, «estamos amenazando en cierto sentido ir a la guerra contra todos y cada uno de estos tres países, un campo de batalla demasiado grande». Para la ex secretaria de Estado, Madeleine Albright, la Casa Blanca ha «cometido un gran fallo».

Los propios integrantes del «eje del mal» también han puesto el grito en el cielo, argumentando que la sacrosanta soberanía nacional les da derecho a mezclar como mejor les parezca armas de destrucción masiva y amistades peligrosas. El Gobierno de Corea ha declarado oficialmente que «nunca tolerará el irresponsable intento de EE.UU. de ahogarnos por la fuerza de las armas». Para Pyongyang, que no ha tardado en recibir la solidaridad de China, las advertencias de Bush son lo más parecido a «una declaración de guerra».

«ESTÚPIDO» Y «PEQUEÑO BUSH»

El régimen de Sadam Hussein ha calificado la advertencia del «pequeño Bush» como «estúpida». sin ninguna intención de poner fin al veto desde hace tres años contra cualquier supervisión internacional para fiscalizar sus presuntos arsenales no convencionales. Irán, a pesar de haber condenado los ataques del 11-S dentro de un cierto clima de distensión bilateral, ha recibido el aviso de Washington como un «insulto». Y por supuesto, el supremo ayatolá Alí Jamenei se ha declarado honrado de estar en el punto de mira del «Satán más odiado en todo el mundo».

Templando gaitas ante el apocalíptico nexo entre terrorismo y armas químicas, biológicas y nucleares, la diplomacia de EE.UU. ha recalcado que todavía tiene interés en negociar soluciones por lo menos con Irán y Corea del Norte. De momento, los tres miembros del «eje del mal» van a seguir en la lista negra de países que generosamente subvencionan actividades terroristas. Pero la gran duda es la elevación de este siniestro trío en un futuro próximo hasta la lista caliente del Pentágono.

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