Revuelta mapuche en Argentina para evitar la extradición del líder chileno Jones Huala

«No tengan miedo. ¡Viva el sabotaje! ¡Piedra y fuego a la opresión! Vamos a responder con el mismo nivel de violencia para defender nuestros bienes. ¡ Defiéndase con lo que tengan a mano !». La arenga partió de sus labios desde el calabozo. Todo estaba organizado para que, por la radio, pudiera dirigirse a los suyos y seguir en la línea de echar más leña al fuego de los disturbios que acostumbraba a protagonizar con sus manifestaciones o tomas de tierras.

«Ustedes saben qué es lo que tienen que hacer. El buen capitalista y su poder es nuestro enemigo. Al enemigo no se lo discute, se lo destruye», clamaba. Como si se tratara de un mártir, Huala proclamó, «no pienso dialogar más con estas basuras, con estos asesinos». Acto seguido, la lluvia de piedras cayó sin descanso sobre el tribunal de la provincia de Río Negro, donde esta preso y los agentes de la policía que intentaban sofocar a los manifestantes intervinieron con gases lacrimógenos y arrestaron a cerca de veinte personas.

El juez Gustavo Villanueva justificó el fallo -apelado- que otorga su extradición a Chile, descartando los argumentos de la defensa que intentó presentarlo como un caso político. «La supuesta calidad de perseguido de Jones Huala en la República de Chile », quedó desestimada al no «existir elementos que sustenten la tesis de la defensa de que el Estado chileno busque con esta extradición perseguir al requerido por el solo hecho de pertenecer a una determinada agrupación política o adscribir a un determinado ideario», escribió en su resolución el magistrado. Al hilo de esto, el juez añade que no hay ningún motivo para « dudar de la objetividad y legalidad » del procedimiento judicial en Chile y «el incendio por el que se lo requiere –en enero del 2013- no significa un ataque a un Estado sino más bien un presunto acto delictivo cometido en perjuicio de particulares». Dicho de otro modo, delincuencia común.

Huala cruzó los Andes huyendo de la justicia chilena convencido de que la extradición, en última instancia, sería evitada. Y, aunque no es firme y fue apelada, todo parece indicar que no tardará mucho en concretarse.

El cabecilla mapuche, del que reniegan la mayoría de los de su raza (en general pacíficos), se instaló en Argentina en lo que denominan « Pu Lof » que son poblados levantados en tierras privadas. El último donde estuvo fue el que pertenece a la firma Benetton. Allí, en agosto del pasado año, se produjeron incidentes con Gendarmería cuando los okupas indígenas intentaban cortar una carretera general. Santiago Maldonado, especialista en tatuajes y activista con los mapuches, se ahogó al huir de los agentes cuando intentaba cruzar el rió (no sabía nadar). Aquel caso se utilizó como arma arrojadiza contra el Gobierno de Mauricio Macri y se instaló, hasta internacionalmente, como si hubiera sido una desaparición forzada. El hallazgo del cuerpo en una poza del río Chubut, prácticamente dos meses después de lo sucedido y pese a los obstáculos de los mapuches que impedían el acceso, desbarató las teorías de terrorismo de Estado defendidas por buena parte de las ONG y el kirchnerismo