Sarkozy propone en Japón una revisión de la seguridad nuclear mundial
En la primera visita de un dirigente extranjero a Tokio tras el tsunami, trae a un equipo de ingenieros de Areva para ayudar a contener las fugas de Fukushima
PABLO M. DÍEZ
Para mostrar su apoyo al Ejecutivo nipón, hoy ha llegado a Tokio el presidente francés, Nicholas Sarkozy, quien abogó por una revisión de las normas nucleares antes de final de año. Aprovechando la presidencia gala del G-20, quiere celebrar una reunión de sus responsables ... nucleares en mayo.
“Para evitar que se repitan accidentes de este tipo, es nuestra obligación compartir de forma detallada con el mundo nuestra experiencia”, señaló Sarkozy, quien trajo a un equipo de ingenieros nucleares de la multinacional estatal Areva para que ayuden a contener los escapes de Fukushima.
Por su parte, Estados Unidos va a prestar a Japón unos robots especiales que podrán moverse entre las ruinas de la central de Fukushima, cuyas torres saltaron por los aires en las explosiones que siguieron al tsunami. Aunque la industria robótica nipona es una potencia mundial, no ha desarrollado máquinas especialmente diseñadas para desastres nucleares. Así que serán los robots americanos los que entren allá donde los operarios no pueden penetrar por los altos índices de radiactividad.
Los problemas se le acumulan al Gobierno del primer ministro Naoto Kan, cada vez más presionado para ampliar la zona de evacuación por el aumento de la radiactividad, que ya supera 4.385 veces los límites permitidos en el mar.
Las fugas al Océano Pacífico no cesan pese a los titánicos esfuerzos de los héroes kamikazes que se están exponiendo a altas dosis de radiactividad para controlar los reactores dañados. Lo mismo ocurre en el aire, donde la concentración de partículas tóxicas es especialmente alta en Fukushima, a 60 kilómetros de la planta y fuera de la zona considerada segura por el Gobierno.
Ampliación de la zona de exclusión
En Iitate, un pueblo de 7.000 habitantes a 40 kilómetros de la central, Greenpeace ha detectado hasta 10 “microsieverts” por hora, mientras que en Tsushima, a 30 kilómetros, la medición era de 100 “microsieverts”. El límite legal de radiación permitido es de 1.000 “microsieverts” anuales, que se podría alcanzar en diez horas en Tsushima y en cuatro días en Iitate. A partir de 100.000 “microsieverts” acumulados al año, aumentan las posibilidades de sufrir un cáncer, riesgo que también se corre con dosis menores pero continuadas en el tiempo.
Por eso, tanto el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) como Greenpeace han pedido a las autoridades japonesas que amplíe la zona de exclusión y realoje a las 130.000 personas que viven a entre 20 y 30 kilómetros de la central, que se sumarían a las 70.000 ya cobijadas en refugios temporales. De momento, el Gobierno ha recomendado a los vecinos que permanezcan encerrados en sus casas o se marchen voluntariamente. “No tenemos plan de evacuar inmediatamente pero incrementaremos la vigilancia y, si continúan los altos niveles de radiación, tomaremos medidas”, prometió el portavoz, Yukio Edano.
Por su parte, Naoto Kan confirmó que la planta de Fukushima, seriamente dañada y con cuatro reactores inutilizados o fundidos parcialmente, es ya irrecuperable y será cerrada. Pero antes habrá que acabar con la pesadilla de sus fugas radiactivas. Tales escapes se pueden prolongar durante meses liberando a la atmósfera una gran cantidad de partículas tóxicas que afectarán en los próximos años a la salud de los japoneses.
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