Un año del rescate de los niños en una cueva tailandesa: así se logró la hazaña

Ese mismo día, las autoridades dieron la voz de alarma al encontrar en el interior de la gruta las bicicletas, abandonadas, de los menores. Ese mismo día, comenzó una de las operaciones de rescate más destacadas a nivel internacional , con más de 1.300 personas involucradas.

Esta es su cronología.

Durante el 24 y 25 de junio, equipos de rescate y efectivos del cuerpo de élite de la Marina tailandesa se adentraron en la cueva, iniciando las primeras exploraciones subacuáticas y hallando huellas en el interior de la gruta .

Un día después, las autoridades comenzaron la instalación de bombas de extracción para drenar los pasadizos, empantanados por el agua . Al operativo, en el que participaban expertos de Australia, Estados Unidos, China, Dinamarca, Finlandia, Israel y Japón, se unió un equipo de buceadores británicos.

El 28 de junio comenzaba el rastreo en la superficie de la montaña: la intención era localizar fisuras o chimeneas que sirvieran de entrada alternativa a la cueva . Horas después, los equipos de salvamento alcanzaban la llamada «caverna 3», situado a unos 2,5 kilómetros de la entrada y a unos 1,5 km del punto donde sería encontrado el grupo.

El 30 de junio, coincidiendo con la primera semana de desaparición, la búsqueda comenzaba a plantearse agónica: la lluvia no cesaba . Se instalaron más tuberías para aumentar el volumen de drenaje de agua y, en el exterior, se realizaban ensayos ante la posibilidad de tener que recurrir a una evacuación de urgencia.

Era un rescate contrarreloj.

El 2 de julio, un grupo de buzos encontraba a los doce menores y a su entrenador con vida a más de cuatro kilómetros de profundidad. « Los navy seals tailandeses han encontrado a los 13 con vida », anunciaba el gobernador Narongsak Osottanakorn a los medios. Habían pasado nueve días perdidos, sin comida.

La alegría se tornaba en preocupación por varios motivos. Las lluvias torrenciales del monzón, que ya habían inundado parte de la cueva, amenazaban con anegarla por completo. Esto implicaba la posibilidad de que los jóvenes tuvieran que bucear a través de las oscuras y sinuosas grutas . Además, inquietaba la salud y las fuerzas de los menores tras el paso de los días.

Un equipo formado por diez militares, entre los que se encontraba un médico y un psicólogo, atendió a los chicos con medicinas y suministros. Cerdo a la parrilla, arroz y leche fueron sus primeros alimentos.

Los días posteriores se centraron en cábalas sobre cómo proceder con el rescate. Por una parte, los menores y el entrenador comenzaban un curso intensivo de buceo , una de las opciones que las autoridades consideraban más factibles para salir de la cueva. Por la otra, preocupaba el tiempo en la zona, clave para que el nivel del agua bajara o para decidir si era posible drenar la cueva lo suficiente como para que pudieran salir todos.

El 7 de julio, el portavoz oficial de las operaciones aseguraba que se daban «condiciones favorables» para iniciar el rescate en un futuro próximo. Ese mismo día, la Marina de Tailandia difundía una carta de los menores dirigida a sus familias: «Mamá, papá, no os preocupéis, estamos bien» .

Un día después comenzó la operación de rescate. Un contingente internacional formado por 18 buzos se adentró en la caverna y, 11 horas más tarde, salió de la cueva con los cuatro primeros niños , que fueron trasladados al hospital de Chiang Rai.

El 9 de julio tuvo lugar la segunda misión de rescate, que tras nueve horas logró el rescate de otros cuatro niños . Dentro, todavía quedaban cuatro niños y el entrenador.

El 10 de julio se inició la tercera misión de salvamento . El operativo comenzó a las 10:09 (hora de Tailandia) y el primer rescatado se produjo a las 16:12 horas. Finalmente, todos los atrapados lograban salir de la cueva tras 17 días.

El español Fernando Raigal , de 33 años y radicado en Tailandia, fue uno de los buzos que participaron en el rescate para sacar a los últimos cuatro niños y al entrenador.

Un año después, Tham Luang se ha convertido en una atracción turística y espiritual , con cientos de personas recorriendo el santuario que allí se ubica. En el exterior se encuentra la estatua de Saman Gunan , la única persona que murió durante el rescate. Gunan era un buceador tailandés que perdió la vida mientras trasladaba tanques de oxígeno a la cueva.