De rebeldes a libertadores
Los excluidos por el régimen del dictador tienen el futuro del país en sus manos, son los «luchadores por la libertad»
De rebeldes a libertadores
«No nos llaméis rebeldes, somos luchadores por la libertad», repiten los milicianos una y otra vez a los periodistas extranjeros. El cambio de denominación ha llegado de la mano de los avances en el campo de batalla. Tras meses en los que la guerra ... parecía sumida en un empate sin solución a la vista, la última semana ha inclinado la balanza del lado de los opositores de Gadafi que han logrado avanzar en los tres frentes abiertos, asaltar Trípoli y cercar definitivamente al dictador.
Detrás de los «luchadores por la libertad» se encuentra un ejército de descontentos con el régimen, jóvenes y no tan jóvenes — Gadafi lleva 42 años en el poder — que han vivido desde que nacieron sometidos a un sistema que parecía invencible hasta que el pasado 17 de febrero la gente dijo basta. La oposición en el exilio ha jugado su papel —como lo revela la llegada de personas como Jalifa Hifter , antiguo general del Ejército libio y héroe de la guerra de Chad—, pero el peso principal de la lucha ha recaído en gente que vivía encerrada en el país, frustrada, sin empleo y sin disfrutar de los enormes beneficios que cada mes reporta el petróleo a las arcas públicas.
A ellos se han unido los represaliados políticos de un sistema que encerraba a quienes discrepaban bajo la acusación de «contrarrevolucionarios», los fundamentalistas islámicos, también perseguidos por las fuerzas del orden, y un número importante de ex altos funcionarios y diplomáticos como Abdul Gebreel, enviado libio a la ONU, que no dudaron en cambiarse de bando a las primeras de cambio. Entre estos últimos se encuentran también el máximo responsable de Consejo Nacional Transitorio y ex ministro de Justicia, Mustafá Abdul Jalil, o el recientemente asesinado Abdul Fatá Younes , líder militar rebelde y ex ministro de Defensa de Gadafi. Políticos que pertenecían a un sector reformista de la cúpula del régimen. Este cóctel comenzó a agitarse con las revueltas en Túnez y explotó tras la caída de Mubarak, los dos países vecinos habían sido capaces de derrocar a los dictadores, ¿por qué no ellos?
La lucha comenzó con mucho romanticismo, pero el ejército popular era incapaz de hacer frente a las fuerzas de Gadafi que a punto estuvieron de aplastar una revolución que se salvó gracias a la intervención de la OTAN que frenó la gran ofensiva de Gadafi sobre Bengasi en marzo. Fue el inicio del reconocimiento internacional, de la llegada de ayuda militar y de la estabilización de tres frentes abiertos con el objetivo único de llegar a Trípoli y derrocar a Gadafi. La revolución se convirtió en guerra y los rebeldes pelearon desde entonces en el desierto (Brega), ciudad (Misrata) y montañas (Nafusa). «Son tres guerras muy diferentes y la clave para resistir ha sido que cada uno está luchando en su lugar de origen, en el ambiente que mejor conoce», confesaba a este medio el doctor Mohamed del hospital de Nalut.
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