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CLAVES DE LATINOAMÉRICA

El resultado en México, ¿retrasa o acelera la integración latinoamericana?

Una posición reticente de López Obrador en la Alianza del Pacífico dañaría las expectativas de convergencia regional con Mercosur

López Obrador en la celebración de su victoria electoral AFP

EMILI J. BLASCO

Tras su triunfo en las presidenciales mexicanas del pasado 1 de julio, Manuel Andrés López Obrador se estrenará en la escena internacional latinoamericana en la reunión que la Alianza del Pacífico y Mercosur celebrarán el próximo 24 de julio en la localidad mexicana de Puerto Vallarta. La actitud que Obrador adopte en relación al libre comercio va a ser determinante en la cuestión de si América Latina está realmente preparada para abordar un proyecto de integración que vaya de Río Bravo a Tierra de Fuego .

Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aseguraba que Latinoamérica se encuentra a estas alturas en condiciones de poder afrontar la creación de un área de libre comercio que englobe a toda la región. Ya hoy casi el 90% del comercio intrarregional se encuentre libre de aranceles , después del impulso dado desde la década de 1990 a acuerdos de comercio preferencial bilaterales y subregionales.

La forma más lógica de alcanzar esa nueva dimensión es una convergencia entre las dos mayores asociaciones comerciales de Latinoamérica: la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) y Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), que conjuntamente equivalen al 81% del PIB de América Latina y el Caribe. En su informe, el BID indica que «no hay ninguna necesidad de que participen todos los gobiernos de la región en las primeras etapas de la negociación. Lo único que se necesita es una masa crítica de países con la suficiente fuerza gravitatoria y, en este sentido, Argentina, Brasil y México están en una posición inigualable para lograr que la iniciativa se haga realidad».

La revitalización dada a Mercosur por Mauricio Macri y por Michel Temer (la suspensión del estatus de nuevo miembro de Venezuela es una muestra de que Mercosur ha vuelto a sus objetivos económicos, tras años de prioridades ideológicas) deja la pelota en el tejado de México . Aunque se plantean dudas sobre la orientación del próximo gobierno de Brasil (hay elecciones en octubre), la principal incógnita la constituye hoy la política que acabará adoptando López Obrador.

Depende del acuerdo con EE.UU.

El líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha mostrado cauto en relación al libre comercio. No es un entusiasta del libre mercado, pero defiende posiciones más centradas que muchos otros de sus correligionarios.

La cuestión principal para México en esta materia es la renegociación en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Cualquier pacto para la renovación del acuerdo con Estados Unidos y Canadá tiene que pasar por concesiones de todas las partes, y las que pueda hacer México probablemente agoten las disposiciones de la izquierda de Morena a realizar ciertas liberalizaciones. Así que puede aventurarse que si la renegociación del TLCAN llega a buen puerto, difícilmente México se embarque de momento en promover un Tratado de Libre Comercio para América Latina y el Caribe (TLC-ALC).

Un ruptura del pacto comercial en Norteamérica, en cambio, podría llevar a México a intentar liderar un proceso de integración de esas características con el resto de Latinoamérica. Para ello, no obstante, haría falta una convicción sobre el libre mercado que López Obrador no parece tener. Esa falta de convicción del nuevo presidente de México también podría lastrar la energía de la Alianza del Pacífico misma, que en los últimos años ha demostrado ser la más dinámica de las asociaciones comerciales en la región.

Además, la invocación de la Doctrina Estrada en política exterior por parte del futuro Gobierno (esa doctrina ha llevado tradicionalmente a México a quedar al margen de los bloques políticos regionales) parece indicar que López Obrador no tiene deseo de un especial liderazgo latinoamericano .

Aspiración de un acuerdo panregional

El deseo de una integración comercial de todo el ámbito latinoamericano llevó en 1960 a la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que en 1980 dio lugar a la Asociación Latinoamericana de Integración ( ALADI ). Aunque muchas veces los ojos han estado puestos en el proceso de integración de la Unión Europea, lo cierto es que esas estructuras apenas han servido para estrechar relaciones , que en realidad han sido postergadas por organizaciones subregionales de mayor efectividad, como el Mercado Común Centroamericano, la Comunidad Andina de Naciones, Mercosur y Caricom.

Los cambios de política económica en la región durante la década de 1990 permitieron albergar la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), propuesta por Bill Clinton en 1994. Ese año había entrado en vigor el Tratado entre EE.UU., México y Canadá y el ALCA suponía extender el acuerdo al resto del hemisferio occidental. El proyecto quedó enterrado en 2005, ante la proliferación de regímenes 'bolivarianos' .

Con todo, el contacto económico entre los vecinos del continente ha ido incrementando. En la actualidad, de acuerdo con el BID, entre los países latinoamericanos (individualmente o como parte de entidades subregionales) existen 33 acuerdos preferenciales de comercio que cubren más del 80% de los productos y dan cuenta de aproximadamente el 85% del valor del comercio interregional . Además, a medida que se ha ido avanzando en el calendario de reducción de tarifas, hoy los aranceles aduaneras se aplican a menos del 10% del comercio interregional.

Esta situación debería facilitar dar el salto a un TLC-ALC , como defiende el BID. Si la creación de acuerdos subregionales permitieron incrementar el comercio entre los específicos países en un 64% de promedio (los pactos norte-sur fueron más efectivos que los sur-sur), un acuerdo que cubriera a toda América Latina y el Caribe (ALC) supondría hoy un incremento extra del comercio interregional del 3,5% de promedio (11.300 millones adicionales). Según el BID, ante una guerra comercial que pueda estallar internacionalmente –ahí están los roces entre EE.UU. y China–, «un TLC panregional mitigaría los efectos negativos sobre las exportaciones de ALC en hasta un 40%».

La orientación ideológica de los países latinoamericanos, sin embargo, hace difícil la convergencia , lo que obstaculiza cualquier proceso de integración, aunque este se limite al ámbito económico. Dado el contexto político regional, no parece que el triunfo de López Obrador vaya a facilitar el camino.

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