El rapero alemán de EI muere en un bombardeo en Siria

Aunque las cadenas de radio alemanas habían dejado de emitir sus discos desde que declaró públicamente su apoyo a las fuerzas muyahidines en Afganistán, Irak, Somalia y Chechenia, y dijo que Berlín era una «ciudad de infieles», sus vídeos han seguido reuniendo seguidores en internet. Antes de ser bloqueada, su página en Facebook contaba con más de cien mil seguidores. El 9 de octubre escribió su último «Buenos días» en Twitter y unos días antes se había solidarizado a través de esta red social con «los hermanos» del albergue de refugiados de Múnich que han instalado una pancarta con el lema «no quiero cerdo en mi plato», en alusión a la libre entrada en Alemania de los refugiados sirios.

Sus letras, apología antisistema, describían la vida occidental como una existencia en soledad y aislamiento, de sometimiento a las leyes del mercado, y en sus canciones llamaba a la oración convertida en violencia contra los opresores. «Sucios y corruptos son los amos, los canacos gobiernan Alemania, niñas del este vendidas por dos pavos, mientras todos ellos miran a otro lado», denunciaba en una de ellas. Con este mensaje logró repercusión en muchos adolescentes y jóvenes alemanes y el Ministerio de Interior calcula que hasta 750 siguieron su ejemplo y viajaron a través de Turquía a Siria e Irak para incorporarse a la lucha armada yihadista. Una tercera parte ha regresado a Alemania y engrosa la lista de amenazas latentes en el interior del país. Aproximadamente 120 han muerto en combate.

«Mi vida es un desastre, cada día al levantarme… se empeñan en probarme, siempre solo aquí en la calle… prefiero la muerte, porque no es tan estresante… ¡me cago en este mundo!» sigue sonando en internet, junto a canciones como «Meine Stadt Berlin» (Mi ciudad Berlín), en la que describe la capital alemana como una «caja infernal» y anima a sus seguidores a disparar contra los infieles. Con este contenido se había convertido en el emblema del reclutamiento de Estado Islámico en Occidente, aunque el gobierno de EE.UU. asegura que no era él el objetivo en el bombardeo en el que ha fallecido.

Nacido en el barrio de Kreuzberg en 1975, llenaba conciertos y discotecas mientras su rap se convertía progresivamente en una llamada a la violencia.

Logró sortear problemas con la Justicia por desórdenes públicos y tenencia de drogas y llegó a estar vigilado por las fuerzas de seguridad alemanas por su agresividad. «Soy explosivo como una granada de mano, soy de Berlín y atentaré aquí, hermano», amenazaba en sus actuaciones. En 2010, tras un incidente automovilístico, decidió cambiar de vida. Pasó a formar parte de un grupo radical llamado Die Wahre Religión («La verdadera religión») y cambió su nombre al de Abou Maleeq.

En 2013 logró salir de Alemania a pesar de las restricciones que pesaban sobre él. Recibió entrenamiento militar en Egipto, en un campamento terrorista, para luego viajar a Libia. En agosto de ese año fue visto en un vídeo luchando junto al grupo Junud al-Sham contra las fuerzas leales al presidente Bashar al Assad en la guerra civil de Siria, y comenzó a usar su nombre de guerra: Abu Talha Al-Almani.

A principios de 2014, Cuspert integraba ya las filas del Estado Islámico y participó en varias batallas los propagandistas del grupo terrorista aireaban en diferentes idiomas en internet, como la del campo de gas de Shaer en el mes de julio. También ha aparecido en cruentos videos en los que se muestra el asesinato de varias personas, incluso sosteniendo la cabeza de uno de los rehenes decapitados.