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«Las protestas del Maidán quedan lejos. Esto es una guerra»

El infierno está en el límite entre Lugansk y Donetsk:la batalla por Lysychansk, donde los ucranianos aguantan como pueden hace más de dos semanas combatiendo en turnos de cinco días seguidos. Es la llamada ‘zona roja’

Soldados ucranianos en un refugio de Lysychansk, en el Donbass Laura L. Caro

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Estas noches, los disparos de artillería sobre Lysychansk están siendo una furia. Las horas muertas retumbando a truenos a lo lejos, las sirenas antiaéreas enloquecen a los perros. Los rusos han penetrado este jueves en Rubizhne, a menos de 21 kilómetros por carretera y también ... en Voevodivka, solo a 13 kilómetros. Ahí al lado. Se cree que el enemigo está concentrándose en este cerco para rendir de una vez por todas Lysychansk , desde donde no hay posibilidad de evacuar a civiles desde el domingo porque las fuerzas mandadas por el Kremlin tienen cegada a trallazos la llamada ‘ruta de salvación’ que la une con Bakhmut. Allí se ha instalado el Primer Hospital Móvil de Voluntarios de Pirogov con médicos que sacan a los soldados heridos del campo de batalla entre las balas y a fuego abierto si es necesario. «Trabajamos bajo las bombas todo el tiempo, los ritmos son muy dinámicos, les sacamos de la ‘zona roja’ a la ‘zona amarilla’ en un minuto, y de ahí en 13 o 14 minutos más, a seguro», precisa en una sala de espera la responsable de la Coordinadora de Evacuación, enfermera jefe Svlitana Durzenko. Sobran grandes explicaciones: les arrancan de una muerte sin remedio para llevarles en 60 segundos a un intermedio de riesgo extremo y a toda velocidad para afuera. «Desde el 28 de abril, hemos trasladado así a doscientos», explica.

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