Sarkozy pierde su inmunidad y se enfrenta a cuatro posibles casos de corrupción

Jacques Chirac , perseguido judicialmente por los numerosos escándalos de la alcaldía de París, no pudo ser juzgado y condenado hasta después de su abandono del Elíseo (2007), veinte años después de la comisión de los delitos, para terminar su carrera política en el deshonor de unas condenas sin precedentes.

El caso de Sarkozy es muy distinto. Varios jueces anunciaron hace meses su intención de interrogar al ahora expresidente como testigo en escándalos que no siempre le afectan personalmente.

Dos testigos del escándalo Liliane Bettencourt -la mujer más rica de Francia- afirman que la millonaria pudo haber contribuido a financiar ilegalmente la victoriosa campaña presidencial del 2007. Hasta hoy, nadie ha filtrado informaciones más o menos sustanciales, pero Sarkozy podría ser interrogado como testigo.

El expresidente es «sospechoso» también de financiar ilegalmente, a través del fallecido Muamar Gadafi, esa misma campaña. Hasta hoy, se trata de se especulaciones más o menos afortunadas.

Otra campaña presidencial, la de 1994, está en el corazón de otra polémica: la presunta financiación ilegal de la campaña de Edouard Balladur , ex primer ministro, con el dinero negro de oscurísimas comisiones ilegales pagadas supuestamente gracias a un contrato de venta de armas a Pakistán. Sarkozy trabajó con Balladur: de ahí su posible interrogatorio como testigo. Sin embargo, tampoco está nada clara su implicación en un laberíntico escándalo que lleva más de veinte años de inconclusa instrucción.

Por último, en el año 2007 el Elíseo encargó una serie de sondeos con los que una asociación de consumidores cree que pudo cometerse un delito de favoritismo empresarial. Sarkozy podría también ser interrogado al respecto, sin que esté muy clara su posible responsabilidad en un escándalo relativamente menor.